Vueling les deja tirados en Lanzarote: "Nos dijeron que nos buscásemos la vida"

La mujer, que viajaba con su marido diabético, tuvieron que quedarse en el aeropuerto durante 20 horas junto a la mayoría del resto de pasajeros porque la aerolínea "no les ofreció ningún hotel" después de la cancelación de su vuelo a Barcelona

25 de noviembre de 2024 (11:33 CET)
Actualizado el 25 de noviembre de 2024 (11:33 CET)
Avión de Vueling
Avión de Vueling

Una lectora se ha puesto en contacto con La Voz para denunciar el trato recibido por la aerolínea Vueling después de que este sábado se cancelara su vuelo que salía desde Lanzarote con destino Barcelona y "no les ofrecieran una alternativa de hospejade" para ella, su marido diabético y el resto de pasajeros

Los afectados acudieron al aeropuerto desde las 16.00 horas para coger el vuelo de las 18:15. "A las ocho todavía la puerta de embarque no aparecía y eso que el vuelo tendría que haber salido hace dos horas y a las 10 ya los bares y las tiendas ya empezaron a cerrar", cuenta la mujer.

Además, su marido es diabético, por lo que esta situación de estrés no era buena para su salud. "Teníamos insulina pero se nos había roto la aguja pero mi marido necesitaba su dosis de insulina a las once de la noche, y la opción que nos ofrecieron fue coger un taxi e ir urgencias del Hospital José Molina Orosa para que se la administraran", indica. "Nos atendieron en cinco minutos y el taxista fue muy amable porque nos esperó para llevarnos de nuevo al aeropuerto", comenta.

El nerviosismo ya empezaba a notarse entre los pasajeros. "Nos decían que nuestro avión estaba en Tenerife y que no podía despegar por poca visibilidad y viento", dice. Sobre las diez de la noche, la aerolínea informó a los viajeros a que se presentaran en la puerta 7 pero la aeronave todavía no había llegado. "Al rato nos dijeron otra puerta distinta, así que todos tuvimos que movernos hacia allí, y una trabajadora nos dijo que por llegar con tanto retraso nos daban unos vales de 12 euros para comprar agua y comida pero estaba casi todo cerrado, aunque nos dijeron que habían dejado un bar abierto", explica.

Una hora después, volvieron a llamar a los pasajeros para que se dirigieran a una nueva puerta de embarque porque estaba llegando el avión desde Tenerife que les llevaría a Barcelona. "Vimos desembarcar a la gente del avión y al cabo de un rato nos dijeron que el avión no salía porque la tripulación estaba muy cansada y tenían que descansar, algo normal, pero desde las cuatro de la tarde que se sabía del retraso podrían haber buscado otra solución", manifiesta.

"Comenzamos a pedir que nos ofrecieran un hotel pero nos dijeron que no, que nos buscásemos la vida porque ellos no tenían por qué hacerlo y que nos fuéramos porque ya nos dirían por la mañana a qué hora saldría el vuelo si es que había otro vuelo para nosotros", expone. 

"La gente comenzó a ponerse nerviosa y dijeron que de allí no se iba nadie y nos iban empujando para fuera pero los viajeros dijeron que se quedaban allí sentados", declara. "Nos pusimos en el vestíbulo del aeropuerto y dijimos que de allí no nos íbamos, ahí empezó a llegar más trabajadores del aeropuerto y nos dijeron que las familias que iban con minusválidos y niños les iban a ofrecer un hotel pero los demás nos teníamos que buscar la vida", cuenta.

Tras un rato, los empleados decidieron dejar el aeropuerto abierto. "Conseguimos comprarnos un bocadillo y a las seis de la mañana ya comenzaron a llegar más pasajeros y nos ofrecieron otro vale para comida y, además, nos dijeron que nuevo vuelo salía a las 11.00 horas", declara. "Estuvimos toda la noche sin poder dormir, de aquí para allá y muy mal informados", se queja la pasajera.

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