En tres días en Lanzarote tendrás tiempo para visitar playas vírgenes, cuevas de leyenda, volcanes de fuego y monumentos llenos de historia. A pesar de que te llevarás una sensación bastante completa, lo recomendado es pasar entre cuatro y seis días para poder ver la isla con calma.
Como muchos de los sitios turísticos son de pago, no olvides comprar un bono que incluya varios de ellos para ahorrar dinero. Los precios de los bonos giran en torno a los 35 euros por persona, aunque todo depende de los que quieras incluir en él.
Día 1: ruta por el norte
El primer día se centrará en una ruta por el norte de Lanzarote, comenzando con una visita al Jardín de Cactus, en Guatiza, un jardín botánico con más de 7.000 ejemplares de cactus de todos los rincones del planeta. Es imprescindible que llegues allí sobre las 10:00 de la mañana para aprovechar el día.
La siguiente parada serán los Jameos del Agua y la Cueva de los Verdes, en el municipio de Haría, a unos 15 minutos en coche. Ambas se encuentran en el interior de un túnel volcánico generado por las erupciones del Volcán de la Corona. Por su parte, los Jameos del AguaJameos del Agua reciben su nombre por un lago interior formado por las filtraciones marinas, donde además vive una especie endémica singular llamada cangrejo ciego.
Frente a esta formación, se encuentra la popular Cueva de los Verdes, una gruta de siete kilómetros utilizada como refugio por parte de los isleños durante los ataques piratas. Durante la visita de 50 minutos recorrerás galerías de hasta 50 metros de altura y con una gran sorpresa al final que, como pasa en Las Vegas, lo que pasa en la Cueva de los Verdes, se queda en la Cueva de los Verdes.
Tras la intensa mañana de visitas turísticas, podrás disfrutar de platos típicos canarios en los restaurantes de Arrieta, a tan solo 5 minutos en coche. Podrás degustar desde el mejor pescado de Lanzarote, queso frito o las famosas papas arrugadas con mojo.
Con el estómago lleno, subiremos a lo alto del Risco de Famara en coche para disfrutar del Mirador del Río, un mirador situado a 400 metros de altura, que recibe su nombre por el espacio de agua que separa la isla de La Graciosa de Lanzarote.
Desde su balcón y desde los ventanales panorámicos de su cafetería, los visitantes pueden contemplar el Archipiélago Chinijo, un conjunto de islotes formado por La Graciosa y por los islotes Roque del Este, Roque del Oeste, Alegranza y Montaña Clara.
Esta obra de César Manrique está incluida en determinados bonos. Es importante mencionar que cierra a las 17:00 de la tarde, por lo que conviene ir calculando el tiempo mientras comes. En el caso de que llegues tarde siempre puedes acercarte por un lado para disfrutar de las vistas, pero no son igual de espectaculares.
Para finalizar el intenso día, puedes pasar la tarde en la playa de El Caletón Blanco, en Órzola, una de las localizaciones más peculiares de la isla. Se trata de una playa donde se mezcla la arena blanca con el negro de las rocas volcánicas y el mar de color azul turquesa.
Día 2: ruta por el sur
El segundo día comienza en el Parque Nacional de Timanfaya, en el municipio de Yaiza, al sur de la isla, para ver uno de los mayores atractivos de Lanzarote: los volcanes. El horario de apertura es a las 09:30 de la mañana, pero se recomienda llegar media hora antes en temporada alta.
Una vez allí, podrás dejar el coche en el parking y disfrutar de los géiseres, de una ruta por las Montañas del Fuego en guagua y de los platos hechos con el calor de la tierra del Restaurante El Diablo, una obra de César Manrique.
Finalizada la visita, lo ideal es seguir la ruta hacia el sur, hacia el pequeño pueblo de El Golfo, donde encontrarás un mirador desde donde podrás observar un paisaje sacado del planeta Marte. En el lugar verás una playa de arena negra, que contrasta con el rojizo de las rocas, y el Lago de los Clicos, más conocido como el Lago Verde, que recibe ese color por las algas que se encuentran en su fondo. Además, es un buen sitio para comer marisco y comida típica canaria frente al mar.
La siguiente parada son Los Hervideros, unos acantilados volcánicos donde las olas golpean con fuerza, generando un sonido similar al del agua hirviendo. Es importante tener precaución en esta zona. Si continúas la carretera hacia Papagayo, encontrarás las Salinas de Janubio, un buen sitio para sacar fotos de las salinas de la isla, llenas de colores y con presencia de numerosas aves protegidas.
Una vez finalizada la ruta y tras varias horas “de turisteo”, por fin podrás relajarte en las playas y calas de Papagayo, en el punto más al sur de la isla. Si todavía no habías comido, puedes hacerlo en el chiringuito en lo alto de la montaña, donde tendrás una vista panorámica de las dos calas principales.
Es importante mencionar que la entrada a Papagayo cuesta tres euros y se hace por un camino de tierra con alguna que otra piedra, por lo que tendrás que ir con cuidado.
Día 3: ruta por el centro de la isla
El último día en Lanzarote será algo más relajado, por lo que no tendrás que preocuparte por el horario, ni por el precio, ya que todas las vistas son de libre acceso.
El camino comenzará sobre las 10 de la mañana en el centro de la isla, en la Casa-Museo al Campesino de César Manrique, en el municipio de San Bartolomé. Es un sitio emblemático donde sacarse una foto, con sus paredes blancas y puertas verdes.
Luego pondremos rumbo al Volcán del Cuervo, en Tinajo, un sitio perfecto para dar un paseo en familia por el interior de un volcán. Se trata de una ruta de senderismo circular, sin elevación del terreno, que rodea a este peculiar volcán de color oscuro de más de 380 metros de alto. El recorrido de ida y vuelta desde el parking es de una hora aproximadamente y podrás incluso adentrarte en su cráter.
La ruta volcánica continúa en La Geria, aunque de una forma más relajada y con una copa de vino en mano. Se trata de un paraje natural protegido de más de 5.000 hectáreas, donde se cultivan viñas en hoyos excavados en las cenizas volcánicas.
Podrás degustar todo tipo de vinos de Lanzarote en las distintas bodegas que hay en el lugar, así como probar algún que otro queso con unas vistas de lo más originales. Luego podrás probar las famosas papas arrugadas con mojo, carne fiesta u otros platos típicos de la isla en alguno de los teleclubs de la zona, como el de Mancha Blanca o el de Tao.
Tras la comida, toca relajarse en la popular Playa de Famara, bajo el imponente risco con el mismo nombre. Se trata de uno de los mejores parajes para ver el atardecer, ya que tiende a adquirir tonos rojizos que se mezclan con los tonos naranjas y rosas del cielo.
Es una playa con mucho oleaje, por lo que muchos surferos se acercan hasta allí para disfrutar de las olas o simplemente para pasear. También cuenta con una zona de dunas que te trasladará al desierto, todo ello en seis kilómetros de arena.
Para finalizar el día, haremos una parada en el Museo Lagomar, un bar de copas y restaurante incrustado en una cueva en el pueblo de Nazaret. Con música de ambiente y luces tenues, es uno de los sitios más espectaculares y diferentes en donde disfrutar de un vino o una cerveza en plena tranquilidad y, así, poner el broche de oro a un viaje lleno de contrastes.