La isla de Lanzarote es una isla relativamente pequeña, pero tiene mucho que ofrecer, por lo que sí solo tienes dos días para visitarla, te va a ser complicado elegir qué visitar y qué dejar para la próxima.
En este recorrido podrás conocer playas vírgenes, cuevas de leyenda, volcanes de fuego y miradores de ensueño en tan solo 48 horas. Para ello, será imprescindible contar con un coche, mucha crema solar y ganas de ver paisajes llenos de contrastes.
Eso sí, a modo consejo, como muchos de los lugares son de pago, la recomendación es comprar un bono que incluya varios de ellos para ahorrar dinero. Los precios de los bonos giran en torno a los 35 euros para adultos y la mitad para los niños de entre 7 y 12 años, todo depende de los lugares turísticos que quieras incluir en él.
Día 1: ruta por el norte
El primer día estará centrado en una ruta por el norte de la isla. La primera parada será el Jardín de Cactus, en Guatiza, un jardín botánico con más de 5000 metros cuadrados y más de 7.000 ejemplares de cactus, provenientes de todos los rincones del mundo. Es imprescindible que llegues allí a las 10:00 de la mañana, durante su horario de apertura, para evitar colas y así no perder tiempo para visitar el resto de sitios.
El día continuará en los Jameos del Agua y en la Cueva de Los Verdes, en el municipio de Haría, a unos 15 minutos en coche. Ambas se encuentran en el interior de un túnel volcánico generado por las erupciones del Volcán de la Corona.
Los Jameos del Agua reciben su nombre por un lago interior formado por las filtraciones marinas, donde además vive una especie endémica singular llamada cangrejo ciego. El lugar también cuenta con un restaurante, una piscina (en la que no te puedes bañar) en el exterior y un auditorio donde generalmente acuden famosos cantantes a dar conciertos.
Huyendo del sol y el calor en plena hora punta, la mejor opción es continuar con la visita a la popular Cueva de los Verdes, que se encuentra justo en frente de los Jameos. Se trata de una gruta de siete kilómetros llena de leyendas y utilizada como refugio por parte de los isleños durante los ataques piratas durante los siglos XVI y XVII.
La historia cuenta que recibe el nombre de Cueva de Los Verdes por el apellido de una familia que guardaba su ganado en los alrededores. Además, la cueva también tiene un auditorio donde se dan conciertos con una acústica envidiable. Durante la visita de 50 minutos recorrerás las distintas galerías, algunas de ellas con hasta 50 metros de altura y con una gran sorpresa al final que, como pasa en Las Vegas, lo que pasa en la Cueva de los Verdes, se queda en la Cueva de los Verdes.
Tras la intensa mañana de visitas turísticas, podrás disfrutar de platos típicos canarios en los restaurantes de Arrieta, a tan solo 5 minutos en coche. Degustarás desde el mejor pescado de Lanzarote, o queso frito hasta las famosas papas arrugadas con mojo. Con el estómago lleno, subiremos a lo alto del Risco de Famara en coche para disfrutar del Mirador del Río, un mirador situado a 400 metros de altura, que recibe su nombre por el espacio de agua que separa la isla de La Graciosa de Lanzarote.
Desde su balcón y desde los ventanales panorámicos de su cafetería, los visitantes pueden contemplar el Archipiélago Chinijo, un conjunto de islotes formado por La Graciosa y por los islotes Roque del Este, Roque del Oeste, Alegranza y Montaña Clara. Es importante mencionar que cierra a las 17:00 de la tarde, por lo que conviene ir calculando el tiempo mientras comes. En el caso de que llegues tarde siempre puedes acercarte por el lado para disfrutar de las vistas, pero no son igual de espectaculares.
Una vez finalizadas las paradas turísticas obligatorias, toca relajarse en la popular Playa de Famara, bajo el imponente risco. Se trata de uno de los mejores lugares para ver el atardecer, ya que el risco tiende a adquirir tonos rojizos que se mezclan con los tonos naranjas y rosas del cielo. Es una playa con mucho oleaje, por lo que muchos surferos se acercan hasta allí para disfrutar de las olas o simplemente para pasear. También cuenta con una zona de dunas que te trasladará al desierto, todo ello en seis kilómetros de arena.
Para cerrar el día, a la vuelta de Famara puedes parar en el Museo Lagomar, un bar de copas y restaurante incrustado en una cueva en el pueblo de Nazaret. Con música de ambiente y luces tenues, es uno de los sitios más espectaculares y diferentes en donde disfrutar de un vino o una cerveza.
Día 2: ruta por el sur
El segundo día comienza en el Parque Nacional de Timanfaya, en el municipio de Yaiza, al sur de la isla, para ver uno de los mayores atractivos de Lanzarote: los volcanes.
El horario de apertura es a las 09:30 de la mañana, pero se recomienda llegar media hora antes en temporada alta. Una vez allí, podrás dejar el coche en el parking y disfrutar de los géiseres, de una ruta por las Montañas del Fuego en guagua y de los platos hechos con el calor de la tierra del Restaurante El Diablo, una obra de César Manrique.
Finalizada la visita, lo ideal es seguir la ruta hacia el sur, hacia Playa Blanca, con numerosos enclaves característicos de la isla donde sacarte fotos de película, como el pequeño pueblo de El Golfo. Allí encontrarás un mirador desde donde podrás observar un paisaje sacado del planeta Marte, con una playa de arena negra, que contrasta con el rojizo de las rocas, y donde se encuentra también el Lago de los Clicos, más conocido como el Lago Verde, que recibe ese color por las algas que se encuentran en su fondo. Además, es un buen sitio para comer marisco y comida típica canaria frente al mar.
La siguiente parada son Los Hervideros, unos acantilados volcánicos donde las olas golpean con fuerza, generando un sonido similar al del agua hirviendo. Es importante mencionar que hay que tener precaución al asomarse en los balcones de esta última zona. Si continúas la carretera hacia Papagayo, el siguiente destino en la lista, encontrarás las Salinas de Janubio, donde podrás sacar buenas fotos y apreciar las salinas de la isla, llenas de colores y con presencia de numerosas aves protegidas.
Una vez finalizada la ruta y tras varias horas “de turisteo”, por fin podrás relajarte en las playas y calas de Papagayo, en el punto más al sur de la isla. Si todavía no habías comido, puedes hacerlo en el chiringuito en lo alto de la montaña, donde tendrás una vista panorámica de las dos calas principales.
Es importante mencionar que la entrada a Papagayo cuesta tres euros y se hace por un camino de tierra con alguna que otra piedra, por lo que tendrás que ir con cuidado para no estropearlo.
Finalmente, podrás terminar el último día en la isla tomando un vino típico de Lanzarote en la zona de La Geria. Se trata de un paraje natural protegido de más de 5.000 hectáreas, donde se cultivan viñas en hoyos excavados en las cenizas volcánicas que protegen del viento con muros semicirculares de piedra. Podrás degustar todo tipo de vinos en las distintas bodegas que hay en el lugar, así como disfrutar de un atardecer entre palmeras, volcanes y viñas para poner el broche de oro a tu viaje a Lanzarote.