Lanzarote se caracteriza por sus volcanes, pero también por sus innumerables playas. Sin embargo, lo que muchos desconocen es que no todas son de arena dorada. La isla también tiene numerosas playas de arena negra.
En la mayoría de ellas, situadas en el sur de la isla, las olas golpean con fuerza la orilla, por lo que el baño no está recomendado. Lo importante es seguir siempre los avisos y la señalización correspondiente de las playas.
1. Playa del Paso
La playa del Paso se encuentra en la costa del Parque Nacional de Timanfaya, en el municipio de Yaiza, por lo que se podría decir que es una playa entre volcanes.
Con unos 180 metros de largo, este espacio se caracteriza por su arena negra como el carbón, así como por su fuerte oleaje y corrientes marinas, por lo que el baño está totalmente desaconsejado.
Además, para acceder hasta ella es necesario realizar una pequeña caminata a pie por un sendero de tierra que va desde el pueblo del Golfo en dirección al norte.
2. Playa de Los Clicos
En la misma costa, a tan solo 5 kilómetros hacia el sur, se encuentra una de las zonas más turísticas de Lanzarote, El Golfo.
Se trata de un pueblo pesquero caracterizado por un enorme charco, conocido popularmente como “El Lago Verde”, debido al color de sus aguas, una consecuencia de la abundancia de azufre.
Frente al lago y a las montañas colindantes de color rojizo, se encuentra una playa de arena negra denominada Playa de los Clicos, donde las olas azotan la orilla con fuerza y tampoco está recomendado el baño. En cualquier caso, es un buen lugar para los amantes de la fotografía, ya que el paisaje parece sacado del planeta Marte.
3. Playa de Montaña Bermeja
Si continúas la ruta hacia el sur de la isla, a unos minutos en coche, hay una playa muy similar a la de Los Clicos, pero mucho menos frecuentada por los turistas.
Situada frente al volcán de Montaña Bermeja, del que recibe su nombre, y una pequeña charca, esta playa de grava negra consigue reflejar un paisaje muy diferente al de las playas convencionales, con un contraste entre el color oscuro de la arena, el azul del mar y el rojo de la montaña.
Para llegar hasta ella, hay que seguir un pequeño sendero no muy alejado de la carretera y del parking, donde podrás dejar el coche. Se trata de una playa poco concurrida, es más bien un lugar de paso, ya que no es apta para el baño, por sus fuertes corrientes.
Muchos optan por acercarse hasta allí para ver las puestas de sol que tiñen el cielo de tonos naranjas y rosas, bajo el sonido de las olas, rompiendo con fuerza en la orilla.
4. Playa de Janubio
En la misma franja del litoral y en la ruta hacia la popular zona de Playa Blanca, se encuentra otro de los principales atractivos de Lanzarote, las Salinas de Janubio. Son unas salinas donde se trabaja la sal, una actividad artesanal centenaria, que además ofrece unas vistas llenas de color.
Frente a ella se encuentra la Playa de Janubio, un espacio virgen con más de 800 metros de arena negra lleno de carteles que señalan la fuerza y peligrosidad de las olas, por lo que es un espacio poco concurrido por los turistas y residentes lanzaroteños.
Asimismo, se trata de un espacio designado como Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), ya que las salinas albergan aves como la Bisbita caminero o el Camachuelo trompetero.
5. Playa de la Arena y del Pozo
Finalmente, estas dos playas solitarias, situadas en Playa Quemada, en el sur de la isla, se caracterizan por el jable de color oscuro, como las demás, pero destacan por ser las más aptas para el baño gracias a sus tranquilas aguas.
La playa de la Arena está situada a unos metros del pueblo marinero de la zona, por lo que se puede acceder fácilmente andando por una pequeña colina, que pertenece al espacio natural protegido de Los Ajaches. Sin embargo, cuando la marea está completamente vacía también se puede llegar hasta allí por la orilla.
Además, si continúas andando una media hora más por la ruta marcada llegarás a otra playa, conocida como la playa del Pozo, un lugar al que también se puede acceder por medio de un vehículo 4x4. Es un lugar muy poco concurrido por turistas e incluso por locales, debido a su lejanía con el pueblo.