A la mayoría no nos está resultando una tarea sencilla desenvolvernos cada día en esta época tan complicada que nos ha tocado vivir. La pandemia nos ha traído una crisis sanitaria, económica y social de proporciones inimaginables, pero no dejan de ser tres dimensiones de un problema que requiere esfuerzos asimismo descomunales para poder solucionarlo. Por eso, estoy convencido de que tenemos que dar lo mejor de nosotros si aspiramos a superar este episodio que está poniendo en un brete a toda la humanidad.
Eso sí, para que aflore lo mejor de cada uno es imprescindible ser responsables, es decir, tenemos que poner sumo cuidado y atención en lo que hacemos y decidimos. La responsabilidad primera y última es del Gobierno de nuestro país, que está obligado a responder del progreso colectivo y del bienestar de la ciudadanía en estos momentos en los que tiene que atender, y atiende, tantas necesidades con unos recursos públicos que son limitados. Pero la responsabilidad es una palabra que tiene muchos rostros, por lo que no puede utilizarse alegremente ni demagógicamente.
Para salir airosos de esta crisis no basta con reclamar que sean responsables los demás, ya que cada parte del Estado, cada fragmento de la sociedad y cada persona también están llamados a ejercer su responsabilidad a todas horas del día. Empezando por los partidos coaligados en el Gobierno, PSOE y Unidas Podemos, y los votantes y simpatizantes que los apoyamos, hemos de convertirnos en activistas de la democracia, defensores del estado del bienestar y ejemplo de responsabilidad cívica, solidaridad y generosidad.
Responsabilidad la de cada grupo político representado en el Congreso de los Diputados y en el Senado, donde se sustancia la soberanía popular y cobra sentido el Estado de Derecho. Es hora de que los grupos políticos que han mostrado abiertamente su disconformidad con la voluntad popular expresada en las pasadas elecciones generales asuman las reglas de la democracia y, desde la lealtad institucional, arrimen el hombro en la titánica tarea que supone atajar la pandemia, reconstruir la economía y asistir a la población vulnerable.
Responsabilidad la de las comunidades autónomas, con independencia de sus colores políticos, porque forman parte esencial del entramado político y administrativo del Estado consagrado por la Constitución. Pero, tras levantarse el Estado de Alarma, todos hemos comprobado que no basta con reivindicar la co-gobernanza, sino que es preciso saber conjugar la corresponsabilidad, porque se está viendo mucha flojera, sobre todo en algunas comunidades autónomas que anteayer denunciaban invasión de competencias y hoy reclaman mayor intervención por parte del Gobierno del Estado.
Responsabilidad la de los cabildos insulares y los ayuntamientos, que son las administraciones públicas más cercanas a la gente y a donde primero acuden los necesitados en busca de auxilio. Ante ellas me descubro y vaya mi reconocimiento por tan extraordinario trabajo. Responsabilidad también la de los agentes económicos y sociales, que, a mi juicio, están a la altura de las circunstancias con el diálogo social como cauce de entendimiento.
Y responsabilidad, por último, la de las personas, la de cada uno de nosotros. Para ejercerla con la altura que estas circunstancias nos reclaman, bastaría con mirarnos en el espejo de quienes son referentes de responsabilidad, como es el personal sanitario. Ser personas responsables hoy consiste en ser solidarios, echar una mano a quien lo necesita según nuestras posibilidades, ser pacientes y cuidar nuestro estado de salud para cuidar a los demás en el ámbito de la salud pública. Sin olvidar desenmascarar a los catastrofistas que utilizan la pandemia para intentar sembrar miedo y desconfianza en las instituciones con el fin de derribar el Gobierno surgido de la voluntad popular.
Fco. Manuel Fajardo Palarea, senador del PSOE por Lanzarote y La Graciosa.