Hemos tenido la suerte de asistir en las pasadas semanas al IV Congreso Internacional de Gestión del Talento bajo el lema de Talento para el Diálogo, toda una oportunidad única sobre el alto valor del diálogo para el entendimiento social y para percibir un fresco aire de reflexión sobre la resolución de conflictos.
La UNED de Lanzarote, nuestra Tercera Universidad de Canarias, ha tenido el acierto de organizar y traer a Lanzarote los mejores talentos para dialogar, compartir ideas, proyectos, etc. El comité organizador ha realizado un destacado trabajo para dar a la sociedad de Lanzarote una gran oportunidad de aprendizaje.
Los "primeros espadas" de todos los ámbitos han tenido su espacio para comunicar y dialogar. El mejor plantel de expertos nacionales e internacionales llegados de todos los confines (Canarias, resto de España, México, Chile, Venezuela…), utilizando diferentes estrategias de comunicar: ponencias, mesas redondas, paneles de expertos, intercambio de experiencias, todo exquisitamente moderado y coordinado rayando, a veces, la impertinencia de la exactitud temporal.
"El talento ante una economía global desigual"; "Dialogantes interculturales. Talentos para una sociedad y Educación inclusivas: reflexiones desde la existencia"; "Talento y mediación profesional"; "El diálogo en la educación"; "El diálogo sociopolítico en España como problema histórico"; "El diálogo como premisa para la paz"; "Por qué no entendemos lo que dicen los jueces"; "Diálogo social: los consejos de diálogo social en España"; "La comunicación y la gestión emocional"; "Diálogo entre religiones"; "Terapias dialógicas en Psicología"; "El diálogo en la economía"; "El diálogo interpersonal"; "El diálogo cibernético"; "Diálogo social"; "Sin ciudadanos no hay diálogo democrático. Las debilidades y esperanzas de la ciudadanía en España"; "Sabiduría colectiva, diálogo y poder en las redes sociales"… Estos son sólo algunos de los títulos de este Congreso con los que dar cuenta del amplio espectro de temas en él abordado en torno al concepto de diálogo.
Del tratado de las conclusiones, extraemos que el verdadero diálogo requiere que se den al menos dos condiciones básicas. La primera es una reflexión de los propios actos, el espíritu de la indagación y el cambio personal; de lo contrario, se correría el riesgo de no alcanzar el propósito de tratar las causas fundamentales de una crisis (sea cual fuere su naturaleza) y, por el contrario, quedarse meramente los síntomas que asoman la superficie.
La segunda sería la necesidad de que los participantes estén dispuestos a mostrar empatía hacia los demás, reconocer tanto las diferencias como las áreas de coincidencia, y demostrar capacidad y voluntad para el cambio.
De lo expuesto, puede extraerse como corolario que el diálogo es un proceso de genuina interacción mediante el cual los seres humanos se escuchan unos a otros con tal profundidad y respeto que cambian mediante lo que aprenden, y es que, inevitablemente, cada uno de los participantes en un diálogo debe esforzarse por incorporar las preocupaciones de los otros a su propia perspectiva, aun cuando persista el desacuerdo. Obviamente, ninguno de los participantes ha de renunciar a su identidad, pero sí resulta conveniente que cada uno reconozca la validez de las reivindicaciones humanas de los demás y en consecuencia actúe en forma diferente hacia los otros.
Pues lo dicho, el diálogo nos conduce al éxito, su ausencia nos conduce al fracaso.
Juan Cruz Sepúlveda