En algo, sin duda, tiene razón José Morales. Lo sucedido a raíz del altercado que se vivió en la concentración pro saharaui celebrada el pasado viernes en Arrecife es "desproporcionado". Es desproporcionado que se le ...
En algo, sin duda, tiene razón José Morales. Lo sucedido a raíz del altercado que se vivió en la concentración pro saharaui celebrada el pasado viernes en Arrecife es "desproporcionado". Es desproporcionado que se le abra un expediente de expulsión del país, cuando ni siquiera se ha juzgado aún si cometió los delitos que se le imputan. Y es desproporcionada la celeridad y la contundencia policial y gubernamental con la que se ha actuado en este caso.
De hecho, pese a las consultas realizadas por La Voz de Lanzarote, ni la Delegación de Gobierno en Canarias ni el Ministerio del Interior han podido citar hasta el momento un solo precedente en el que se haya echado del país a un inmigrante con los papeles en regla. La ley contempla la posible expulsión, pero se está aplicando a extranjeros que están ilegalmente en España y que tienen "numerosos antecedentes penales y/o judiciales vinculados con terrorismo, bandas organizadas, violencia de género o cualquier otro hecho delictivo de especial gravedad que supone una amenaza para la seguridad pública". Lo dicho, encuadrar este caso en el de José Morales, por más detractores que pueda tener, suena "desproporcionado".
Sin embargo, también es desproporcionado que un grupo de manifestantes, que además ni siquiera tenía permiso para realizar esa concentración, rodee entre gritos a un agente que estaba realizando su trabajo de paisano.Porque aunque fuera verdad que confundieron al agente con una especie de "espía marroquí", lo cierto es que después de que sacara el arma y conocieran su identidad, siguieron rodeándole e increpándole, como confirman las fotografías y los testigos. Ahí, perdieron la razón, porque si hubiera habido un presunto abuso por parte de un agente, ésa no es la forma de resolverlo.
Además, también es desproporcionado que intenten vender este altercado como una especie de represión al pueblo saharaui o una persecución hacia una persona "molesta". Y es que una cosa es debatir si un agente en concreto pudo excederse en sus funciones, o tener una actuación incorrecta, reprobable o incluso sancionable, y otra vender esto como una supuesta conspiración estatal e internacional para terminar con las concentraciones que 20 ó 30 personas realizan de vez en cuando en Lanzarote a favor del Sáhara.
Pero si "desproporcionadas" están siendo las valoraciones de los defensores de José Morales, las de sus detractores tampoco se quedan atrás. La guinda la puso este jueves el Sindicato Unificado de la Policía Nacional, con una nota de prensa totalmente impropia, en la que parecieron olvidarse de que son los representantes de la seguridad del Estado. Ellos están para velar por el cumplimiento de la ley y para mantener el orden, pero no para valorar si una persona participa en muchas o pocas "protestas y algarabías" o en si sale o no en los medios de comunicación. Y mucho menos, para "invitar" a nadie a marcharse de España.
Pueden salir en defensa de su compañero policía. Pueden, como hicieron, denunciar e incluso detener a José Morales, si realmente consideran que atentó contra un agente y alteró el orden público en la concentración del pasado viernes. Pero lo que no pueden hacer es enviar una nota de prensa haciendo valoraciones sobre su vida privada, y mucho menos cuestionando si participa o no en manifestaciones o protestas. Porque de lo contrario, lo que están haciendo es acabar dándole argumentos y fuerza a Morales y a los que le defienden.
Si el problema es que increpó a un agente e incitó al resto de los manifestantes a hacer lo mismo, llegando a desencadenar una situación violenta, eso es lo que habría que valorar y denunciar. Y no debería ser necesario adornar más la historia, como da la sensación de que están haciendo una y otra parte.
Desgraciadamente, la polémica que ha desatado este tema parece haber dado rienda suelta a la rabia de quienes desconfían por sistema de todo aquel que lleva uniforme, y también la de quienes aprovechan cualquier excusa para cargar contra los inmigrantes. Y eso es aún más preocupante que el hecho en sí, por grave que éste haya sido. Por eso, es inadmisible que uno y otro sector estén alimentando esa cruzada y esas fobias.
En lo sucedido el pasado viernes en Arrecife, sólo hay tres opciones: que realmente el policía se excediera, exhibiendo su pistola sin siquiera identificarse como agente; que se excedieran José Morales y el resto de los manifestantes, echándose encima de un policía que estaba haciendo su trabajo; o que se excedieran los dos. Y en el Estado de Derecho al que tanto apelan una y otra parte, eso se resuelve en los tribunales, y no con una trifulca en plena calle, ni con una posterior batalla de notas de prensa subidas de tono. Así, lo único que consiguen es desacreditarse a sí mismos.