En Canarias seguimos perplejos y completamente consternados ante el suceso que sobrecogió los corazones de la ciudadanía canaria, tras el naufragio de una patera en El Hierro en la que viajaban 60 personas. De hecho, el relato es aún más desolador, pues volcó la barcaza, al parecer, tras ponerse en pie para hacer señales a Salvamento Marítimo.
Sesenta personas, entre las que se encontraban cuatro niños, que salieron desde Nigeria días atrás en búsqueda de una vida mejor. Un resultado utópico pero con esperanza, que acabó en una auténtica tragedia. Una situación que parece que desde el Gobierno de España ven como “normal”.
Y es precisamente eso, la normalidad con la que tratan este auténtico drama migratorio, lo que realmente cabrea al pueblo canario. Porque yo quiero pensar que todas las formaciones políticas consideramos fundamental que es un problema que hay que atajar de raíz, de veras que lo pienso. Sin embargo, la falta de interés de Moncloa y del Partido Socialista es, ahora mismo, una auténtica vergüenza.
No creo que sea ya una cuestión de colores políticos o de ideologías, tan siquiera de gobiernos mejores o peores, se trata de humanidad y de respeto por los derechos humanos. Sí, esos derechos que ellos siempre abanderan, que pretenden engañar a los ciudadanos con una careta de empatía que tapa el verdadero desinterés por los demás.
¿Y mientras tanto qué? Nada. Literalmente es eso lo que hacen, absolutamente nada. Miran hacia otro lado, pretenden desviar la información importante y la actualidad con críticas banales y absurdas a la oposición compuesta en su mayoría por el PP. Se agarran a un Gobierno como un koala a su eucalipto, lo que no se han dado cuenta aún es que esa rama está más que podrida.
El Partido Popular no descansará en su empeño de seguir exigiendo a Pedro Sánchez que escuche a los canarios y, sobre todo, haga algo por ellos. Y es que al fin y al cabo no se está pidiendo nada fuera de sus obligaciones, lo que pasa es que el señor Sánchez, como muchos socialistas, no está acostumbrado a trabajar.
Una de las canciones más míticas en nuestro archipiélago, conocida como “Vivo en una archipiélago” y que es prácticamente un himno de nuestra tierra, dice en una de sus estrofas lo siguiente: “Vivo, donde el viento da la vuelta, donde llaman a la puerta y te abren el corazón”, y es quizá uno de los lemas y la idiosincrasia de nuestra gente: su hospitalidad y humanidad, como vimos de los vecinos de Arrieta cuando hace unas semanas arribó una patera a La Garita.
Por eso mismo quizá da tanto coraje la actitud del señor Sánchez, que viene a Lanzarote hasta dos veces al año de vacaciones (derecho que tenemos todos, por supuesto), y que es incapaz de sacar una hora de su tiempo para ir a Puerto Naos y ver la realidad de la inmigración. Supongo que desde la ventana de La Mareta cree él que se ve mejor.
Ese arraigo que tiene el señor presidente con nuestra tierra es bueno, y lo han tenido antiguos presidentes. Lástima que sea solo para broncearse y no para defender a Canarias y a los canarios.
No está cumpliendo con nuestra Comunidad Autónoma. Nos está dejando solos, indefensos. Si estuviéramos en un terrero de lucha un viernes por la noche, oiríamos por la megafonía eso que dice: amonestación al señor Sánchez por pasividad a la brega.