El principal reto de la agricultura en Lanzarote

11 de diciembre de 2020 (20:45 CET)

El declive del sector primario (abandono del campo, amarre forzoso de los barcos al no poder seguir faenando en el banco canario-sahariano y cierre de las conserveras) fue provocado en parte por la llegada del turismo que vino a mejorar considerablemente, así hay que reconocerlo, las condiciones socioeconómicas de los que hasta ese momento se dedicaban a la agricultura, estaban embarcados o trabajaban en las fábricas de conservas. No obstante, esta situación trajo consigo una pérdida sustancial de nuestro grado de autoabastecimiento.  

La crisis sanitaria, económica y social que estamos padeciendo evidencia: por un lado, la excesiva dependencia del turismo; y, por otro, la diversificación que se debe afrontar de forma urgente en la economía de esta isla. En este sentido cobra un especial protagonismo el trabajo realizado por agricultores, ganaderos y pescadores que ha sido considerado como esencial desde la primera declaración del Estado de Alarma decretado por el Gobierno de la Nación. Es más, este sector está destinado a ser uno de los que puede contribuir a la recuperación económica del país.

En Lanzarote, por el contrario, se constata cómo cada año se cosecha menos cebollas, se plantan menos papas, granos y cereales, así como sandias, calabazas, arvejas o millo. Sólo hay que darse una vuelta por el campo para ver fincas abandonadas por todos los rincones con su evidente repercusión negativa sobre el paisaje. 

Además, los pocos agricultores que van quedando perciben por las ventas de sus cosechas, en muchas ocasiones, unos precios que no llegan a cubrir los costes de producción. Lo que al final les forzará a abandonar sus tierras de cultivo. 

  Hay que tomar conciencia de que el desarrollo del sector primario no se consigue sólo con festivales de saborea o ferias de la tapa. Se necesitan otras iniciativas y a los hechos nos remitimos, pues a pesar de los innumerables eventos celebrados, lo cierto es que cada año que pasa hay menos agricultores. Por lo que algo habrá que cambiar, si se pretende impulsar la agricultura para aspirar a niveles mayores de soberanía y seguridad alimentaria.  

En esta dinámica la pregunta lógica sería: ¿cuáles son las acciones a implementar para garantizar la permanencia de la actividad agraria y a su vez posibilitar el tan deseado relevo generacional?.  En la búsqueda de estos objetivos hay unas medidas que se tienen que ejecutar por parte del Cabildo; y otras por los propios agricultores.  

 

El Cabildo tiene que adoptar políticas destinadas a:  

-Facilitar agua suficiente y de calidad para el riego agrícola, pues aunque estos últimos días ha llovido un poco y ha animado a plantar, no se puede negar que asistimos a un periodo prolongado de sequía como consecuencia del cambio climático.

-Elaborar un Plan Insular Agrario que responda a los desafíos de una agricultura que, siguiendo las exigencias de la nueva Política Agraria Común, tiende a ser más ecológica y sostenible. 

-Fomentar la constitución y funcionamiento de las cooperativas de agricultores, tal y como se viene haciendo en otros lugares con un éxito más que notable. Los responsables públicos de esta isla deben apoyar estas figuras asociativas ya que ponen a la persona en el centro de la actividad económica, y además son un instrumento adecuado para vertebrar el sector.

-Por parte del Cabildo se debe prestar atención prioritaria a los productores agropecuarios para que sus demandas sean puntualmente atendidas, y no cómo hasta hoy, donde sus peticiones  vienen sufriendo un cierto retraso motivado sobre todo por el hecho de que la consejería de agricultura, ganadería y pesca también engloba las áreas de promoción económica y turismo, lo que ha redundado en una inasumible carga de trabajo para el departamento. A lo mejor, sería conveniente la creación de una consejería dedicada exclusivamente al sector primario. Esta petición es sumamente comprensible en las circunstancias actuales, máxime cuando a partir de ahora por la consejería a través del departamento de turismo se tendrá que dedicar más tiempo -en detrimento agricultores, ganaderos y pescadores- a las campañas de promoción destinadas a recuperar los mercados emisores de turismo.

Y, desde el ámbito de los agricultores:  ¿ cuál es su principal reto?. Lograr la unión tanto en la comercialización conjunta de las cosechas para así obtener un precio razonable, cómo a la hora de formular las reivindicaciones ante las diferentes administraciones. Pero, si se sigue pensando que aquí los agricultores no se pueden agrupar entonces la agricultura no tendrá futuro. No lo decimos nosotros sino gente que por su experiencia, logros y éxitos conseguidos en sus respectivos subsectores conocen muy bien el funcionamiento de la cadena agroalimentaria.

 Se ha tenido la oportunidad de visitar las cooperativas más grandes de Canarias dedicadas al cultivo del tomate, la piña tropical y el plátano. 

-COAGRISAN: radicada en Gran Canaria, en la Aldea de San Nicolás de Tolentino, que comercializa al año cerca de 20 millones de kilos de tomates.  

-SAT FRUTAS DEL HIERRO: opera en la Isla del Hierro y cosecha sobre los 2 millones de kilos de piña tropical.  

-COPLACA: agrupa a 17 cooperativas o SAT con agricultores repartidos por varias islas y pone en el mercado más de 130 millones de kilos de plátanos al año.  

Hemos hablado con sus gerentes y técnicos, a los que les hemos formulado la misma pregunta: ¿por dónde pasa el futuro de la agricultura?, y todos han respondido de forma unánime: “Por la unión. No hay otro camino”; para añadir a continuación: " pertenecer a una cooperativa (idea que deben interiorizar los agricultores de Lanzarote) permite planificar las cosechas, centralizar las compras de los insumos para adquirirlos a mejores precios, identificar las necesidades de los mercados para poder suministrarlos en óptimas condiciones, y como último objetivo poseer una mínima capacidad de influencia a la hora de negociar las condiciones de venta con las grandes empresas distribuidoras".  

Por consiguiente, para que los agricultores puedan recibir una retribución justa por la venta de sus cosechas tienen que estar integrados en una cooperativa, palabra proscrita en Lanzarote por las desafortunadas experiencias vividas en el pasado, pero que hay que rescatar y hacerla nuestra de una vez y para siempre, si queremos que la agricultura no termine por desaparecer en esta isla. 

  Firmado por el Consejo Insular de Lanzarote de PALCA-UNIÓN DE UNIONES.

 

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