Me preocupa mucho lo que sucede en relación con los estudios superiores en la isla de Lanzarote. La educación superior es un derecho fundamental para el desarrollo de cualquier sociedad. En Lanzarote, la ausencia de una universidad presencial hace que muchos jóvenes emigren para estudiar, generando desigualdades económicas, emocionales y sociales. Este problema no solo afecta a los estudiantes y sus familias, sino que también supone una pérdida de talento para la isla. Es imprescindible buscar soluciones viables que garanticen el acceso a la educación universitaria sin que los jóvenes deban abandonar sus hogares.
La solución más evidente y estructural sería la creación de una universidad en la isla. Un campus universitario con una oferta académica variada permitiría a los jóvenes estudiar sin necesidad de trasladarse. Esto no solo facilitaría el acceso a la educación superior, sino que también impulsaría la economía local, atrayendo profesores, investigadores y nuevas oportunidades laborales.
Creo que una medida posible podría ser la expansión de programas a distancia. Para los universitarios, tenemos la UNED, pero la oferta es algo limitada; se podrían ampliar los grados. A los que necesiten trasladarse a otra isla, el gobierno no solo debería ayudar con los gastos de matrícula, sino también con la vivienda, transporte y manutención.
Quizá se podrían establecer acuerdos con las universidades de Gran Canaria y Tenerife para facilitar el acceso de estudiantes de las islas menores, ofreciendo residencias a precios accesibles y programas de movilidad que les permitan regresar con frecuencia a sus hogares.
La universidad dual es otra posibilidad que considero muy atractiva para los estudiantes. Estos adquirirían experiencia laboral mientras estudian. En una isla como Lanzarote, con una economía muy dependiente del sector turístico, se podría fomentar que los jóvenes se especialicen en áreas como energías renovables o en un turismo de calidad.
La educación a distancia sería otra opción, pero se requerirían muchos recursos tecnológicos. Sería necesario dotar a la isla de centros equipados con aulas virtuales, bibliotecas digitales y laboratorios remotos, donde todos pudieran acceder a los materiales.
Las propias universidades pueden ofrecer trabajos a los estudiantes para ayudarles a financiar sus estudios, como ayudantes en proyectos de investigación junto a profesores. Esto no solo les permite ganar algo de dinero, sino también adquirir experiencia valiosa en su campo de estudio y sentirse útiles.
Ayudando en la biblioteca de la universidad, con tareas como la organización de libros, la asistencia a otros estudiantes de la propia universidad o trabajos administrativos, también pueden colaborar en la gestión de eventos, en la atención al público o en la organización de actividades académicas. Además, los estudiantes más avanzados pueden ofrecer tutorías a sus compañeros de menor nivel en asignaturas que dominen mejor. Esto es beneficioso tanto para el tutor como para los estudiantes que reciben la ayuda, promoviendo un trabajo cooperativo. Muchos campus universitarios tienen cafeterías o restaurantes donde los estudiantes pueden trabajar sin salir de su lugar de estudios.
Muchos jóvenes dominan los contenidos digitales y tienen habilidades en diseño gráfico, video, marketing digital o desarrollo web. Pueden ofrecer sus servicios para crear contenidos y hacerlos visibles en redes sociales.
Sin una formación adecuada, muchos terminan en trabajos precarios, sin posibilidad de crecimiento, lo que provoca un estancamiento en el desarrollo de la isla. Algunos se sienten sin rumbo, ya que no tienen perspectivas de futuro, lo que los lleva a la desmotivación y a caer en dinámicas perjudiciales, buscando entornos nocivos.
Refiriéndome a la recién fallecida Yolanda Arencibia Santana, quien dedicó muchos años de su vida al estudio de la obra de Benito Pérez Galdós, resaltaba la importancia de contar con referentes académicos que inspiraran a nuevas generaciones. En palabras de Benito Pérez Galdós, “La educación es la redentora de los pueblos”.
Gonzalo Ortega Ojeda, catedrático de Lengua de la Universidad de La Laguna, destacó en una entrevista que los jóvenes canarios se expresan de una manera desenvuelta, lo cual aumenta la estima hacia su propio dialecto, y alentó a los jóvenes canarios a preservar su patrimonio cultural.
Un alumno me dijo un día: “No queremos elegir entre marcharnos o renunciar a nuestros sueños”.