Seguro que usted se ha dicho alguna vez aquello de "elecciones debería haber todos los años" en alusión a la cantidad de proyectos que se ejecutan en el año previo a las elecciones. Y en parte tiene usted razón pero permítame explicar, porque entiendo que tiene mucho de lógico que así sea.
Cuando iniciamos una legislatura, se marcan las líneas de actuación de los principales proyectos que se llevarán a cabo a lo largo de ella. Las fases vienen a ser más o menos estas: planificar, proyectar, adjudicar y ejecutar; y en este orden, no podemos ejecutar sin adjudicar y no podemos proyectar sin antes haber planificado.
Esa tiene que ser necesariamente la secuencia y no puede ser de otro modo. De tal forma que con más o menos desviación -y a excepción de los proyectos heredados del anterior mandato, que en mi caso son muchos- en el primer año planificamos qué vamos a hacer, en el segundo los técnicos proyectan, en el tercero se realiza el procedimiento de adjudicación y en el cuarto, por lo general, se inician las obras, coincidiendo con el año preelectoral.
Por eso sostengo lo mucho que de lógica tiene el que se acumulen los proyectos al final de cada mandato en cualquier administración pública, mas allá del efectivo interés electoral que tengamos unos y otros, y de la necesidad y hasta obligatoriedad que tenemos de dar cuentas públicas de nuestra gestión.
¿Qué hacemos si no? ¿Paralizamos todos los proyectos ante la inminente campaña electoral y el temor a esa crítica? Pues no, honestamente creo que ese ni es el camino ni es lo que más conviene al manido "interés general", de ahí lo de "parte de razón".
Por desgracia, la memoria electoral es frágil y cortoplacista. ¿Alguien recuerda los proyectos que sacamos en 2016 o 2017 por ejemplo? Probablemente cuando vaya usted a ejercer su derecho al voto solo recuerde lo realizado en el último tramo del mandato y la oposición tratará de minimizar todo lo anterior, al mismo tiempo que tratará de explotar este sentir generalizado de que, solo se aparenta que se hacen cosas cuando se acercan las elecciones, aunque no sea del todo justo por lo dicho. Pero esto ha sido siempre así y no va a cambiar ahora, como no va a cambiar nuestra determinación de seguir adelante con todos los proyectos hasta el último minuto del mandato y además lo vamos a contar.
No voy aburrirles ahora con detalles del extenso balance de los muchos retos y desafíos que tenía la Isla y hemos superado, como la gestión del ciclo integral del agua, la de los Centros Turísticos, los residuos, el mayor dato de desempleo de Europa, la indudable mejoría en la red de atención social, los múltiples planes inversores de cooperación municipal, o la decidida apuesta por las renovables. Pero nos queda mucho por hacer, a saber: acabar con el alto desempleo, atender la falta de vivienda pública (aunque ninguna de estas dos sea competencia cabildicia), integrar las políticas, servicios y actores sociales, consolidar los planes permanentes de embellecimiento insular, fortalecer las políticas destinadas al sector primario y conservación del paisaje agrario, el patrimonio etnográfico, y todas aquellas acciones que emanan de la estrategia Lanzarote 2020 de la Reserva de la Biosfera, hilo conductor de la acción política de los gobiernos que me he honrado en presidir.
No ha sido fácil gestionar en tiempos de crisis y máxima dificultad, que han sido 5 de los 9 años que llevaré en la presidencia el próximo 19 de octubre. Ahora, cuando la situación se ha estabilizado, cuando la institución y sus empresas públicas están saneadas, cuando tenemos un apoyo más decidido del Gobierno de Canarias y garantizados los Fondos de Desarrollo de Canarias, ahora sí estamos en condiciones de rematar la faena y afrontar grandes y ambiciosos proyectos estratégicos que de otro modo serían impensables, entre ellos el de poner a Arrecife, capital de la Reserva de la Biosfera, a la altura que la ciudad y Lanzarote merecen.
Ésta debe ser y será una prioridad irrenunciable, pero para eso hace falta además del deseado diálogo y aspiración de consenso, la firmeza, valor y determinación para asumir la responsabilidad para la que nos presentamos y ha faltado a la dirigencia política de la capital. Una dirigencia que ha estado y sigue estando demasiado mediatizada por presiones externas que siempre encontraron "agentes útiles" al servicio de sus intereses siempre ajenos a los de la ciudadanía, justamente aquellos que basan su campaña en acusar a Coalición Canaria Lanzarote de tener espurios intereses simplemente porque no nos plegamos a los que son solo los suyos.
Nosotros, hasta que les toque decidir a ustedes, seguiremos trabajando con la misma intensidad que hasta hoy y sin ningún síntoma de agotamiento, al contrario, con la ilusión renovada por la candidatura de Echedey Eugenio Felipe y su equipo a presidir el Ayuntamiento de Arrecife, pero de eso hablaremos otro día. Lo que no vamos a hacer -insisto en que en modo alguno- es paralizar ningún proyecto por mucha cita electoral o crítica ciudadana que haya, entre otras cosas, por que sin duda hacerlo sería mucho peor, también para aquellos que todo lo cuestionan.
Por Pedro San Ginés, presidente del Cabildo de Lanzarote