El más microscópico de nuestros súbditos nos despojó de ella.
Lo paradójico es que ya estábamos enfermos. Y volver a la normalidad sólo implica volver a la enfermedad terminal.
De esa normalidad no hay vacuna que nos pueda salvar. Sólo nos salvará la solidaridad y ello implica alejarnos drásticamente del modelo individualista y consumista de vida que llevábamos antes del confinamiento.
Yo no soy radical ni apoyo dictaduras de ningún tipo. Creo en un sistema económico que nos permita emprender y crecer, desarrollando nuestras capacidades creativas. Pero NO, no creo en el tipo de mercadeo que hemos nutrido y engordado.
A este sistema se le olvidó incluir la solidaridad. Y claro... sin solidaridad, jamás habrá sistema que se sostenga a largo plazo.
Aprendamos por una vez de la Historia, que nos recuerda que l@s que han sido humildes, generosos con los demás y se han desvinculado del ego son los auténticos héroes, y es por eso que l@s valoramos. Y se es héroe o heroína cuando sacrificas la comodidad individual por el bienestar colectivo.
A nadie se le escapa que la forma de vivir que teníamos era el auténtico Covid-indefinido que tenía al Planeta con tos, fiebre y dificultad respiratoria constantes.
En este confinamiento, tenemos una oportunidad de oro para redefinir la normalidad. No es un secreto para nadie que las campañas de publicidad para que volvamos a esa "normalidad" (que era el verdadero virus) serán más brutales y más agresivas que nunca. Aprovechemos para redefinir nuestras necesidades reales y las pseudo necesidades que nos han creado. No. No necesitamos ese bolso nuevo para sentirnos poderosas. Mucho menos esa "comida basura" que no tiene nada de natural. Ni ese cochazo para sentirnos privilegiad@s. Porque para sentir todas esas emociones simplemente necesitamos algo tan sencillo como practicar la solidaridad, apoyar la redistribución de la riqueza, elegir líderes políticos y sociales que estén a la altura de las circunstancias del momento y que luchen por el bienestar de las mayorías.
Analicemos las infinitas incongruencias del estilo y ritmo de vida que llevábamos... llenando nuestros cuerpos de comida basura para llenar vacíos emocionales, comprando ropa y materiales low cost que suponen un gran coste del planeta.
A todos nos pierden los likes, escuchar un " Eres way" y ése ha sido el problema de raíz. Fomentando una autoestima en base a las percepciones sociales que estimulan falsamente el ego, fundamentado en las pertenencias y no en la generosidad y la solidaridad.
Tener una casa, un coche y pagar mil préstamos que siempre supimos que estaban por encima de nuestras posibilidades; endeudarnos para pagar con noches sin dormir dándole vueltas a cómo hacerlo. Eso NO es vida. Se aleja de la felicidad. Porque cuando no puedes dormir, es imposible ser feliz.
No es normal que el 1 por ciento de las personas del planeta, acumule más del 80 por ciento de la riqueza del mismo, mientras más de 50 por ciento muere de hambre.
¿De qué les sirve tener dinero para sus futuras 30 generaciones si puede que no vayan a tener ni una?
Necesitamos referentes que nos inciten a ser mejores y no a consumir sin consciencia. Necesitamos personas que nos den trucos para reciclar y ahorrar, para evitar el consumismo innecesario.
Ojalá la reflexión, que este confinamiento provoca nos permita luchar contra el rearme de los lobbys publicitarios.
La buena noticia, es que, esta vez, La Resistencia, tiene al Planeta Tierra de su parte.
El ecologismo no es de derechas ni de izquierdas, es la condición indispensable para tener futuro. responsabilidad y un compromiso con el espacio y el presente.
En este año que celebramos el centenario del nacimiento de César Manrique, qué mejor homenaje que reflexionar sobre la mejora del sistema...?
Podríamos empezar, por ejemplo, por enfocarnos en potenciar un turismo sostenible para el que venir a visitar nuestra tierra sea un lujo... no una oferta promocional de última hora con un todo incluido sin salir del hotel .
Reflexionemos, reflexionemos...!
Amalia M. Fajardo