Tengo el privilegio de haber nacido ya en una democracia, joven allá por finales de los 80, pero que entusiasmaba al país. Una política de consenso, de acuerdos y, sobre todo, con una idea común pese a las fuerzas políticas diversas que existían: la unidad de España.
Ahora, en 2023, todo eso que se construyó, peligra. Y peligra por algo tan pequeño como egoísta, y no es más que la ambición de Pedro Sánchez de mantenerse en el poder. De perpetuarse en Moncloa pese a perder las elecciones del pasado mes de julio, y no solo eso, sino llegando a acuerdos con enemigos de España y formaciones que pretenden romper este país, como los partidos independentistas catalanes.
Y no cuestiono la necesidad de llegar a acuerdos, porque afortunadamente pertenezco a un partido, como el Partido Popular, que siempre ha sido un ejemplo en dialogar y consensuar con otras formaciones políticas. Pero siempre lo ha hecho amparándose en la ley, en nuestra Constitución, y en la base de nuestra democracia: la separación de poderes. Una cuestión que parecía impenetrable, pero el señor Sánchez no tiene problema en traspasarla y poner en peligro la unidad del país.
Decía Charles Louis Montesquieu que “la ley tiene que ser como la muerte, que no exceptúa a nadie”. Y parece una cita más de todas las que el escritor y pensador francés del siglo XVII nos dejó, pero ahora cobra un sentido mayúsculo, pues parece que Pedro Sánchez o se cree inmune a la ley, o estamos frente a la mismísima muerte.
Porque acordó con Junts per Catalunya (partido político que no hay que olvidar que tiene un líder, Carles Puigdemont, que es un prófugo de la justicia que huyó a Bruselas para evitar cumplir con sus delitos en España) aprobar una Ley de Amnistía, que a groso modo y para que todos lo entiendan, es una ley que exime a todos los condenados por el referéndum ilegal de 2017 de todos sus delitos. Es decir, que pasan por encima del poder judicial y, mediante un decreto, perdonar los delitos.
Esta decisión totalmente arbitraria del señor Sánchez es un auténtico atraco a la democracia española, porque ha pisoteado los derechos de los más de 48 millones de españoles, y dinamitando la separación de poderes que tanto costó tener desde hace poco más de cuatro décadas en España.
Y las cosas hay que decirlas como son, Pedro Sánchez quiere ejercer, mediante este tipo de actitudes, el poder legislativo, ejecutivo y judicial, y un lugar donde el presidente hace eso se llama dictadura. Hay motivos para empezar a preocuparse, y mucho, por las decisiones del señor Sánchez.
Y no, no somos alarmistas, somos realistas. Porque si la Ley de Amnistía supone una lapidación a la democracia, el acuerdo de perdonar 15.000 millones de euros de deuda a Cataluña es, sin lugar a dudas, un acto de privilegios hacia una Comunidad Autónoma y, por tanto, un ejercicio de falta de respeto y de desprecio hacia el resto, entre ellas a Canarias.
Porque mientras perdona millonadas y entrega la red de trenes regionales a Cataluña, aquí vivimos la mayor crisis migratoria de la historia, con llegadas diarias de embarcaciones llenas de personas migrantes irregulares y con los recursos muy por encima de su capacidad. ¿Qué ha hecho el señor Sánchez ante esto? Muy sencillo: lamentar la situación y enviar aviones a Senegal. O lo que es lo mismo: reírse continuamente de todos los canarios.
En Canarias sufrimos la situación geográfica de región ultraperiférica, con una crisis migratoria sin precedentes, y con una deuda por parte del estado de 4.400 millones de euros. Eso es lo que ha conseguido Pedro Sánchez y el PSOE con nuestra tierra. Y lo hizo cuando en la legislatura anterior gobernaban en el Gobierno de Canarias, en teoría para “mejorar la vida de los canarios”, aunque lo que hicieron fue cavar un agujero más hondo para meternos en él.
No sé hasta cuando seguirá esta situación, pero este domingo ya vimos que España no está de acuerdo con estas políticas. Las capitales y las grandes ciudades se llenaron de banderas de España y de logos del Partido Popular, aclamando un cambio necesario y urgente.
No necesitamos sus políticas señor Sánchez, necesitamos restablecer el orden político de nuestro país. Nuestra democracia no se vende a nadie, y menos por perpetuarse en el poder. Tenga decencia y pare de “pegar latigazos” a todos los españoles.