El 24 de marzo de 2012 estará señalado en la historia de Lanzarote como la mayor movilizaciónpopular jamás vista en la isla que me vio nacer. A pesar del vergonzoso baile de cifras al quealgunos se atrevieron, ...
El 24 de marzo de 2012 estará señalado en la historia de Lanzarote como la mayor movilización
popular jamás vista en la isla que me vio nacer. A pesar del vergonzoso baile de cifras al que
algunos se atrevieron, nadie que estuviese allí y se respete a sí mismo, dudaría de que la
asistencia superó ampliamente los 20.000 manifestantes. Algo parecido, proporcionalmente, a
que hubieran salido varios millones de personas por las calles de Madrid.
Sin duda, un fenómeno de tal magnitud sólo es posible cuando el conjunto de una sociedad
comparte masivamente una causa que sigue igual de viva, tal y como ha corroborado casi un
año después un sondeo de opinión del siempre profesional Centro de Datos del Cabildo de
Lanzarote. Y ello, a pesar de una poderosa y manipuladora campaña mediática, probablemente
dotada de los muchos recursos económicos que sobran a REPSOL, y las muchas palancas de
presión que utiliza el ministro de Industria y Turismo, claramente alineado con los intereses de
las multinacionales y enfrentado a los de Canarias y los canarios, a quienes debiera representar
en la Cámara Baja.
Un ejemplo simple pero ilustrativo y visible de ese poder es que, a tenor de la frecuencia casi
diaria con que aparecen en portada de casi todos los diarios canarios fotografías de plataformas
procedentes de distintos lugares del mundo, pareciera que nunca antes hubo plataformas en
los puertos canarios, o que estas son las de REPSOL y vienen de extraer petróleo en aguas
profundas frente a Lanzarote o Fuerteventura. Bochornoso el intento de enfrentar y dividir a los
canarios haciendo creer a unos que sus intereses chocan con el egoísmo y la ignorancia de
otros.
Hoy hace justo un año de aquel éxito colectivo, y a pesar de que -habiendo sido yo mismo, como
presidente del Cabildo, el convocante de la manifestación? no sucumbimos a la fácil tentación
de intentar capitalizarla y evitamos toda intervención política en una acto que congregaba a unas
25.000 personas, desde ese mismo día supe que la principal arma arrojadiza de los mentores
petroleros sería precisamente la supuesta "manipulación política" de un pueblo que se expresó
libre, convencido y unido como nunca antes lo había hecho. Para ellos, efectivamente, no podía
ser de otro modo que tanta gente simplemente pensara y desaprobara libremente sus aviesas
intenciones. Dos días después, el ministro Soria tachó a todos los manifestantes de fiesteros
convocados por bocadillos y pandereta. Y en esas sigue, sin pedir disculpas.
Mucho ha llovido desde entonces y numerosas han sido las "ideas fuerza" engañosas con las
que los tentáculos del poder han tratado de vendernos las bondades del oro negro. Pero quizá
la última en su estrategia de diseño, ha sido lo que califiqué en un artículo reciente como un
"miserable objetivo", y este no es otro que instarnos a la obligada negociación con la única
intención, acto seguido, de acusarnos de poner en venta nuestra firme voluntad de luchar con
todo contra lo que consideramos una terrible amenaza incompatible con nuestro modelo de
desarrollo.
En esa misma estrategia, y ante su frustración por no lograr la fotografía de la negociación,
la última de las trampas conceptuales con la que pretenden tomarnos a los canarios por
imbéciles, es el empecinamiento en establecer un tributo específico al petróleo, que beneficiaría
a saber cómo a los canarios, e incluirlo necesariamente en el marco de un Pacto por Canarias.
Como si no fuera posible y necesario llegar a acuerdos sobre políticas de Empleo, Sanidad o
Educación si el Gobierno de Canarias no acepta la imposición de la ansiada fotografía. Por ser
más claro, el PP no está dispuesto a solventar los problemas de Canarias y sus gentes si el
ejecutivo autonómico no claudica en su rechazo a la industria petrolera para cuya implantación
paradójicamente el gobierno central dice no necesitar a Canarias y así se ha manejado. Pero
tampoco la necesitaría para establecer, si tan justo lo cree, el dichoso tributo, y ahí sigue
intentado colarlo en el Pacto por Canarias. En definitiva, el mismo y miserable objetivo de la
fotografía de las "voluntades vendidas".
Respeto a quienes creen que estamos equivocados y defienden su postura con argumentos
respetables pero, lo siento mucho, ninguno de estos me lo parece. Así las cosas, un año
después de que Lanzarote y Fuerteventura hablaran alto y claro, les reafirmo que no
venderemos nuestra voluntad, que seguiremos luchando con todos los instrumentos, jurídicos,
políticos y sociales que entendamos puedan contribuir a desterrar para siempre esta terrible
amenaza para Canarias, e invito a los lanzaroteños y a todos los canarios a no decaer, a evitar
que nos impongan nuestro destino, a hacernos respetar, y a luchar para que los canarios
podamos decidir libremente el futuro que queremos para nuestra tierra.
Pedro M. San Ginés Gutiérrez es presidente del Cabildo de Lanzarote