La Octava Isla

1 de septiembre de 2018 (14:45 CET)

Ahora que La Graciosa ha sido declarada octava isla, es conveniente no olvidar que tradicionalmente lo fue Venezuela, una octava isla que recibió a miles de canarios, de los que muchos se establecieron allí hace décadas. Españoles que emigraron buscando un futuro mejor, que con mucho esfuerzo y sacrificio se hicieron hueco en aquella tierra trabajando duramente y, actualmente, como la gran mayoría de venezolanos, están pasando penurias, sufriendo situaciones difíciles de seguridad personal, faltos de alimentos o medicamentos, encontrándose en total desamparo por el país que lo han dado todo. 


Canarios y españoles que en momentos de pobreza aquí fueron para allá, y que en muchos casos pudieron mandar parte de sus ahorros para ayudar a sus familias en Canarias o en la Península. Por ello, sí que es justo que ahora se les atienda y ayude, dado que están pasando por muchas y graves dificultades.  A ellos, sin duda, sí hay que abrirles las puertas y darles las facilidades económicas y burocráticas necesarias si deciden volver, e igualmente ayudarles en caso de que decidan continuar en Venezuela. 

 

El Gobierno de España, ha lanzado un mensaje a todos los inmigrantes subsaharianos de puertas abiertas y recursos abundantes cuando llegan aquí, pero aún no ha sido claro y contundente en su obligación primera de atender a los españoles en dificultades en Venezuela, entre los cuales se cuentan miles de canarios. Compromiso que sin duda también esperamos del Gobierno canario. 
 

Han servido Chávez y Maduro para hundir una economía rica y con abundantes recursos como la venezolana, para acabar con el sueño y sacrificio de tantos canarios, además de empobrecer a todos los venezolanos, aunque antes, eso sí, surtieron de abundantes fondos económicos, recursos y petróleo a países cercanos en ideología política, y regímenes parecidos, como Cuba o Nicaragua que también en la actualidad pasan por graves problemas. Además, ayudó la entonces abundante  economía venezolana a crear, por ejemplo, un partido político en España, y hasta enriquecieron  a algunos políticos españoles con charlas, tesis, asesoramientos...; el tic tac que tanto decían ha empezado, pero no tanto para España como para Venezuela. 

Debe servir Venezuela de ejemplo de lo que debemos evitar aquí. Si nuestros políticos se apuntan a la demagogia y populismo, más que a la buena gestión de los recursos, a la responsabilidad y las necesidades de futuro, mal nos irá. Por lo pronto, algunos parece que están dedicando demasiado tiempo, esfuerzos y recursos a Franco, a la Guerra Civil o al Valle de los Caídos, y otros pretenden enfrentarse por lazos amarillos como señal de  identidades nacionales inventadas o trasnochadas.  Si seguimos así, inevitablemente, no estaremos tan lejos de Venezuela. 

  Confiemos que todos estos despropósitos se corrijan a tiempo, que los políticos destaquen por la buena gestión, por la brillantez, no por inventar conflictos, engañando y mal usando los recursos públicos. Mala señal es, lamento decirlo, que los nuevos líderes de PSOE y PP no hayan trabajado nunca fuera de sus partidos políticos, ni tan siquiera gestionando un pequeño Ayuntamiento.  Es muy decepcionante que el actual Presidente del Gobierno de España, tras tanto batallar para echar a su antecesor y crear ciertas expectativas, en apenas tres meses en el poder, esté dilapidando el tiempo y su crédito como máximo mandatario del país. En su primer mes gobernando se propuso atraer a cualquier precio y de cualquier manera a todos los subsaharianos hacía aquí; su segundo mes, y aún recién llegado su cargo, se lo tomó de vacaciones, a pesar de que el país tenía y tiene graves problemas por resolver; y ahora, al parecer, se ha ido a arreglar Bolivia o Colombia, pero curiosamente no se ha pronunciado con claridad y contundencia sobre Venezuela y su situación.

Esperemos que el Presidente del Gobierno pueda invertir este mal inicio. No estaría mal empezar volcándose ya en ayudar a la octava isla, en especial y con urgencia a los españoles y canarios que están pasando serias dificultades y penurias en Venezuela.

 

 

Por Manuel Cabrera Cabrera

 

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