Casi no tenía cartas, pero las ha aprovechado al máximo. Con una estrategia casi impecable, Cándido Reguera puso fin a la agonía que se inició el miércoles 22 de febrero, cuando Pedro San Ginés dio por terminado el pacto ...
Casi no tenía cartas, pero las ha aprovechado al máximo. Con una estrategia casi impecable, Cándido Reguera puso fin a la agonía que se inició el miércoles 22 de febrero, cuando Pedro San Ginés dio por terminado el pacto con el PP en el Cabildo. Desde entonces, y especialmente tras la destitución de los concejales del PP en Teguise, Reguera sabía que se avecinaba una moción de censura contra él. De hecho, para mayor escarnio, Alternativa Ciudadana hablaba incluso públicamente de la oferta que le habían hecho CC y PSOE para formar un nuevo gobierno en la capital.
Sin embargo, Cándido Reguera decidió adelantarse, poniendo fin a una situación esperpéntica, en la que seguía gobernando junto a los socialistas, mientras toda la isla sabía que tenía los días contados en la Alcaldía, y que se estaba orquestando un nuevo grupo de gobierno con el nacionalista Manuel Fajardo Feo como alcalde. Y Reguera no lo hizo cesando a los concejales del PSOE, que hubiera sido lo más cómodo para ellos, sino dando él mismo un paso atrás. Eso sí, un paso de esos que se dan para coger impulso? o para esperar mejores tiempos.
Por un lado, Reguera ha conseguido poner en una situación incómoda a los socialistas, haciéndoles públicamente una oferta que han tenido que rechazar: nada menos que la Alcaldía de Arrecife. Por otro, ha conseguido abortar la inminente moción de censura, dejando esa puerta abierta para el futuro. Y es que si el pacto que se firmó tras las últimas elecciones no ha durado ni ocho meses? ¿por qué debería aguantar más de tres años la nueva alianza que se selle?
Lo dicho, como estrategia política, desde luego, resulta casi impecable, dentro del escaso margen de maniobra que tenía. Sin embargo, esta jugada puede parecer maestra, como incluso reconocen algunos de sus adversarios políticos, pero también es un reflejo más del disparate político en el que la isla lleva instalada desde hace más de dos décadas.
Una vez más, Lanzarote vuelve a convertirse en un laboratorio. En un escenario de experimentos, maniobras e intrigas, donde todos los partidos parecen jugar una eterna partida, usando como tablero las instituciones de la isla. Desgraciadamente, lo sucedido en las dos últimas semanas demuestra que nada ha cambiado. Que seguimos exactamente igual, pese a que los ciudadanos de esta isla llevan pagando demasiado tiempo las consecuencias de esa inestabilidad.
En junio de 2011, cuando hace poco más de ocho meses se cerraron los pactos tras las elecciones, desde este mismo editorial se advertía de ese peligro. Las direcciones regionales de CC y PSOE pidieron entonces un pacto en cascada, pero en Lanzarote no se cumplió, y se sellaron hasta cinco alianzas distintas en las instituciones de la isla. Por eso, si se suman además los desencuentros personales, como los que mantenían Pedro San Ginés y Ástrid Pérez en el Cabildo, lo que ha sucedido era casi una crónica anunciada.
Ahora, dentro de la ceremonia de la confusión que rodea a toda crisis institucional que se precie, unos y otros podrán dar mil y un argumentos y explicaciones. Podrán incluso intentar que los ciudadanos comulguen con ruedas de molino. Pero el trasfondo es mucho más sencillo. Había que echar a unos para que entraran otros. Lo mismo que unos y otros han hecho mil veces en los últimos años. Con una excepción, eso sí: Alternativa Ciudadana.
Su caso supone la gran novedad en este nuevo culebrón de la política lanzaroteña, ya que por primera vez se ha decidido a entrar en un grupo de gobierno. Tuvo una clara opción tras sus primeras elecciones, cuando los mismos partidos con los que ahora pretende pactar le ofrecieron una alianza a tres bandas para varias instituciones de la isla. La tuvo también en 2006, cuando el entonces concejal de Alternativa Ciudadana en San Bartolomé, José Antonio González, estaba decidido a presentar una moción de censura contra Miguel Martín, junto con el PSOE y dos ediles del CCN y el PNL.
En aquel momento, la asamblea de Alternativa se opuso, y de hecho eso terminó dando lugar a la salida de José Antonio González de AC. Cinco años después, al inicio de la actual legislatura, Alternativa Ciudadana volvía a tener una oferta sobre la mesa, para hacer exactamente lo mismo que sí está dispuesta a hacer ahora: gobernar junto a CC y el PSOE en Arrecife.
Según afirman, han "madurado" como partido y creen que pueden aportar su sello a la institución. En cualquier caso, si realmente se consuma ese pacto, está claro que para ellos supondrá una prueba de fuego, que puede ser definitiva para bien o para mal. De momento, con este paso ya se han hecho un poquito más parecidos al resto de los partidos, pero ahora es su momento de demostrar si realmente aplican "otra forma de gobernar".
Lo que parece evidente es que no serán un socio fácil. Ellos mismos advierten que están dispuestos a abandonar el barco si sus socios les defraudan. Incluso, celebran no haber tenido que presentar una moción de censura, porque así no ha quedado "blindado" el futuro alcalde, y podrán censurarle más adelante si lo consideran oportuno. Al menos, ellos lo dicen claramente, pero, desde luego, no es una manera muy alentadora de empezar.