El Hospital Insular a debate

12 de febrero de 2025 (20:36 WET)

Estos días se están oyendo diferentes voces sobre el Hospital Insular y su futuro.

Me gustaría aportar algunas ideas desde mis conocimiento de la institución, que solo pretenden hacer aportaciones a ese debate.

En primer lugar el edificio, su estado y reforma.

Este año se cumple el 75 aniversario de la apertura del Hospital Insular. Las obras comenzaron en 1945 pero no fue hasta 1950 cuando se puso en funcionamiento con una sala de medicina, con espacios separados para hombres y mujeres, un pabellón de tuberculosos, un asilo y la casa del niño. Eran las necesidades de la época. Como señala Eva R. de León Arbelo en su trabajo: Hospital Insular, Síntesis Histórica 1950-2000; arquitectónicamente pertenece al estilo del Mando Económico, que hace una continua apelación a la historia, utilizando elementos de la tradición como el neocanario, con otros de la modernidad racionalista. Se utiliza la piedra, de cantería de Arucas para la escalera de acceso. Las fuentes en las que se inspira el estilo del edificio son Néstor Martín Fernández de la Torre y José Enrique Marrero Regalado, que tiene su precedente en el Palacio de Justicia de Santa Bárbara, California en EEUU, proyectado por James Craig Osborne.  El resultado del conjunto  fue considerado de una gran humanidad, insospechada en los centros hospitalarios de la época. Por su escala y diseño racionalista, el conjunto de la obra es considerado una excepción.

Se trata pues de un edificio valioso, con un destacado valor patrimonial  que define claramente el paisaje de esa parte de una ciudad como Arrecife, tan necesitada de preservar su patrimonio.

A principio de los años 2000, se convocó un concurso público de proyectos para reformar el edificio, siendo ganadores el mismo equipo de arquitectos que luego proyectarían el Hospital Dr. Negrín de Gran Canaria. Ese proyecto completo, está archivado en la Oficina Técnica del Cabildo Insular. El coste de la reforma ascendía a unos doce millones de euros, pero no existió la decisión de llevarlo a cabo y se perdió una valiosa oportunidad. 

En el año 2019, tras la integración en el Servicio Canario de la Salud, los servicios técnicos identificaron deficiencias estructurales que afectaban al suelo del ala derecha del edificio principal, que se sustenta sobre un sótano y cuyas vigas se encontraban  seriamente dañadas. Se encargó entonces a una consultora un plan director para reformar el Hospital Insular, en el que junto con el resto del equipo tuve la oportunidad de participar. Era el paso previo para dimensionar los servicios y espacios, que sirvieran de base al encargo de un proyecto arquitectónico y determinar a continuación los correspondientes costes de dicha reforma. El plan director se completó, a pesar de que la pandemia absorbía todo el tiempo y todas las energías;  y se envió a los servicios centrales para su aprobación, pero no me consta que el proceso siguiera adelante ni en ese momento, ni ahora.

Actualmente se está trabajando en el traslado de los servicios del edificio principal del Hospital Insular al anexo del Hospital Dr. Molina Orosa. Ese traslado parece que será definitivo, ya que no se hace para acometer obras de reforma, puesto que no existe de momento un plan para remodelar el Hospital Insular. Si embargo en mi opinión, habría que elaborar al menos un proyecto para que el edificio una vez desocupado, no se deteriore irremediablemente. La fragilidad de los materiales con que está construido, la necesidad de continuo mantenimiento que ha tenido hasta ahora, los déficits estructurales mencionados y la importancia de la edificación, deberían llevar al Gobierno de Canarias, su propietario, a elaborar un plan de conservación y evitar  que el edificio colapse o que el abandono y la desidia acaben por destruirlo. No exagero, recuerdo a todos el estado en el que se encuentra la casa modernista de Famara y algunos edificios antiguos del centro de Arrecife.

En segundo lugar, cómo conseguir que las decisiones que se tomen no solo no afecten, sino que mejoren el Servicio de Geriatría.

No es el momento de hacer una historia del papel asistencial que el hospital ha tenido en la isla. En los años sesenta su moderno quirófano para la época, salvó la vida de muchos lanzaroteños y de marineros víctimas de accidentes, de la potente flota española y extranjera que operaba en el Banco Canario-Sahariano. Me contaba el Dr. Don José Molina Aldana, que muchas veces tuvo que hacer intervenciones de madrugada para socorrer a estas personas, pues el quirófano del Hospital Insular era el más próximo que se encontraba de la flota  en esta zona del Atlántico.

Creo que también es conocida la historia de cómo el Hospital Insular llegó a ser un referente en Geriatría. Hizo el número 33 de los actuales 53 servicios, que en España tienen acreditación docente de posgrado y por tanto la capacidad para formar enfermeras y médicos especialistas en Geriatría. Aún sigue siendo el único en Canarias.

Una parte esencial del Servicio de Geriatría es el Hospital de Día. El primer hospital de día de geriatría se abrió en 1957 en el Cowley Road Hospital de Oxford, Reino Unido. Su creador fue el Dr. Lionel Cosin, que había sido encargado de una unidad de pacientes crónicos de dicho hospital. Logró reducir  a la mitad la estancia media de los ingresados. Desde entonces los hospitales de día de geriatría son parte imprescindible de los servicios de dicha especialidad. Tanto es así que tenerlo fue uno de los requisitos indispensables para la acreditar la unidad docente. El hospital de día es mucho más que una sala de rehabilitación, es un equipo de profesionales que trabaja integrado con todo el servicio, con los pacientes y sus familias para optimizar la vuelta a casa de los pacientes frágiles, ingresados en las unidades de hospitalización convencional: agudos de geriatría, ortogeriatría, cirugía, neurología, medicina interna y otros, que suponen casi el 70% de los pacientes. Es una unidad puente entre el hospital y el domicilio que rehabilita las funciones físicas, mentales y sociales de los pacientes, para que vuelvan a desenvolverse en su medio de una manera independiente. Es un potente dispositivo de prevención de la dependencia. Pero además sirve para ajustar tratamientos, hacer controles clínicos, administrar medicación, hierro parenteral, transfusiones, controles analíticos, cura de ulceras. El hospital de día de geriatría por sus funciones, debe estar al lado de las unidades de agudos y de las consultas, de donde recibe a la mayoría de los pacientes. También por funcionalidad, por rendimiento y por optimizar las funciones del personal: los fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales o logopedas y demás profesioanles, acuden a ver a los pacientes a pie de cama en las unidades de agudos, al ingreso para valorarlos y antes del alta, dando indicaciones sobre las intervenciones necesarias, compartiéndolas con los geriatras y con los demás profesionales. De esta forma el personal se optimiza y no necesita duplicarse. No olvidemos que el personal es el factor de mayor coste de los servicios sanitarios.

Estar unido con el resto del servicio permite los ingresos directos evitando el paso por urgencias, lo que en el caso de los pacientes frágiles y pluripatológicos es fundamental. 

Por otro lado trasladar el hospital de día junto con todo el servicio, favorece que se beneficie de la tecnología, laboratorio, radiodiagnóstico, especialidades y demás ventajas de estar en el Hospital Dr. Molina Orosa.

Por tanto, se trata de que si hay que hacer el traslado, que sea para mejorar el Servicio de Geriatría, que ya es excelente, no para perjudicarlo amputando una parte tan importante como es su hospital de día. Los pacientes serán los principales beneficiados si aprovechamos esta oportunidad de mejora.

Y por último me preocupa otro tema no menos importante. Las personas que padecen una enfermedad suelen perder el apetito y si la enfermedad se alarga, esa pérdida se prolonga en el tiempo. Paradójicamente la desnutrición suele ser una complicación de la hospitalización si no se toman las medidas preventivas adecuadas. Los pacientes desnutridos tienen más ulceras por presión, confusión mental, complicaciones de las enfermedades de base, alargamiento de la estancia hospitalaria y mayor mortalidad. Los pacientes frágiles, y casi todos los geriátricos lo son, ya ingresan muchas veces con problemas de desnutrición que solo la prevención, la atención, el cuidado esmerado y los conocimientos actuales de nutrición y alimentación, pueden corregir. No se trata solo de la calidad de los alimentos, sino también de la texturización para evitar atragantamientos y aspiraciones; la presentación, palatabilidad, etc. Factores todos que consiguen abrir el apetito, evitar la desnutrición y sus complicaciones y por ende mejorar la salud de los pacientes.

La cocina del Hospital Insular funciona con personal propio, que depende directamente de la dirección y durante años se ha hecho un trabajo para que los alimentos sean otro factor más de curación y mejora de los pacientes. De hecho, uno de los servicios mejor valorados del Hospital Insular es su cocina y los menús que se ofrecen. Desde el primer día de ingreso muchos pacientes lo manifiestan espontáneamente. Por esta razón le propongo a los actuales responsables que este valor no solo no se pierda con el traslado, sino que sirva como aliciente para mejorar este aspecto en todas las áreas de hospitalización.

Para concluir, los hospitales son lugares de esperanza para la humanidad. La gente acude en busca de curación, alivio o consuelo. En el nuestro además nacieron muchas personas, pues fue maternidad durante años. Pero también hemos despedido en él a muchos familiares y amigos. Por eso el Hospital Insular forma parte de la geografía emocional de todos nosotros y está en el corazón de los habitantes de Lanzarote. Si se va a cerrar y trasladar los servicios, que se aproveche esta oportunidad para introducir elementos de mejora en el Servicio de Geriatría, sin perder los valores que ahora tiene y que tanto esfuerzo han costado. Y hagamos todo lo posible para conservar el edificio.

Animo a los actuales gestores. A pesar de las dificultades, se trata de objetivos posibles. Como nos enseñó Cesar Manrique, con una buena razón entre las manos casi todo se puede lograr.

 

Domingo de Guzmán Pérez Hernández.  

Presidente de honor de la Sociedad Canaria de Geriatría y Gerontología y exdirector del Hospital Insular de Lanzarote.

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