Nos encontramos en una situación un tanto anómala en los últimos tiempos. Canarias, y en especial Lanzarote está errando en su mensaje público creando una especie de inseguridad internacional para todos aquellos que nos visitan a la par que generando animadversión más allá de nuestras fronteras al utilizar términos inapropiados que a cualquiera de nosotros nos generaría un malestar lícito.
¿Se imaginan tener la sensación de que los canarios no son bien recibidos en un territorio, el que fuera, porque estamos colapsando el destino? Pues algo así está sucediendo en estos momentos. Todo ello porque hemos visto cómo en la última legislatura, el Partido Socialista, gobernante en Madrid, Canarias y Lanzarote ha utilizado la confrontación como sendero y lo ha transitado con una arrogancia que incrimina y demoniza. Y no se trata de esto.
Tengo claro que en esta película no hay malos y buenos. Que lo que hay que conseguir es un proyecto a corto/medio plazo que nos ayude a prosperar sin excluir a nadie de la ecuación sino todo lo contrario, haciendo partícipe a todas las partes. Que hay que aplicar planes de modernización que permitan a Lanzarote adaptarse a las demandas de accesibilidad y movilidad exigidas. Que hay que crear espacios públicos agradables y útiles para que las zonas turísticas encuentren el empuje que necesitan. Que el sector privado y la administración pública tienen que darse la mano y construir entre todos un tejido fuerte y sólido, sin fisuras, que permita al residente alcanzar un mejor nivel de vida aprovechando las bondades que nos aporta esta tierra en la que vivimos.
Muchas intenciones, plasmadas en mensajes, son loables; encuentran la aceptación y por ende, el respaldo de la opinión pública. Pero uno de los grandes problemas que nos hemos encontrado en Lanzarote es que las actuaciones no se han correspondido con las propuestas. Para llevar a cabo cualquier plan estratégico, es necesario trazar un plan definido y concreto. Normalmente para que sea fructífera esta idea originaria, es necesario mucho trabajo previo y posterior que exige dedicación. Y, el balance que se puede sacar de este gobierno socialista es que no ha existido el trabajo previo, mucho menos el posterior y una de dos; o falta dedicación o capacidad. Sea como fuere, el resultado es el mismo.
Ahora, en la tónica habitual de la improvisación que ha sido la gran protagonista los último años, se incide más si cabe en la famosa “ecotasa” como gran salvadora de todo lo que nos está ocurriendo pero, como no ha existido ese estudio anterior ni se han analizado las consecuencias, pues vamos dando palos de ciego. Su implantación no sólo no mejorará el futuro turístico sino que afectará directamente al bolsillo de cualquier vecino porque a buen seguro muchos de ustedes, a lo largo del año, desearán pasar unos días en familia o descansado en nuestro archipiélago. Y tendrán que pagar un extra por unas actividades que ya de por sí cuentan con sus correspondientes impuestos. ¿Y qué pensará el turista que nos visita? Es decir, ese que esté en su casa mirando por la ventana la lluvia caer en Manchester, Dublín, Frankfurt, o donde sea, y piense, si soy mal recibido, les colapso la isla y además por pernoctar tendré que pagar un extra por persona que puede oscilar entre los 3 y los 6 euros/noche, ¿será mejor elegir este año otro destino?
Ocho de cada diez personas que estén leyendo este artículo, de manera directa o indirecta se dedican a una actividad relacionada con el turismo, que se nutre de este engranaje y que ha sido el que permitió a Lanzarote hace ya cincuenta años avanzar en Europa.
Y esto no quiere decir que todo vale pero sí que hay que sentarse y trabajar para conseguir el equilibro perfecto. Para ello hace falta ganas y capacidad; y sí, sí se puede. Arrecife ha sido un ejemplo de evolución en poco tiempo. Los problemas que arrastraba la capital eran tan profundos que daba vértigo empezar a meterle mano al asunto pero mirar para otro lado o ponerse delante de un micro afirmando que estamos “turísticamente saturados”, no es la solución.