El artículo que el pasado domingo publicó el diario El País a doble página dedicado a Lanzarote no era desde luego para un Pulitzer de periodismo. Para alguien que ya conozca la realidad de la isla, no aportaba novedades, y ...
El artículo que el pasado domingo publicó el diario El País a doble página dedicado a Lanzarote no era desde luego para un Pulitzer de periodismo. Para alguien que ya conozca la realidad de la isla, no aportaba novedades, y probablemente el título y algunas valoraciones personales fueran un poco excesivas, especialmente en una desafortunada referencia a la hija pequeña de José Francisco Reyes. Sin embargo, los hechos que reflejaba, son desgraciadamente lo que hay y lo que ha habido en la isla durante demasiados años.
Por eso, resulta lamentable ver cómo muchos se han rasgado las vestiduras esta semana ante un reportaje que, en definitiva, no es más que un triste reflejo de la realidad de Lanzarote. Una realidad que algunos siguen empeñados en que no se muestre, bajo el burdo pretexto de su "amor" a Lanzarote. Y cada vez que las vergüenzas salen a la luz, ellos se escandalizan apelando al "daño" que se le está haciendo a la isla con la publicación de estos artículos.
Desde luego, la isla no sale bien parada en ese reportaje. Pero el problema no es lo que se escribe, sino lo que sucede. Y es que por más que algunos se empeñen en marear la perdiz y en intentar marear a la sociedad, la realidad es la que es, y eso es lo preocupante. Quien le ha hecho y le sigue haciendo daño a esta isla son los políticos, los empresarios y los funcionarios que han contribuido a tener un sistema viciado y corrupto, y no los que intentan desenmascararlo.
Querer a esta isla no es esconder los trapos sucios bajo la alfombra para que la corrupción pueda seguir campando a sus anchas, sino aspirar a un futuro libre de delincuencia en las instituciones, que permita a Lanzarote avanzar y salir del pozo en el que los políticos la han metido en las últimas décadas.
A algunos les gustaría poder silenciar a los medios de comunicación, y que la ciudadanía fuera ajena a la realidad, pero afortunadamente los tiempos de la dictadura quedaron atrás hace años en España.
Partidos como el PIL pueden decidir no atender las llamadas de un medio de comunicación como La Voz de Lanzarote y Radio Lanzarote, por más que tengan cargos públicos obligados a responder a la ciudadanía a través de los medios, pero no pueden frenar ni las investigaciones de la Justicia ni la labor de crítica y denuncia de los medios.
Marbella, Valencia, Baleares? En España se han escrito ríos de tinta con distintos escándalos de corrupción, y precisamente lo extraño no es que un medio de comunicación nacional ponga también los ojos en Lanzarote, sino que hasta ahora no se haya hablado más de la situación de esta isla. Por eso, porque no han seguido al detalle el día a día judicial de Lanzarote, especialmente intenso en los últimos dos años, recopilar todo lo sucedido en este tiempo daría para mucho más que una doble página en un periódico nacional.
¿Alguien se imagina a un ciudadano, un periodista o incluso un político de Marbella, que no sea Julián Muñoz, Roca o cualquiera del clan de afectados e imputados, cuestionando los reportajes que El País, El Mundo, ABC o La Razón dedican a la Operación "Malaya"? ¿Y por qué aquí asumimos que lo hagan como si fuera algo normal? Como si lo normal fuera acallar la realidad de Lanzarote. Como si los dos últimos años no hubieran existido, y todavía se pudiera seguir con la falacia de que sólo faltaban papelitos.
El problema es que mientras en Marbella los ciudadanos se echaban a la calle para abuchear a los responsables del saqueo, en Lanzarote aguantamos con inadmisible resignación que se aplauda (literalmente) a dos concejales que han admitido haber cobrado sobornos, como sucedió cuando José Miguel Rodríguez y Ubaldo Becerra salieron de prisión y volvieron al pleno de Arrecife para votar una moción de censura. Y por supuesto, vemos cómo muchos políticos siguen empeñados en hacer ver que la corrupción que tan bien conocen, es sólo un "invento" del que no se debería hablar demasiado, no vaya a ser que los ciudadanos finalmente abran los ojos algún día.
Lanzarote, desgraciadamente, es así. Y aunque Dimas Martín debería encabezar una lista de personas declaradas non gratas en la isla, en lugar de eso, vemos cómo nos presentan a sus hijos como los herederos del Mesías, y hasta se permiten el lujo de venir a explicar ahora cómo hay que salvar la empresa pública que se esforzaron en hundir durante años.
Curiosamente, el plan presentado por Fabián Martín coincide demasiado con el que describen los agentes de la UCO en el sumario del caso Unión, a raíz de las conversaciones interceptadas al líder del PIL. Y en este caso, por una vez, el PIL le da la razón a la UCO: efectivamente, pretenden vender Inalsa, o al menos parte de ella, a una empresa privada. Sin embargo, muchos hubieran preferido que en lugar de explicar sus planes para Inalsa, Fabián Martín aclarara otros aspectos del sumario, como por ejemplo el patrimonio de casi 10 millones de euros que, según la investigación, acumuló su padre en los últimos años. ¿Será también fruto de su profundo amor a Lanzarote?