En este país sabemos con mayor precisión lo que ocurre en la casa de Gran Hermano que lo que ocurre dentro de cualquier Parlamento autonómico.
Gran Hermano es el mayor ejemplo de impunidad del machismo y la violencia de género. El ojo que todo lo vé, mira para otro lado cuando violan a una mujer.
La retransmisión de la intimidad ajena siempre ha sido un canal de entretenimiento.
Esto es sólo el escaparate que enseña a una sociedad la violencia de género "en vivo" para después reproducirla en las demás casas. Esta sociedad se ha acomodado y prioriza el entretenimiento morboso haciendo caso omiso a las luchas que sí son importantes. Un país que prefiere mirar el cotilleo para nutrir la vida de entretenimiento centrado en derrumbar y atacar la dignidad de las vidas ajenas. Un país que, en lugar de boicotear una plataforma que ha permitido que se produzca una violación en directo, prefiere que el show continúe.
Porque en eso consiste "Telecirco", en que todo vale para alimentar el show.
Lo que sí era evidente, es que tras lo ocurrido, la telebasura no iba a estar a la altura. Mientras todos se llenan la boca en prime time con campañas feministas y apostando por la igualdad real, son capaces de grabar una violación en directo sin inmutarse. Sin embargo, quienes sorprende que no hayamos estado a la altura, somos nosotr@s, l@s que de alguna manera, somos cómplices de blindar y fortalecer este tipo de contenidos. Récord de audiencia con más de 3.500.000 personas atentas es la media de las últimas galas de su edición número "ni se sabe".
La realidad es que quienes únicos han estado a la altura los últimos días han sido las más de 50 empresas que han retirado sus patrocinios.
El país sin grandes hermanas carece de empatía y sororidad.
Y es cómplice.
Porque en el país sin grandes hermanas las palabras más buscadas estas últimas semanas en Google han sido "Cayetano y su amante" , " Eva González destrozada", "vídeo de la violación de Carlota" y "audios de la víctima del Arandina".
Este sistema patriarcal disfrazado de un feminismo edulcorado alimenta su morbo con machismo y violaciones.
Feminismo en la calles y mucho machismo en las casas.
La telebasura nos alimenta la parte inhumana, nos borra la solidaridad y la empatía del adn y nos hace más entrometidos, criticones e invasores de las vidas que no son nuestras.
El tiempo que se dedica a la telebasura es tiempo muerto, es la mayor expresión de la procrastinación. Y ese tiempo perdido nos grita;
¡Sálvame de la televisión!
Porque el cotilleo es el "pan para hoy" de este país.
Fomentar que la vida de los otros se convierta en importante, para postergar la importancia de la nuestra, es una auténtica lástima.
La violación de Carlota no quedará impune para la justicia, lo que sí quedará impune es la mentalidad de este país, donde cuando necesita más sororidad que nunca, aparecen los Grandes Hermanos con sus picos de audiencia, y sin ápices de grandes hermanas que se unan para protegerse del machismo.
Porque no sólo vale gritar y salir el 8M y el 25N. Hermanas, hay que gritar todos los días, hasta quedarnos sin VOX y sin patriarcado en la entrañas.
No sólo basta con salir y luchar en las calles en fechas puntuales, la lucha empieza en el sillón de tu casa y en la elección que haces cuando enciendes la tele, cuando consumes low cost made in explotación por 3,99 euros.
El espejo de la coherencia es oscuro, lo es.
Ser feminista y ecologista es una auténtica lata, es un trabajo meticuloso y duro, es estar con los sentidos puestos 24/7 y ser capaz de cambiar hábitos que damos por sentado, y que son machistas. Pero es una lucha que hay que conquistar.
Hay que gritar hasta que plataformas que permiten que nos violen "en directo" se erradiquen. Sólo entonces, podremos sentarnos a procrastinar. Y disfrutar de lo ganado.
Solamente cuando en este país, seamos "Grandes Hermanas".