Pessoa escribió una vez que:
O binómio de Newton é tão belo como a Vénus de Milo.
O que há é pouca gente para dar por isso.
Fue uno de los pocos poetas capaces de reconocer la belleza oculta que subyace en la ciencia.
En cambio, Ķeats, en su Lamia, atacó a Newton, acusándolo de haber "destejido el arcoíris", cuando el gran científico descompuso la luz a través del prisma, revelando su secreto al mundo.
Qué romántica estupidez. ¿Acaso no hay más poesía —y belleza— en una simple ecuación que en cualquier verso? Porque en una sola línea y con un par de símbolos, la ciencia desnuda los misterios del universo, arroja luz sobre los mecanismos encubiertos que gobiernan la naturaleza y permite que leamos sus instrucciones escritas en letra pequeña.
Se ha escrito y creado mucho en esta isla, es una isla muy literaria y artística, eso nadie lo discute, pero aquí nació alguien capaz de escribir una ecuación, una mente capaz de arrancarle un secreto a la naturaleza, de relacionar el momento magnético con la temperatura. Así que reivindiquemos a Lanzarote como isla científica y a don Blas Cabrera Felipe como lo que es: nuestro primer gran científico, un humanista en la estela
de Clavijo y Fajardo, un gigante entre tanto pigmeo.
