La batata ha sido un cultivo con una larga tradición agrícola en Canarias, donde llegó a cosecharse en cantidades importantes en algunas de las islas. Además, fue en épocas de penurias una destacada fuente de alimentación en la dieta de los habitantes de esta tierra (coloquialmente se diría que “mató mucha hambre”).
La adaptación de la batata al clima y suelo (jable y rofe) propios de esta isla ha proporcionado a las mismas adquirir unas características organolépticas singulares que hace que sean muy apreciadas por los consumidores canarios. Es más, su cultivo en estos tipos de suelos ha configurado unos sistemas de plantación únicos en el mundo que son admirados por todos los visitantes.
En cuanto al valor nutricional presenta un apreciable contenido en hidratos de carbono y fibra, así como en carotenos y polifenoles. También destaca por su contenido en potasio, manganeso, calcio y vitaminas A, B y C. Asimismo, a pesar de su sabor dulce, tiene un índice muy bajo en azúcares. Todos estas propiedades han conducido a que pueda ser considerada como un superalimento.
La batata en un pasado no muy lejano, estuvo relegada a ser un alimento para las familias más modestas; sin embargo, hoy en día en atención a sus excelentes propiedades nutricionales está empezando a ser demandadas por unos consumidores conscientes de los beneficios que proporciona una alimentación sana. Esta tendencia se está reflejando en muchos países de Europa que han visto incrementar de forma notable su consumo. Una prueba más de sus efectos para la salud lo tenemos en que está siendo prescrita por parte de nutricionistas a los deportistas de élite (en la última Eurocopa de fútbol la batata formó parte importante de la dieta de los jugadores de la selección nacional).
En Lanzarote su cultivo se mantiene, a pesar de las dificultades afrontadas por los agricultores debido a la sequía sufrida los últimos años y a los cortes frecuentes en el suministro de agua de riego. La batata es, después de la viña, el cultivo que más contribuye a mantener el paisaje insular. Actualmente, en el campo contemplamos los cultivos de cebollas, legumbres y papas presentar una tendencia de evidente retroceso cuando no de inevitable desaparición, dinámica que no debemos tolerar para no seguir viendo como disminuye nuestro ya de por si escaso porcentaje de autoabastecimiento alimentario.
A Canarias entran batatas procedentes de terceros países, cuyas condiciones fitosanitarias ignoramos, así como sí son portadoras de plagas no presentes en las islas. Pero, de lo que si estamos seguros es que de no someterse a los controles adecuados provocará la desaparición de nuestras variedades locales.
En la legislación comunitaria existen dos figuras que reconoce la calidad diferenciada en las producciones de alimentos: por un lado está la IGP (indicación geográfica protegida); y por otro, la DOP (denominación de origen protegida). En el ámbito de las islas la IGP es utilizada en aquellas producciones en las que alguna de las fases del proceso se realiza fuera de Canarias (como sucede con la maduración del plátano efectuada en la península o con la importación de cereales para la elaboración del gofio). En cuanto a la DOP todas sus etapas se ejecutan en el archipiélago. En el caso de la batata todas las fases del proceso (desde que se plantan hasta que son llevadas al mercado para su consumo) son realizadas en Lanzarote, por lo que reúne los requisitos necesarios para estar amparada por una DOP, que acogería tanto a la cosechada en secano como en regadío.
En Canarias ahora mismo disfrutan del reconocimiento de una IGP el Gofio, el Ron miel y el Plátano, estando próximo a conseguirlo el Aguacate de Canarias y recientemente por el Cabildo de Gran Canaria se ha anunciado que va a solicitar una IGP para la variedad del Tomate Canario; y figuran bajo una DOP el Queso Palmero, el Queso Majorero, el Queso Flor de Guía, las Papas antiguas de Canarias, la Miel de Tenerife, la Cochinilla de Canarias y las diferentes DOPs de los vinos de todas las islas.
A nivel insular, tenemos como ejemplo a seguir la DOP “Vinos de Lanzarote”. Consideramos que no se puede cuestionar la gran labor realizada por su Consejo Regulador en el reconocimiento y posicionamiento que tiene la uva y el vino de Lanzarote en el mercado nacional e internacional.
Por todo ello y en el ánimo de preservar este cultivo es de vital importancia conseguir una Denominación de Origen Protegida para la “Batata de Lanzarote”. La obtención de este signo distintivo sería el primero que se concedería en España para este alimento, aunque no en Europa porque Portugal ya ha conseguido esta figura de protección para la Batata de Madeira.
El reconocimiento de una DOP supondría acceder a las medidas de protección que se contemplan en la legislación de la Unión Europea para los alimentos de calidad diferenciada.
Por último, señalar que para alcanzar dicho logro se hace más necesario que nunca la unión de los productores, el impulso del Cabildo de Lanzarote y la colaboración de la Consejería de Agricultura del Gobierno de Canarias.