Es innegable que el gobierno del Partido Popular, bajo el liderazgo de Astrid Pérez, ha marcado un antes y un después en la ciudad de Arrecife. Es un hecho incontestable que solo aquellos que se niegan a ver la realidad pueden ignorar. Aquellos que por su ceguera partidista, y confiando en que el tiempo hace el olvido, defenderán hasta las últimas consecuencias que el caballo blanco de Santiago era negro.
Sin embargo, la verdad es que con el gobierno de Astrid comenzó la transformación de Arrecife. Igual que no se puede tapar el sol con un dedo, es un error pretender que los muchos problemas que tenía y tiene Arrecife se vayan a poder resolver de la noche a la mañana porque no hay varita mágica que borre de un plumazo años y años de inacción, de pura desidia política, que es lo que había en Arrecife antes de la llegada de Astrid Pérez a la Alcaldía.
Y lo digo así, porque así lo sentí y lo viví en primera persona como miembro del Gobierno. Los problemas de la ciudad no eran simples inconvenientes sino auténticos retos que requerían una atención urgente y soluciones efectivas.
Un ejemplo de ello, fue la cesión del suelo para la construcción de viviendas sociales en el barrio de Maneje que llevamos a cabo en 2019 y que vuelve a ser noticia estos días ante el inminente inicio de las obras del tercer edificio de 67 nuevas viviendas. Y sí, un procedimiento, el de la cesión de suelo para vivienda pública en la ciudad, que llevó a cabo el gobierno del Partido Popular en el pasado mandato. Porque una cosa es aprobar que se inicie un expediente y cruzarse de brazos, que fue lo que se limitó a hacer el gobierno socialista, y otra muy distinta cogerlo prácticamente desde cero, trabajarlo y finalizarlo, como efectivamente hizo el gobierno del PP.
Reconocerlo es un ejercicio de honestidad que este PSOE no está dispuesto a hacer, ni hará, en buena parte por sus prejuicios ideológicos; los mismos que les impiden reconocer, aunque sea con la boca chica, que se han dado pasos importante y que Arrecife es mucho más ciudad y capital que antes, aún con todo lo que queda por hacer.
El camino hacia la mejora integral de nuestra ciudad será largo y no faltarán obstáculos, pero hay que seguir adelante. Se lo debemos a nuestros vecinos. Nunca es tarde para dejar de lado la crítica gratuita y ejercer una oposición constructiva. Siempre es un buen momento para sumar esfuerzos y trabajar por el bien común. Al fin y al cabo, el color del caballo es lo de menos.