¡Ay, los médicos!

11 de febrero de 2025 (09:46 WET)

Están terriblemente soliviantados los profesionales del arte de curar, y a mí me parece que con toda razón.

La injusticia del régimen laboral que vienen soportado desde hace lustros debería obligar a que cualquier gobernante o funcionario, local, autonómico o estatal, que hubiera o hubiese participado en la inspiración de las normas que rigen los convenios profesionales, se dedicase a otra cosa.

Hay espacios que no son públicos, que los recibirían con agrado, no voy a exponerlos, pero me gustaría, porque los hay, con menos riesgos y responsabilidades. No sé si se han enterado de que en el campo donde se desenvuelven, sus decisiones arrastran perjuicios para algo trascendente para la sociedad: su salud.

Y para protegerla no se puede, tendría que estar prohibido, prescindir de un sector indispensable para mantenerla: los facultativos del arte de curar.

Eso lo saben los que mandan, perfectamente, pero también conocen por experiencia que si no cuentan con ellos no pasa nada. Nunca pasa nada porque consideran que son capaces de resistir cualquier situación, viral, bacteriana, aguda, crónica o de incompetencia.

No sucedió nada cuando tuvieron que trabajar sin protección adecuada frente a la epidemia de COVID, que los "genios" de la profilaxis no escuchasen sus consejos de especialistas, no políticos, que asumiesen todas las horas y más a cambio de nada, como si los aplausos a las 20:00 de cada triste jornada fuera pago suficiente.

Ay, los médicos, soliviantados, sin nadie que los proteja del trabajo excesivo, desconsiderado, de horas interminables, de litros y litros de adrenalina y cortisol derrochados en guardias inhumanas, en horarios interminables, sin defensa de ningún ministro, de ninguna reforma laboral.

Ay, los médicos, que no se pueden defender como el resto de los trabajadores, con huelgas, porque sin atención los pacientes pueden morir.

Los que mandan lo saben, están enterados de lo que gana un residente, son jóvenes, enérgicos, ¿apóstoles?, formados como campeones tras años y años para alcanzar una especialidad que no pueden ejercer si no es con basuras de contratos, que si se aplicasen en cualquier otra rama de la economía, serían considerados indecentes, inmorales.

Exactamente eso, de explotación, son las condiciones que tienen que soportar los médicos jóvenes, hasta que se hacen mayores y concluyen con la ilusión pisoteada, siempre exigiéndoseles heroicidad, para trabajar sin dormir, soportando urgencias terroríficas y el nulo agradecimiento de los que cuentan, en modo mentiroso, la forma que consiguieron por teléfono disminuir las listas de espera.

Ay los médicos, se cansaron, así que ayer lunes organizaron una movida impresionante, para remover los cimientos de los burócratas, progresistas, liberales y conservadores, que discuten entre ellos, sin batas blancas, el Anteproyecto de Ley de Estatuto Marco de los Servicios de Salud, que se desarrolla, ni más ni menos, que en 89 páginas, firmadas por la Ministra de Sanidad.

Y en este punto se me fueron al demonio todos los argumentos explicados hasta este momento, porque la Ministra de Sanidad, que es médica, no se sabe con qué colegas habló, porque un montón de ellos, lo decía arriba, se han soliviantado.

Están en contra del Estatuto, porque no se ha discutido, complican la formación, la consideración y el futuro. Al sentirse perjudicados, organizaron una movida impresionante, si ayer, también lo dije arriba.

La convocatoria, como para acomplejar a los mandos, ofrecía preguntas y respuestas breves y contundentes, asegurando: "¡No al Estatuto Marco! El 10 de febrero, de 11:00 a 11:30 horas, nos concentraremos todos los médicos de España en las puertas de los hospitales."

A los políticos no se les movió un pelo, simplemente observaban sonriendo, porque la tradición suele convertirse en costumbre.

Los médicos no quisieron o no pudieron dejar esperando a sus pacientes, y los siguieron atendiendo.

Y menos mal, porque nunca falta el exasperado que, cuando está en la sala de espera de un centro sanitario más de un lapso determinado, puede encararse con ferocidad, porque  "¡para eso paga la Seguridad Social, y lo tienen que atender! No importa la hora ni la clase de urgencia ni los derechos de los profesionales, solo los propios, igualito a lo que hacen los del anteproyecto.

¡Y no se me pongan chulo...! Ay, los médicos.

 

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