A lo largo de la historia los vecinos de Arrecife, oriundos o residentes de larga temporada, hemos cuidado, mimado y protegido "el puerto" como si de nuestra propia casa se tratase.
No lo hemos hecho por capricho, obligación o imperativo legal. Ni siquiera por esto último, tan a la orden del día cuando se habla, chismorrea o informa en muy variopintos foros sobre la capital y el estado que presenta en la actualidad con la gestión política que hay detrás.
Hemos presumido siempre de nuestro Charco de San Ginés, del Reducto, de las inmensas posibilidades de una de las marinas más bonitas del mundo, al tiempo que hemos ocultado y/o disimulado esa cierta "vergüenza" que sentimos cuando nos preguntan o se habla sobre ella. Ojo, esa vergüenza de la que escribo no es un sentimiento, es una imposición... porque Arrecife es injusta con nosotros y nos obliga a lanzar lamentos cuando, en el fondo, lo que deberíamos compartir con los demás tendría que ser galanterías.
¿Cuántas veces hemos pasado de largo en visitas de familiares o amigo que no residen en nuestra isla para no dar explicaciones sobre nuestra capital?
Antes, podíamos al menos atravesar la Avenida Marítima y mostrarles el Parque Viejo, el Antiguo Parador, el edificio de la Delegación de Gobierno o nuestro Castillo de San Gabriel, veían a lo lejos la torre de la Iglesia de San Ginés y sin entrar en detalle, defendíamos la esencia de una zona con tantas posibilidades.
Se nos ha privado hasta de eso, hasta de ofrecer a los que nos visitan una promesa de ciudad que no es ciudad y mucho menos capital tras haber sido víctima del descuido de los que hubiéramos debido mimarla como se merece.
Y si la zona centro decae como una vieja reina que no quiere abandonar su corona, los barrios agonizan sin sentir que forman parte de algo más grande... han crecido de espaldas al centro en una desconexión que nos lleva a pensar que no forman parte de un todo, lo que en definitiva nos lleva a pensar que Arrecife no es una urbe, a pesar de ser "la tercera capital de Canarias".
Sólo hace falta visitar las "otras capitales" para darse cuenta de lo lejos que estamos si quiera de alcanzar ese futuro que todos queremos para Arrecife. Porque allá por donde transites, hay suciedad, decadencia y tristeza en una ciudad más propias de una sociedad poco desarrollada que del primer mundo.
Pero? ¿Qué digo?
Recuerdo cuando mis abuelas, y las vecinas salían a la calle a barrer o fregar las aceras, cuando a pesar de la pobreza Arrecife era una ciudad limpia. Lo que me hace reflexionar y sentir que seguimos siendo un pueblo de gente humilde, honesta, trabajadora... pero sobre todo paciente, muy paciente. Y es que somos los arrecifeños los que debemos luchar por mejorar e impulsar nuestra ciudad. Nuestro pueblo lo ha hecho siempre, toda la vida. Somos nosotros los que hemos defendido, generación tras generación, lo poquito que teníamos y que la ineficacia política nos lo ha ido arrebatando, consciente y paulatinamente, con el paso de los años.
Ahora, ¿qué nos queda de aquel pueblo, de aquel puerto que soñamos se convertiría algún día en una gran ciudad, no en tamaño, infraestructuras o servicios, sino por ser nuestra principal seña de identidad y orgullo y por crecer al ritmo de las necesidades de todos y cada uno de los que nos esforzamos cada día por disfrutar de lo que nos ofrece Arrecife?
Nada... o muy poco.
Llegados a este punto cabe una pequeña reflexión, ello porque debe quedar claro que no es Arrecife la que es injusta con nosotros, sino que son los que la gestionan, los que abanderan el progresismo atados a las siglas o idearios dentro de clanes familiares que buscan más su rédito personal que el bienestar de sus vecinos, los que nos han avocado irremediablemente a la situación que nos encontramos con un deterioro más que claro de la institución a la que representan y a la que no parecen respetar, y lo que es peor, los que la han hecho llegar a esa especie de apatía o desgana que nos hace permanecer impasibles a pesar de las circunstancias.
No, Arrecife no es una ciudad porque si los que se supone que deben gestionar la urbe, nos dan la espalda... ¿dónde está esa ciudad? ¿Cuántos sentimos que formamos parte de ella?
Sí, se acercan elecciones.
Es el momento de recuperar lo que es nuestro. Es momento de quejarnos. Es momento de reflexionar. Es momento de exigir justicia para Arrecife, sus barrios y su gente para posteriormente presumir, de una vez por todas, de la más que merecida y JUSTA denominación de "CIUDAD DE ARRECIFE".
Por Nayra Callero, Agrupación Socialista por Lanzarote