Los primeros 100 días de un nuevo gobierno a menudo se consideran un período de prueba crucial. En estos primeros pasos, se espera que una administración establezca su rumbo y comience a cumplir sus promesas electorales. Sin embargo, cuando un gobierno muestra signos de improvisación en este período crítico, se generan preocupaciones legítimas sobre su capacidad para liderar eficazmente.
Por ello, la improvisación en la gestión insular es un problema que puede tener efectos devastadores en la eficacia y la estabilidad de nuestra isla. En lugar de tener un plan bien definido y una visión clara, un gobierno improvisador tiende a tomar decisiones apresuradas y reaccionar ante los eventos en lugar de anticiparse, como por ejemplo en el tema de las remuneraciones del presidente o de los consejeros, algo que fue un auténtico esperpento, sin entrar a valorar si cobran mucho o poco. El tiempo lo dirá. Esto puede dar lugar a políticas incoherentes, confusiones en la comunicación gubernamental y una falta de dirección estratégica.
Uno de los riesgos más evidentes de un gobierno improvisador en sus primeros 100 días es la incapacidad para abordar problemas cruciales de manera efectiva. La falta de planificación puede llevar a retrasos en la implementación de políticas clave, lo que, a su vez, puede tener un impacto negativo en temas estratégicos, como por ejemplo, el agua. El cese del gerente del consorcio de Aguas de Lanzarote, Domingo Pérez, responde a una política totalmente desacertada, a mi juicio. Domingo Pérez es un profesional que ha demostrado durante sus 10 años de gerencia, rigor, eficacia, transparencia y buen hacer. Ahora simplemente nos despachamos con anuncios y ruedas de prensa sin detallar absolutamente nada. Y por supuesto sin explicar el porqué de su cese.
La confianza pública e institucional en el gobierno también puede erosionarse rápidamente cuando se percibe que la administración improvisa constantemente y que atiende más a los deseos de publicitarse que a los de informar, como nos pasa a los Ayuntamientos que estamos en el Consorcio del Agua de Lanzarote, a pesar de nuestra condición nos enteramos de todos los cambios por la prensa, cuando tenemos el 40% de la participación social de este ente. Los ciudadanos buscan líderes que sean capaces de tomar decisiones informadas y gestionar crisis con eficacia
La improvisación constante puede minar la confianza en la capacidad del gobierno, así lo entiendo ante la incomprensible decisión de dejar en manos de un solo sector la representación de toda la isla de Lanzarote en el Consejo de la Autoridad Portuaria, algo insólito y desde luego peligroso si se conoce bien lo que se dirime en ese Consejo.
La falta de una planificación sólida también puede llevar a problemas financieros, y de seguir así lo veremos en los próximos meses. Los presupuestos gubernamentales pueden desviarse de lo verdaderamente importante, lo que genera incertidumbre económica y fiscal. La inversión extranjera y la confianza de los inversores pueden verse afectadas por la percepción de que el gobierno no tiene una hoja de ruta clara, y en Lanzarote son muchos fondos extranjeros y nacionales los que operan generando riqueza y empleo.
Entonces, ¿cómo debería responder la sociedad ante los 100 primeros días de un gobierno del Cabildo que solo ha improvisado? La transparencia y la responsabilidad son clave. Los ciudadanos nos demandan una comunicación clara sobre las acciones y políticas del gobierno y nos presionan para que se establezca una planificación sólida. Además, es importante que la oposición y los medios de comunicación desempeñemos un papel activo en la supervisión y el escrutinio del gobierno, ahí desde luego estaremos mi compañera Daisy Villalba y yo mismo.
En resumen, los 100 primeros días del gobierno de Oswaldo Betancort han resultado ser un “bluff” que ha funcionado a golpe apariencias y de ocurrencias. No obstante, sigo ofreciendo mi mano tendida, y sigo dispuesto a ayudarle a planificar los próximos 4 años de mandato.
Presidente, estamos a tiempo.