El gomero Alberto González, propietario y enólogo de Bodegas Timanfaya explica cómo fue la experiencia de sacar al mercado “el primer tinto de Lanzarote” en 1999 y comparte cuáles son los vinos que está comercializando en la actualidad durante una entrevista con el espacio radiofónico Más de Uno Gourmet de Radio Lanzarote-Onda Cero.
- ¿Cómo llegaste a Lanzarote?
Llegué a Lanzarote en los años 80 como profesor de dibujo técnico y estando aquí saqué las oposiciones de matemáticas y me dediqué a dar clases.
- ¿Y al mundo del vino?
Como mi primera carrera era la de Ingeniero Técnico Agrícola, en 1989 me proponen dirigir en Lanzarote el ciclo de grado medio de elaboración de vino y otras bebidas.
Además, yo siempre había sido viticultor y bodeguero en mi casa, en La Gomera, y cuando llegué a Lanzarote lo primero que hice fue buscarme una finca en La Geria y ponerme hacer vino en plan tradicional.
- ¿Cómo surge la idea de crear Bodegas Timanfaya?
Una vez metido en el ciclo que te comentaba, tuve que hacer un máster y en 1999 ya había creado bodegas Timanfaya, que entonces pasó a ser la séptima bodega en la isla de Lanzarote.
Mi único objetivo era elaborar un vino tinto de Lanzarote, que entonces no existía. Además decían que no se podía, que no existían las condiciones en la isla para hacer un vino tinto.
- ¿Qué uva utilizaste?
Aquí conocí una uva que la llamaba la tinta común y que yo bauticé como tinta conejera.
Con ella saqué al mercado el primer vino tinto de Lanzarote que se posicionó entre los mejores vinos tintos en esa época en España.
- ¿Qué nombre le diste al vino?
Lo llamamos ‘Cenizas del Timanfaya’ porque la tinta conejera tiene un marcado carácter no solamente volcánico, sino también a ceniza, a humo, a tabaco.
- Qué valentía cuando la mayor parte de la hostelería de la isla tiende a denostar el tinto de Lanzarote…
Yo soy una persona de retos. Yo siempre digo que no a las cosas pero si alguien me dice que no, entonces digo que sí.
En aquel momento se decía que Lanzarote no podía hacer vino tinto. Ahora tengo un proyecto en Fuerteventura, donde se decía directamente que no se podía hacer vino.
- Como enólogo, ¿por qué era tan difícil hacer vino tinto en Lanzarote en aquella época?
En esa época había un enfrentamiento con la hostelería, incluso con la clase política. Si se hacía un evento en Lanzarote era más importante tener un vino de fuera que uno de aquí.
No es hasta el 2000 y algo que ,de repente, se produce una unión entre la hostelería y el sector primario y comienza Saborea Lanzarote, con lo que se empieza a valorar más el producto de la isla. Así, las bodegas empezaron a mejorar su imagen y su calidad.
- ¿Qué planes tienes para Bodegas Timanfaya ahora que has retomado la actividad?
Lo primero que nos planteamos es un homenaje a los volcanes y sobre todo a Timanfaya. Por eso hemos creado una imagen en torno a los volcanes de cada uno de los vinos. Hasta las etiquetas están hechas con ceniza volcánica .
Lo segundo es defender la Geria, pero La Geria auténtica, la tradicional. Quiero que las cepas de Bodegas Timanfaya sean viejas y que no sean de regadío, algunas han sobrevivido 300 años. Nuestro objetivo es elaborar vino solamente con uva centenaria de La Geria y de forma tradicional.
- ¿Cuáles son los vinos de tu catálogo actual?
Hemos elaborado un vino blanco malvasía sin intervención ninguna, sin sulfitos, sin filtrar y sin clarificar.
Luego hemos vuelto a hacer un tinto, lo más parecido a Cenizas de Timanfaya, digo lo más parecido porque no hay tanta tinta conejera en La Geria como en Tinajo. También hemos hecho un espumoso que refleja la explosión del volcán.
De dulces, hemos sacado el Malvasía dulce de 2018 que teníamos en barrica y hemos embotellado la primera saca de nuestro moscatel de 1999.