Los hechos violentos que obligaron a tres árbitras a encerrarse en el vestuario en un partido de fútbol de la segunda división regional de Gran Canaria mientras varios jugadores las acosaban ya tienen castigo: sus protagonistas han recibido de seis a 28 partidos de suspensión.
En concreto el Comité de Competición de la Federación Insular de Fútbol de Las Palmas ha castigado por los altercados ocurridos el 21 de febrero a nueve jugadores del Teldecosta, el equipo local en aquel encuentro: con 28 partidos a un jugador, con 22 partidos a tres, con doce partidos a uno, con diez partidos a dos y con seis partidos a otros dos, según ha resolución a la que ha tenido acceso,
El grupo 2 de la segunda división regional de Gran Canaria lo conforman 16 equipos que disputan un total de 30 jornadas, así que los 28 partidos que ha recibido el jugador del Teldecosta sancionado con la corrección más grave equivalen casi a una temporada completa sin poder competir, aunque repartida desde la jornada 23 del presente campeonato (cuando se impuso a los protagonistas ya una suspensión cautelar de un mes) y la 20 de la próxima campaña.
Es decir, que el jugador en cuestión, B.V.S., no podrá volver a pisar un campo de fútbol hasta aproximadamente febrero de 2026, en su caso por dos infracciones del reglamento disciplinario: golpear con en el pecho a un rival con el juego detenido (seis partidos) y acorralar a un rival con el partido suspendido por el tumulto y darle patadas mientras estaba caído en el suelo (22 partidos).
Sus compañeros de equipo B.S.M, K.C.M.C. y A.Y.C.V. cumplirán, por su parte, 22 partidos cada uno por participar en esos últimos hechos: dar patadas al un rival del Arena Futboltec al que habían derribado de un golpe con el juego ya parado y que terminó evacuado a un centro de salud, para que lo atendieran de las lesiones que sufrió.
Doce partidos se imponen a G.M.O. por dar dos puñetazos en la cara a un aficionado, diez partidos a A.D.C.S y A.J.A.D. por insultar y amenazar a las árbitras e intentar abrir a la fuerza la puerta del vestuario donde se habían refugiado y seis partidos a J.J.G.P. y C.J.E.B. por empujar la puerta en un segundo intento de abrirla.
Los artículos aplicados en las sanciones encajan con el relato de lo sucedido que las tres colegiadas reflejaron en el acta del partido y con los hechos que atribuyen a cada uno de esos nueve jugadores.
El altercado
El incidente tuvo lugar le pasado mes de febrero, en Gran Canaria, durante un partido de fútbol entre el CD Teldecosta y el CD Arena Futboltec. Las árbitras tuvieron que encerrarse en su vestuario antes de terminar el choque, amenazadas por varios jugadores locales.
Las árbitras explicaron en el acta que varios jugadores locales intentaron entrar a sus dependencias con gritos y amenazas, y al no tener llaves para cerrar por dentro el vestuario, tuvieron que poner un palo en la puerta hasta la llegada de la Policía Nacional.
Todo se desencadenó en el minuto 77, cuando un jugador local fue expulsado y un compañero suyo golpeó con su mano el pecho de un rival.
Sin embargo, "dicha expulsión no pudo ser mostrada debido a que en ese momento, en el lado opuesto de la acción, comienzan a encararse varios futbolistas de ambos equipos", recoge el acta.
"Al ver que peligraba nuestra integridad, decidimos retirarnos rápidamente del terreno de juego, dando por suspendido temporalmente el encuentro hasta que las condiciones fueran favorables para poder reanudar el partido", añadieron las colegiadas.
A los cinco minutos, el trío arbitral volvió al campo pero comprobó que la situación había empeorado, con unas veinte personas sobre el terreno de juego, además de ver cómo se iniciaba una trifulca entre jugadores de ambos equipos e incluso aficionados.
Las colegiadas lograron identificar a varios de los agresores por sus dorsales, reflejándolo en el acta, y llamaron a la Policía Nacional, que se presentó a los diez minutos.
Además, contaron con la ayuda del entrenador y el utillero del equipo visitante, quienes las protegieron hasta que llegó la Policía, pero en ese momento ya no quedaba ningún jugador del equipo local, ni tampoco los aficionados que habían participado en la trifulca.