El cocinero acusado de asesinar a su jefe en Puerto del Carmen, Lanzarote, en agosto de 2019, estuvo a punto de ser decapitado de no haber intervenido tres guardias civiles fuera de servicio que presenciaron la escena, uno de los cuales ha afirmado este martes al Jurado que, si el procesado le llega a dar "un tajo más, se queda con la cabeza en la mano".
En la segunda sesión del juicio que se sigue en la Audiencia de Las Palmas contra Federico Antonio E.M., de 62 años, han declarado los tres agentes que dieron el alto al procesado y le dijeron que arrojara el cuchillo al suelo, y dos de ellos han indicado que si no lo llegan a detener hubiera continuado acuchillando a la víctima. "Esto es lo que se me quedó" en la mente, ha recalcado uno de ellos.
Los guardias han explicado que iban a una comida cuando vieron pasar a un hombre (la víctima) con la mano en el cuello y a otro que le seguía con paso apresurado (el acusado) por un callejón, y que el primero tropezó con una bici y cayó al suelo de rodillas. Ese momento lo aprovechó el que iba detrás para sacar el cuchillo que llevaba oculto en un antebrazo y seccionarle el cuello.
Entonces, según han indicado, los tres gritaron al unísono: "Alto, Guardia Civil, tira el cuchillo" y el detenido, tras dudarlo, lo arrojó al suelo "gracias a Dios", ha señalado uno de ellos.
Han explicado que trataron de frenar la hemorragia de la víctima con toallas y trapos, pero "no había manera de pararla" y que el dueño del restauran se murió en los brazos de uno de los agentes.
Otros dos testigos
Otra testigo, una empleada de limpieza de los apartamentos que se encuentran en el callejón, oyó pedir auxilio al dueño del restaurante, que, según recordaba, llevaba las manos en el cuello.
Ha relatado que pidió al acusado que soltara el cuchillo cuando le vio acercarse a la víctima, aunque ha dicho que no llegó a ver cómo le cortaba el cuello porque "todo fue muy rápido", y que enseguida arrojó toallas para tapar la herida.
Otra empleada de un taller de bicicletas situado junto al restaurante, ha explicado al tribunal que oyó gritos agudos y que Rachid, al que conocía porque les solía llevar café, se acercó a la puerta del local con cara de "pánico" y le pidió que llamara a la Policía, y que ella no se dio cuenta de que estaba herido.
Tras llamar a la Policía, desde el cristal del local, la testigo ha indicado que ya no volvió a ver con vida a Rachid, a quien ha descrito como una persona amable y "entusiasmado con su negocio".
Su viuda también declaró en esta sesión:"No puede decir que está loco"
Su viuda, que cuando sucedieron los hechos, el 1 de agosto, se encontraba con sus tres hijos en Marruecos, ha manifestado que el acusado "no puede decir que está loco", y que tanto su marido como ella se portaron bien con él, por lo que no entiende lo ocurrido.
Su mayor preocupación es cómo explicar que mataron a su padre a sus tres hijos, que tenían en ese momento seis, cinco y un año y nueve meses.
En esta sesión también se ha reproducido las imágenes captadas por las cámaras de seguridad dentro del restaurante, cuando el acusado se acercó por la espalda a su jefe y le dio el primer corte en el cuello, y huyó, así como la caída que sufrió el procesado; y las del callejón, donde le agredió por segunda vez, a unos 25 o 30 metros del local.
El guardia civil que se encargó de recuperar las imágenes ha apuntado al Jurado que de ellas se deduce que la primera intención del acusado fue propinarle la puñalada del restaurante por la espalda, pero después cambió al cuello.
Así mismo, en esta sesión se ha visionado un vídeo tomado por la Guardia Civil de toda la escena del crimen en el que se ve el reguero de sangre que fue dejando la víctima hasta que llegó al callejón y cómo en un momento trató de variar el recorrido, algo que no ha sabido explicar el secretario de la instrucción.
El juicio continuará este martes con la declaración de los peritos forenses, una prueba que será fundamental para el Jurado, ya que determinará el estado mental del acusado, que afirma que sufre problemas mentales y cuya defensa alega eximente incompleta por este motivo, mientras que la Fiscalía y la acusación particular lo aprecian como atenuante de anomalía o alteración psíquica.