El acusado de violar a una mujer hace cuatro años en Playa Blanca será juzgado por fin el próximo martes, tras no haber acudido al primer juicio señalado para el pasado mes de mayo. La vista se iba a celebrar ante la Sección Primera de la Audiencia Provincial, pero tuvo que suspenderse porque el acusado no compareció.
Su abogada alegó que actualmente ya no reside en Lanzarote, sino en la península, y que no tenía dinero para afrontar el pago del viaje, pero la Sala consideró "injustificados" sus argumentos, por lo que dictó una orden de busca y captura, acordando que ingresara en prisión en cuanto fuera localizado.
Ahora, ya se ha fijado una nueva fecha, aunque está previsto que el juicio no llegue a celebrarse, al haberse alcanzado un acuerdo de conformidad. En base a ese acuerdo, el acusado se compromete a confesar los hechos ante los magistrados y a aceptar la pena que solicita el Ministerio Fiscal.
Inicialmente, la petición era de 8 años de cárcel, pero tras el acuerdo se ha rebajado a 5 años de prisión. La Fiscalía también pide que se le imponga la "prohibición de aproximarse a menos de 500 metros de la víctima, su domicilio, lugar de trabajo y cualquier otro por ella frecuentado, así como la prohibición de comunicase con ella por cualquier medio o procedimiento durante 10 años".
Aprovechó el "estado de somnolencia" de la víctima
Según el escrito de acusación de la Fiscalía, los hechos ocurrieron el 10 de junio de 2018, sobre las 6,40 horas, cuando el procesado se encontraba en su coche con la víctima, que estaba dormida en la parte de atrás del vehículo.
“Al observar que la víctima se encontraba en estado de somnolencia debido a la previa ingesta, esa misma madrugada, de bebidas alcohólicas, detuvo el vehículo y se introdujo en el asiento trasero, donde aquélla se hallaba recostada”, señala la el Ministerio Fiscal.
Después, añade que “tras comprobar su situación de aletargamiento, anuladas como estaban notablemente sus facultades de reacción”, se colocó sobre ella, le quitó la ropa y la penetró vaginalmente, “deteniendo su acción en el momento en que se percató de que la víctima recobraba mínimamente el sentido”.