Un desgarrador vídeo con la declaración de la víctima marca el primer día de juicio contra el presunto violador de su hijastra

Las duras preguntas del abogado del acusado ​y las lágrimas de la menor, que tenía entre 10 y 12 años cuando ocurrieron los hechos, se han repetido durante más de una hora de grabación

I.L.

Periodista

10 de noviembre de 2021 (21:44 CET)
Actualizado el 11 de noviembre de 2021 (17:09 CET)
Imagen de la primera sesión del juicio contra el acusado de agresión sexual continuada a su hijastra
Imagen de la primera sesión del juicio contra el acusado de agresión sexual continuada a su hijastra

Un llanto desgarrador ha sobrecogido la sala, durante la primera sesión del juicio contra el acusado de haber agredido sexualmente a su hijastra desde que tenía 10 años. El sonido llegaba a través de un vídeo grabado hace dos años, cuando la niña tenía 14, y tuvo que relatar en sede judicial las presuntas agresiones sexuales que sufrió durante tres años por parte del que era pareja de su madre, al que entonces llamaba “papá”.

Para no hacer revivir de nuevo esa situación a la menor, que ahora tiene 16 años y continúa en tratamiento psicológico, los magistrados de la Sección Primera de la Audiencia Provincial han accedido a la petición de la Fiscalía y de la acusación particular y han eximido a la víctima de volver a declarar durante el juicio. Así, lo que se ha reproducido durante la vista es esa grabación que se realizó durante la instrucción de la causa, precisamente ante la previsión de que pudiera utilizarse para no tener que repetir su declaración.

Solo el abogado del acusado se ha opuesto, alegando que la menor ya tiene “capacidad de juicio y madurez suficientes” para comparecer en el juicio, pero los magistrados han rechazado sus argumentos. “Al igual que el acusado tiene presunción de inocencia, la víctima tiene presunción de víctima, y en este caso con más consistencia, por la vulnerabilidad”, ha señalado el presidente de la Sala, concluyendo, a raíz de los cuatro informes médicos aportados, que no es “nada aconsejable somenterla a una nueva prueba” y a una “revictimización”, cuando la anterior se realizó “con todas las garantías” y con la presencia del abogado del acusado, que entonces tenía otro letrado.

Además, por este mismo motivo se ha pedido extremar la precaución al difundir cualquier detalle que pudiera llevar a identificar a la menor, incluyendo la prohibición de grabar o fotografiar a la madre y la recomendación de evitar determinados datos, por lo que en este artículo se ha omitido cualquier referencia al lugar donde residían , así como información personal sobre el acusado.

En esa declaración en los Juzgados, realizada como “prueba anticipada”, la niña estuvo asistida por dos psicólogas, que eran quienes iban transmitiendo las preguntas que formulaban las partes. Así empezó a relatar cómo comenzaron los presuntos abusos, tiempo después de que su madre iniciara una relación con el acusado y comenzaran a vivir todos juntos.

Según su testimonio, primero empezó con tocamientos más superficiales y cuando tenía entre 10 u 11 años, llegaron presuntamente las “relaciones sexuales plenas”. Y al empezar a describirlas, se interrumpió varias veces su declaración por el llanto. Sin embargo, el momento más tenso aún estaba por llegar, y se produjo durante el interrogatorio de la defensa. Durante ese interrogatorio, hay casi cinco minutos en los que solo se escuchan lágrimas de la niña. Y esas lágrimas se han revivido con intensidad en la sala en la que este miércoles se celebraba el juicio, donde parecía que casi todos los presentes contenían hasta la respiración.

 

Las escabrosas preguntas de la defensa

Tras el duro relato que había hecho ya la niña, teniendo que entrar en detalles de cómo se producían y en qué consistían exactamente esas relaciones, el abogado insistió en preguntas aún más desgarradoras y planteadas con crudeza, sobre si “eyaculaba dentro o fuera de la vagina”, sobre si después él iba a “terminar” en el baño o a “limpiarse”,  sobre si en una determinada ocasión el acusado “se puso o no los pantalones antes de salir de la habitación”, sobre si ese día “medió o no medió palabra” antes de salir; o si en otro le hizo “quitarse las bragas y el pantalón pero mantuvo la camisa”. Buscaba así contradicciones con los testimonios previos de la menor, tanto ante la Policía como en su primera declaración judicial.

Al respecto, todos los peritos que han declarado en el juicio han coincidido en que precisamente son las pequeñas “contradicciones” las que dan veracidad a un relato, especialmente cuando se trata de niños. De hecho, todos han señalado que precisamente un relato “rígido”, que se repite una y otra vez de manera idéntica, es el que hace dudar de que sea cierto y no algo aprendido. Y más cuando se ha vivido una “situación traumática”, en la que la mente hace a veces “olvidar” determinados episodios, como "mecanísmo de defensa", y que luego se van recordando con el tiempo.

La propia víctima, en su declaración, añadió a eso otro elemento. “Delante de mi madre me costaba contar algunas cosas”. Así respondió al abogado del acusado, cuando éste le preguntó por qué no dio desde su primera declaración todos los detalles de los abusos que había sufrido.

“En el momento de esa declaración yo no estaba bien”, agregó la niña. Y pese a la dificultad con la que afrontó también ese último interrogatorio, añadió que ya se encontraba “más fuerte que nunca”. 

Sin embargo, las preguntas de la defensa incomodaron en varios momentos incluso a la psicóloga que se las tenía que trasladar a la menor. Esto también motivó la queja del letrado, que desde el principio subrayó que no consideraba que las preguntas las tuvieran que hacer las psicólogas, sino las partes. Una de esas psicólogas, tras apuntar varias veces que eso “no era una pregunta” o que “cuál era la pregunta” que tenía que trasladar, ofreció en un momento poner los auriculares a la niña, para que el abogado pudiera dirigirse directamente a ella. “Pero claro, no en ese tono”, advirtió la profesional. No obstante, el juez intervino para evitarlo, y se siguió utilizando la mediación de la psicóloga para trasladar las preguntas.

 

"Tenía miedo de que me hiciera algo"

Sobre por qué no le contó antes a nadie lo que estaba ocurriendo, la menor explicó que le tenía miedo al acusado. “Era muy agresivo y tenía miedo de que me hiciera algo. Maltrataba a mi madre y le pegaba. Era súper agresivo, gritaba muchísimo. Estallaba cosas contra el suelo cuando se enfadaba”, respondió. Y también aseguró que la amenazaba: “Me decía que si se lo contaba a mi madre no me iba a creer y me iba a meter en un internado”.

Según declaró, conforme fue pasando el tiempo empezó a negarse, pero el acusado lo pagaba con castigos y poniendo a su madre contra ella. “Al fin tuve la valentía y el momento para contárselo a mi madre cuando no estuviera él”, explicó. A preguntas del fiscal, contó que el motivo fue que se estaba “haciendo mayor”, “no era feliz” y lo estaba pasando mal”.

Según su testimonio, fue durante un viaje que hizo la pareja, sin ella y sin sus hermanas pequeñas, cuando empezó a pensar en que “tenía que contarlo”. A la vuelta, estaban viendo un programa en la televisión, “Volverte a ver”, que le removió por dentro. “Me fui al baño a llorar y me di cuenta de que tenía que contarlo, que lo que estaba pasando no era normal y que podía hacerme algo más grave, como matarme”. No fue una historia concreta, según aclaró ante la insistencia del abogado de la defensa, que llegó a afirmar que él se había “tragado los cuatro programas” que emitieron ese día sin encontrar el detonante que la llevó a presentar la denuncia.

“Yo no quería tener una familia rota. Y sabía que mi madre me iba a apoyar en todo. No era culpa mía”, respondió la menor. Ante esto, el abogado insistió en la supuesta contradicción con lo que la niña había pensado hasta entonces. “Al ver el programa pensé: mi madre me va a apoyar. Antes no. Yo era pequeña. ¿Cuántos años tenía? ¿Once? ¿Qué pensamiento podía tener?”, declaró a sus 14 años, dos después de haber denunciado los hechos.

 

"Ahora ya no le tengo ningún miedo"

“¿Tiene miedo del acusado?”, le preguntó el fiscal. “Ahora mismo no, pero en su momento sí lo tuve. Ahora que ha pasado el tiempo, no le tengo ningún tipo de miedo”, respondió con firmeza. Sin embargo, sí señaló que tiene “secuelas” por lo ocurrido. “A día de hoy estoy trabajando por mejorar”, añadió.

Durante el juicio, hasta tres psicólogas confirmaron esas secuelas, que incluyen trastorno depresivo, baja autoestima y tendencia a problemas escolares, entre otras cosas, y señalaron que es una “sintomatología compatible con una agresión sexual”.

Además, los médicos forenses que la eximaron tras presentar la denuncia, cuando tenía 12 años, han confirmado que lo que la niña refirió "es plenamente compatible con las lesiones" que observaron.

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