“Ellas fueron a comprar el bote de gasolina. Ellas fueron las que prendieron fuego a la casa. Yo no salí de mi casa”. Eso es lo que ha declarado este jueves una de las tres acusadas del incendio provocado en una vivienda ocupada en Argana, culpando así de lo ocurrido a las otras dos procesadas, que se han declarado inocentes.
El juicio, celebrado ante la Sección Segunda de la Audiencia Provincial, ya ha quedado visto para sentencia, tras una sesión marcada por las contradicciones e incluso los enfrentamientos entre las propias acusadas y entre los testigos -casi todos vecinos de Argana que viven de ocupas en distintas casas-, y también por las advertencias de la magistrada que presidía la vista, que ha amenazado incluso con desalojar la sala en varias ocasiones.
Tanto una de las acusadas como varios testigos -que tras declarar se han ido quedando en la zona del público- han hecho continuos aspavientos e incluso comentarios de reprobación en voz alta mientras escuchaban otros testimonios o la intervención de la fiscal y de algunos abogados de la defensa.
De hecho, dos de los testigos, que a su vez son las víctimas del presunto delito, han sido expulsados por la jueza, tras recibir varias advertencias. Las mismas que ha tenido que escuchar en varias ocasiones una de las procesadas, Estela O.G, que es la que culpa a las otras dos del incendio. En su caso, incluso ha llegado a interrumpir a una de las testigos mientras declaraba, intentando rebatir su testimonio.
En su declaración, Estela ha reconocido que apareció en su vivienda el bidón de gasolina presuntamente utilizado para el incendio y la ropa que llevaba otra de las acusadas esa noche, pero ha negado tener nada que ver y ha asegurado que fueron las otras quienes lo dejaron allí. “¿Para qué iba a prender fuego a la casa de Carolina? Yo no tengo nada contra Carolina. Es más, su hermano es mi mejor amigo”, ha declarado.
Un robo previo a una de las acusadas, el presunto móvil
En cuanto al supuesto móvil de las otras dos acusadas -Cheyene C.V. y Aroa M.U.-, que eran pareja, presuntamente habría estado en un robo que sufrió Aroa unos días antes en su casa, en el que se llevaron entre otras cosas un ordenador portatil. Según varios testigos, Aroa culpaba a una de las víctimas -que era novio de Carolina y vivía con ella en la casa incendiada-, e incluso afirman que había llegado a amenazarlo si no le devolvía el ordenador.
Respecto a Cheyene, los denunciantes han señalado que tenía las llaves de su casa, porque había vivido ahí con Carolina, pero después discutieron. Ambos han asegurado que le pidieron que les devolviera las llaves, pero que no lo hizo. Por eso, los dos han coincidido en que desde el primer momento, cuando esa madrugada volvieron de trabajar y se encontraron el incendio, pensaron en ellas dos como autoras.
Según han señalado, la policía y los bomberos ya estaban en la casa cuando llegaron, y les dijeron que el fuego había sido provocado con gasolina. Entonces se dirigieron a la gasolinera Disa de Maneje, donde aseguran que le mostraron al empleado las fotos de las acusadas, y las reconoció.
Por su parte, el trabajador también ha declarado como testigo y ha confirmado solo en parte esa versión. Según él, le enseñaron una sola foto, la de Cheyene, que fue la que reconoció, ya que era “cliente habitual”. En el juicio ha confirmado que esta acusada estuvo esa noche comprando gasolina, y que se la llevó en un bidón.
A quien no ha identificado es a Aroa, y ha precisado que en horario nocturno la gasolinera funciona con autoservicio, por lo que él estaba en el interior del local y no pudo ver si iba o no más gente con Cheyene o si también había un coche. Al procedimiento, también se han aportado las imágenes de las cámaras de seguridad.
"Apareció Cheyene en mi casa despesperada"
Por su parte, Estela ha declarado que las otras dos acusadas se presentaron esa noche en su domicilio tras el incendio. “Apareció Cheyene en mi casa desesperada y me dijo si se podía cambiar de ropa”, ha asegurado, apuntando que poco antes había llegado la otra acusada, Aroa.
Además, aunque en su turno de última palabra ha afirmado que dejaron una mochila en su casa pero que ella no sabía qué contenía, antes también había dicho que previamente por teléfono, le pidieron que fuera a buscar un bote de gasolina que estaba “debajo de un coche”, aunque ha añadido que no lo hizo.
Por su parte, Cheyene se ha negado a declarar, mientras que Aroa sí lo ha hecho y ha negado haber participado de ninguna forma en el incendio. A esta última acusada, varios testigos la han señalado como la “artífice”, e incluso han apuntado que también había tenido previamente una relación íntima con Carolina, una de las víctimas.
Según se ha puesto de relieve durante el juicio, las acusadas, los denunciantes y algunas testigos tenían relación entre sí, que en muchos casos iba más allá de la amistad, y de forma cruzada.
En el caso de las procesadas Cheyene y Aroa, todos han coincidido en que fueron pareja, pero la discrepancia está en si ya habían roto o no cuando se produjo el incendio. Según Aroa, para entonces ya habían roto, ella estaba viviendo en casa de su hermana -que también ha declarado en el juicio- y ni siquiera vio a Cheyene ese día. Según otros testigos, Cheyene y ella seguían viviendo en la misma casa, y actuaron juntas aquella noche, en una supuesta venganza contra las víctimas.
"Un espectáculo bochornoso" pero "ninguna prueba", según la defensa
“Te dije, me dijo, le dije, yo me enfadé...”. Así ha resumido el juicio una de las abogadas de la defensa en sus conclusiones, cuestionando que no hay “ninguna prueba válida” que incrimine a su clienta, más allá de lo que considera “un espectáculo bochornoso entre las acusadas y también los denunciantes”, que “se ocultaban unas a otras sus relaciones”.
“Estas mujeres se acusan entre sí”, ha señalado, defendiendo que el hecho de que un testigo tenga “la íntima convicción” de que una persona ha sido autora de un delito, “no es prueba de cargo en un juzgado penal”, que no puede guiarse por “la vieja del visillo”.
Respecto a las pruebas, ha señalado que el hecho de que Cheyene comprara gasolina esa noche no significa que fuera para provocar el incendio. Y sobre el hallazgo de la ropa de Cheyene y una garrafa en casa de Estela, tampoco considera que sea determinante. “El resto, no sirve para condenar a unas personas”, ha alegado, insistiendo en que no hay pruebas ni testigos que realmente las vieran provocar el incendio, más allá de los comentarios que se hicieran dentro de la “pandilla”, en la que había importantes “rencillas”. De hecho, algunos han cambiado en el juicio el testimonio que dieron durante la instrucción, y otro ha pasado a no recordar absolutamente nada de aquella noche.
Respecto a los mensajes que envió Aroa a su ex pareja con frases como “te voy a matar”, “te odio”, “no me dejes sola”, la abogada ha señalado que “causan rubor, pero que no es suficiente para acusar” a alguien.
Por su parte, el abogado de Cheyene también ha sostenido que no hay “prueba directa de cargo” contra su clienta, y considera que tampoco tenía un “móvil” para provocar el incendio. En cuanto a las pruebas que la sitúan en la gasolinera esa noche, se ha remitido a testigos que han afirmado que fue para “una moto de un amigo que se había quedado tirado”, aunque la propia Cheyene no ha declarado, y por tanto no ha respondido tampoco a esa pregunta.
“Si mi clienta fuera a provocar un incendio, ¿a alguien se le ocurre que podía ir a la a la gasolinera en la que era clienta habitual?”, ha cuestionado su letrado.
En cuanto al abogado de Estela, ha defendido que ella no aparece en ninguna grabación de vídeo y nadie la ha situado en la gasolinera. También que los testigos la han nombrado “poco” y que ella “no tenía ninguna relación” con las víctimas, aunque sí con las otras dos acusadas, que según ha declarado ella misma fueron a su casa tras el incendio.
Vecinos evacuados por el incendio y un perro murió quemado
Durante la vista también han declarado varios peritos, así como bomberos y agentes de la Policía Nacional que acudieron a la vivienda tras el incendio. “Si no se hubiera sofocado rápidamente, habría afectado a todo el edificio”, ha relatado uno de ellos.
De hecho, los vecinos tuvieron que ser evacuados. Dos de ellos, padre e hijo, vivían en la casa de enfrente y también han declarado en el juicio. En el caso del jóven, ha explicado que escuchó ruidos sobre las 2 de la madrugada, y pensó que eran sus vecinos, pero 10 minutos después escuchó cómo alguien volvía a salir y se cerraba la puerta, y ahí empezó a preocuparse, porque siguió escuchando ruidos dentro de la casa
“Sí, pasé miedo”, ha relatado. A preguntas de la fiscal, ha confirmado que esos ruidos que siguió escuchando tras oír salir a alguien podrían ser de “explosiones” y objetos cayendo a causa del incendio, aunque lo primero que pensó es que alguien había entrado a robar.
En ese momento despertó a su padre, que llamó a la puerta de la casa sin que abriera nadie. Después, por el patio vio las llamas, y fue cuando se dio aviso a los bomberos.
Las llamas y los gases -que uno de los bomberos ha subrayado el grave peligro que pueden entrañar- no llegaron a causar daños personales, pero en el incendio sí murió quemado el perro de las víctimas.
Durante la instrucción, el joven vecino declaró que se escuchaba al animal sin parar de ladrar, hasta que dejó de hacerlo.
Además de una pena de 13 años de cárcel para cada una de las acusadas, las Fiscalía pide una indemnización de 100 euros por la muerte del perro y de 938 euros por los bienes muebles que resultaron calcinados; así como otra de 14.251 euros para los dueños de la casa, por los daños en la vivienda.
En sus conclusiones, la fiscal ha defendido que los hechos han quedado probados durante el juicio y se ha ratificado en la petición de pena para cada una de las acusadas, señalándolas a las tres como autoras del delito de incendio.