Los restos de los marineros Tomás Ladrón de Guevara y José Antonio López descansarán por fin cerca de su familia, en Cádiz, tras 51 años de incertidumbre. Ambos, tío y sobrino, zozobraron en la costa de Lanzarote el 6 de febrero de 1973 junto a otros diez tripulantes del pesquero gaditano Domenech de Varó y descansaban en tumbas anónimas en un cementerio de la isla hasta este lunes.
Ana Ladrón de Guevara creció con la historia de que su padre Tomás Ladrón había muerto y su cuerpo se lo había tragado el mar. De aquel naufragio hubo solo dos supervivientes, el patrón del barco Vicente Pérez y el marinero José Manga, que pudieron llegar a tierra por sus propios medios. De los fallecidos solo se lograron recuperar e identificar los cadáveres de tres tripulantes. El primero fue el del mecánico José Bernal, luego el del marinero Antonio Rodríguez y, por último, el del contramaestre Manuel Valiente.
El resto de familiares dieron entonces por perdidos los cuerpos sin vida de sus seres queridos. La versión oficial que habían recibido decía que yacieron en el fondo del mar. Viudas y huérfanos quedaron sin la posibilidad de darles sepultura, creyendo que nunca podrían recuperarlos. Los familiares de los marineros desconocían hasta hace pocos años que otros cinco cuerpos, recuperados en la zona del naufragio en los días posteriores, fueron enterrados sin nombre en el camposanto de San Román en Arrecife y que dos cuerpos nunca se recuperaron.
Hasta ahora, los restos de estos dos vecinos de Barbate descansaban junto a otros tres marineros tras lápidas con los números 70, 72, 73, 75 y 76. Este lunes, Ana Ladrón y su hermano, pudieron respirar. Identificados por un laboratorio de genética madrileño contratado por la famiila: con un 99,9% de probabilidades, son ellos.
"No estás preparada. Cuando me dijeron que sí [que era mi padre] fueron días que no te puedes ni imaginar. No paraba de llorar de alegría, de felicidad. Ha sido un día muy duro, emotivo, feliz y triste", relata la gaditana al otro lado del teléfono tras ver durante esta mañana cómo exhumaban los restos de su padre y su primo. No será hasta este martes cuando podrá llevarse consigo sus cenizas y el jueves cuando aterrizará en Cádiz, donde dejará las cenizas de su padre junto al cuerpo de su madre.
La suya es una sensación agridulce, cerrar por fin el ciclo de lo que pasó con su padre aquel febrero, la alegría de poder tener a su padre con ella, y la tristeza de no poder contárselo a su madre. "Tantos años ahí mi padre cuando podía haber estado con mi madre", continúa, "ella murió con la pena".
Esta vecina de Barbate ha querido visitar en la tarde de este lunes la costa de Mala, donde el pesquero en el que su padre faenaba zozobró y donde hallaron sus restos.
Luis Moreno, en nombre de la Asociación social y cultural por la Memoria Histórica Pesquera de Lanzarote Ángel Díaz, ha ayudado desde hace dos años a las familias a resolver la incógnita de si aquellos nichos anónimos aguardaban a sus seres queridos. Ahora acompaña a los hijos de aquellos familiares a conocer si los restos de sus padres están en el camposanto o sus cuerpos yacen en el Atlántico.