El suicidio, catalogado como un problema de salud pública, hace que cada año, más de 700.000 personas pierdan la vida, según los datos ofrecidos por la Organización Mundial de La Salud (OMS). Además, hay indicios de que, por cada persona adulta que muere por suicidio, podría haber más de 20 personas que intentan suicidarse, advierte la OMS.
El ámbito educativo y sanitario son fundamentales para manejar herramientas con las que poder prevenir el suicidio o los intentos de suicidio. El lanzaroteño Rubén Morillas, psicopedagogo y experto en prevención del suicidio, nos ofrece las claves para entender cómo tratarlo desde varias perspectivas sociales, conocer las señales de alarma, los mitos, los factores que lo impulsan y el papel de los medios de comunicación en su prevención.
La educación, un ámbito de gran importancia para comenzar con la prevención desde edades tempranas. "Es fundamental promover una educación emocional y de resiliencia", ha puntualizado el lanzaroteño. Morillas ha dejado claro que "no existen herramientas particulares para que no haya suicidios", pero "podrían disminuir", sobre todo a través de la enseñanza. Unas técnicas que servirían de gran ayuda para "lograr que las personas sean más resolutivas para afrontar los problemas del día a día", ha añadido Morillas. Incluir en las materias escolares recursos para resolver problemas de cara al presente y al futuro, que a juicio de Morillas, sería lo primero que debería de implantarse. "Hace falta que se den materias de inteligencia emocional y de habilidades sociales", ha revelado. Promover unos cambios, que para Rubén Morillas, "no interesan al sistema educativo". "Dudo que quieran invertir para llevarlos a cabo", ha criticado, poniendo el foco en la falta de enseñanza para aprender a gestionar nuestras emociones.
A nivel social, el suicidio sigue siendo un tema, en ocasiones, tabú. Así lo define Rubén, "vivimos en una sociedad a la que le incomoda escuchar que hemos tenido un mal día", ha manifestado. Socialmente respondemos ante los problemas de los demás de manera superficial. Para el pedagogo, solemos "quitarle importancia" a los asuntos de las personas que tenemos al lado y no logramos ofrecer una atención óptima. "No estamos capacitados en ocasiones para dar una respuesta adecuada a alguien que nos cuenta un problema", ha desvelado. Con la utilización de frases como 'mañana será otro día', 'tampoco es para tanto', etc. provocamos "restarle importancia" a lo que la otra persona está sintiendo, aunque no lo hagamos de forma intencionada, ha apuntado. Por ello, es necesario que "nuestro grupo de apoyo tenga herramientas para escucharnos", ha concretado.
A opinión del experto en prevención, "nos falta ser una sociedad más compasiva y solidaria", saber reconocer que el problema ajeno es "importante" y nos "tiene que interesar", algo que habitualmente "no pasa". "Somos muy individualistas y pensamos que nuestro problema siempre va a ser más grande que el de los demás", ha añadido.
En el ámbito sanitario, es primordial que los profesionales de la salud también sean formados en prevención del suicidio. Lo que remarca Rubén como fundamental es "tener unos protocolos y más psicólogos" para ofrecer ayuda a cada persona que acude con una situación crítica. "Vas a urgencias y no hay protocolo específico para atender en un caso de intento de suicidio", ha aclarado. Una forma de mejorar la atención médica, que haría que se desestimara la búsqueda de ayuda, con la que la población tendría espacios seguros para poder contar sus dificultades. Otro de los problemas que remarca como "muy importantes" es la falta de acción de prevención en las campañas, por ejemplo, impulsadas por el Gobierno. "Sigo sin ver campañas a nivel nacional, a pesar de que haya récord en suicidios", ha comentado.
No debemos olvidar también el poder de la pedagogía en la prevención del suicidio. Según ha aclarado Rubén, "se debe educar a través de la pedagogía del suicidio, que se sepa qué es, qué hacer y cómo ayudar", ha puntualizado. Además, puede servir como herramienta para "ayudar a educar a sanitarios, y profesionales en contacto con pacientes suicidas".
Desde la pandemia, la salud mental se ha visibilizado enormemente entre la población española. "Ahora la salud mental está en boca de casi todo el mundo", ha afirmado. Los casos de trastornos mentales como la ansiedad o depresión, cada vez van haciendo más conscientes a la población de la necesidad de pedir ayuda. Algo que con el suicidio, todavía no pasa, ya que no se habla de manera tan natural. "Hasta que no se consiga hablar de la misma manera también en el caso del suicidio, no se va a poder acabar con el estigma", ha revelado. "Hay que normalizar las conversaciones honestas sobre estos casos", al igual que se hace con los accidentes de tráfico,la violencia de género, etc, ha explicado.
Para detectar las señales de alarma ante el riesgo de suicidio en alguien cercano, ha apuntado Morillas, es necesario atender al comportamiento y las palabras que la persona haya a utilizar. Por ejemplo, cambios de comportamiento, hablar sobre el deseo de morir, aislamiento social, etc, entre muchas otras. "Cuando alguien cercano te diga que no duerme de manera correcta, que no se encuentra bien... es el momento de preguntarle, ¿te pasa algo?", ha incidido. Tras la confesión, es fundamental "acompañarle y apoyarle para que busque ayuda", ha añadido.
Sabemos que "quien lo dice igual no lo hace, o igual sí", ha asegurado. Por ello, debemos estar atentos a las señales de los demás. "Si lo dice y no se le hace caso y se suicida, el duelo y culpabilidad van a atormentar" a las personas de su alrededor, ha aclarado. La prevención también comienza "tomándose en serio y prestar atención a los comportamientos ajenos", ha destacado."En la mayoría de los casos, los familiares suelen decir, estaba raro, regaló a su mascota, vendió el coche..."
Los mitos frecuentes que nos hacen actuar de forma equivocada frente a la prevención del suicidio son diversos, como ejemplo claro es la expresión 'Quién lo expresa, no lo hace". Una forma de no tomar en serio" las palabras de la otra persona". Los mitos vienen dados en muchas ocasiones por las diversas formas en las que hablamos en nuestra vida cotidiana. Rubén ha reconocido que "utilizamos frases incorrectas como: 'Me quiero morir', en un contexto no correcto. "Es importante que empecemos a utilizar las expresiones de manera responsable" para así "poder identificar los casos reales de suicidio", ha definido.
Otro de los mitos destacables es el de 'Cuando se habla de suicidio, se incita a ello". "Totalmente falso", ha asegurado. De esa manera, "no habría tabú ni estigma, y los pacientes no se sentirían juzgados", ha reconocido. "Hay que abordar los temas con la misma seriedad y apertura con los que se tratan muchos otros",
El suicidio puede prevenirse mediante diversas formas durante las tres etapas de las vida. En la etapa de la juventud y adolescencia deben darse "habilidades de afrontamiento ante los problemas, programas educativos, aprender a manejar el estrés y buscar ayuda", entre otras, ha destacado Morillas. "Es crucial abogar los problemas de aislamiento social y el bullying", con la "gran importancia" de incidir en el grupo de iguales de cada persona. "Concienciar a los jóvenes de la realidad que puede pasar cuando se acosa a un compañero" y las consecuencias como puede ser el suicidio.
En lo que respecta a la etapa adulta es necesario ofrecer "herramientas para enfrentar el estrés laboral, financiero y poder lidiar con las dificultades de las relaciones personales, con programas de apoyo laboral y de pareja", ha remarcado. En edades a partir de los 60 años, la más importante debido a los "picos más altos de suicidios", es fundamental "dar apoyo emocional sólido, y integrar programas específicos para sus necesidades, asistencia domiciliaria", todo ello, para abordar también la soledad a la que se enfrentan las personas más mayores.
La línea de atención a la conducta suicida es el 024.