El pueblo de Nazaret en el municipio de Teguise se encuentra de fiestas en honor a Nuestra Señora de Nazaret. La directiva del Centro Socio Cultural Ubigue ha preparado un modesto programa para niños, jóvenes y mayores cumpliendo con todo los protocolos sanitarios en vigor, según explicó la presidenta de la asociación, Carmen Rosa González.
La noche del pasado viernes las canchas deportivas del Centro Socio Cultural acogió la lectura del pregón. Carmen Rosa fue la encargada de presentar el acto que comenzó con aíres de folias en la voz de la vecina Desi Hernández acompañada al timple por Raúl Caraballo y a la guitarra por Gerardo Machín. A continuación el doctor Enrique Hernández Ortega, cardiólogo y vecino de Nazaret tomó la palabra. Hernández hizo un pregón ilustrado con diapositivas cargadas con datos históricos del ayer y hoy del pueblo que le vio nacer. Hizo revivir a muchos de los vecinos allí presentes pasajes de un Nazaret que a pesar de haber perdido en el camino algunas de las viejas costumbres ha evolucionado poniéndose en la actualidad como todos y cada uno de los pueblos de Lanzarote.
El pregonero comenzó dando datos históricos sobre la ermita de Nuestra Señora de Nazaret que fue construida en 1.650. También resaltó la construcción del único acueducto que se encuentra en Lanzarote, construido en el barranco del pueblo para que sirviera de base a la tubería que en tiempos de sequía llevaba el agua desde las galerías de Famara hasta Arrecife. Dicho acueducto fue construido en 1.950 y recordó que allí algunos jóvenes del pueblo iban también a jugar.
Enrique tuvo muy presente las erupciones volcánicas acaecidas en Lanzarote en 1.730 donde las pocas familias que por aquellos años habitaban en el pueblo lo pasaron muy mal. En el año 1.961 algunas familias como la de Enrique Hernández emigraron a Venezuela en busca de un futuro mejor. El pregonero regresó en 1.967 y cuando llegó a su pueblo pudo comprobar que en su pueblo todavía había muchas carencias, y él que en Venezuela calzaba zapatos de siete suelas los tuvo que cambiar por las alpargatas teniendo que volver a convivir con los trabajos del campo, rodeado de cabras, camellos y burros.Época en la que también conocería el llamado "Trueque", algo muy habitual donde se intercambiada pescado por conejos o cereales por papas o batatas.
La generosidad de los vecinos en aquellos tiempos radiaba de una punta a otra del pueblo como el que ejercía la labor de practicante, enfermero o comadrona. El pregonero tuvo muy presente a otro de los vecinos, J. Espinosa que para los chinijos del pueblo era todo un Rey Mago. Espinosa tenía una habilidad tremenda elaborando camioncitos de madera o ejerciendo también de barbero con unos pelados que en la actualidad se han vuelto a poner de moda, todos con moña y pelados al uno por detrás. Enrique finalizó su pregón con unas emotivas palabras para aquellos que hoy no están, algunos que le tocan muy de cerca "El pasado para aprender, el futuro para soñar, el presente para vivirlo".
El alcalde Oswaldo Betancort le hizo entrega de una placa conmemorativa y la actuación del grupo Acatife puso el broche de oro a la noche.