Loueila Mint El Mamy es una abogada que nació en un campo de concentración en Tinduf, Argelia. Logró huir hasta Canarias, arropada por su familia, para posteriormente asentarse en la península y estudiar la carrera universitaria, antes de regresar a las islas. Se considera “una migrante afortunada”, y en la actualidad se dedica a trabajar en defensa de aquellas personas inmigrantes que no han tenido esa fortuna. La canaria-saharaui, como así se define, pasó por los micrófonos de Buenos Días Lanzarote de Radio Lanzarote – Onda Cero, donde habló de inmigración y de la situación en la que se encuentran los inmigrantes en la nave de San Bartolomé, en condiciones de hacinamiento e insalubridad.
¿Qué se puede hacer con estas personas que lo único que buscan es una vida mejor?
Entran de manera irregular porque no les dejaron salir con un visado. Un viaje en una patera para ellos son 3.000 o 4.000 euros de inversión de sus familias, y un visado cuesta muchísimo menos, y un avión también. Pero no existe la posibilidad de que las personas africanas salgan en un avión con un visado, así que todo esto lleva a que finalmente se jueguen la vida.
Es importante señalar que en Canarias han fallecido cerca, según datos que nos constan, de 900 personas en lo que va de año, más otras pateras que han salido que todavía no han llegado y que están desaparecidas. Por eso yo siempre pienso que a las personas que llegan, que vienen huyendo de diferentes realidades, les tenemos que dar lo mejor. Pero ya no solo a ellos, sino a la población en general. Uno cuando tiene la suerte de vivir bien, como es vivir en Lanzarote para mí con una calidad de vida increíble, con la posibilidad de trabajar y demás, tiene la responsabilidad también de volcar todo eso a las personas que no tienen esa suerte, ya sean conejeros o migrantes en tránsito.
Esta cuestión, que denunciaba a través del vídeo de la situación de la nave, es precisamente que se estaba vulnerando una cuestión de derechos humanos básica y otra de salud pública. Yo no quiero ejercer de portavoz y de altavoz de nadie, pero nos consta que tanto policías como sanitarios están aguantando una situación que es insostenible, y que creen que ese trato que se está dando a esas personas migrantes que están en el lugar no es el adecuado.
Usted nació en un campo de refugiados saharaui en Tinduf, en Argelia. Después tuvo la posibilidad de venir a Canarias, después a la península donde ha podido estudiar y es jurista en estos momentos.
Soy abogada actualmente, trabajo con los inmigrantes, pago mis impuestos. Soy igual de canaria que saharaui, no puedo obviar mi condición de migrante y que nací en un campo de refugiados con la realidad de Canarias que me toca de cerca. En cierto modo, como me vi obligada a huir de mi país y habiéndome criado en un campamento de refugiados yo supe, por así decirlo, que tenía claro cuál era mi idea, que era formarme y poder trabajar de lo que me gusta y me apasiona, que es esto.
También porque he tenido esa suerte, yo siempre lo hablo, soy de las refugiadas e inmigrantes privilegiadas que pudo salir en un avión, que pudo venir con un visado, que tenía a su familia en España, que nunca me faltó de nada y que siempre pude estudiar y hacer todo lo que quise. Pero hay personas que no pueden, que no tienen esa misma realidad que yo y soy consciente de ello, porque trabajo con ellas. En cierto modo eso me sitúa en una situación de responsabilidad. Yo he decidido en la medida de lo posible asumirla, y ello abarca desde el minuto uno que vea que las personas llegan a Lanzarote, que se encuentran hacinadas y que se encuentran en esas condiciones.
Que no se le pueda prestar una asistencia digna y de calidad porque no llegamos. Los recursos materiales y humanos no llegan. Y ya no es una crítica hacia la gestión en general, para que os hagáis una idea, el grupo que tiene que llevar todos los expedientes de devolución de las personas que llegan es de nueve personas, por solo una comisaría. No se ha reforzado ni siquiera a los policías que tendrían que garantizar de alguna manera que se cumpla con las 72 horas. A esto se le suma que el personal sanitario tiene que ir en unas condiciones que no son sanas para las personas que están en el lugar, que no se han duchado, que están hacinadas, apelotonadas en un colchón tras otro.
La gente señalaba que estaban en un hotel, y esos son los hoteles. El caso de Barranco Seco, denunciado por el Defensor del Pueblo, estaba en una misma situación, esta nave que ya en su día fue cuestionada también cuando la gestionaba Cruz Roja. No hay un protocolo que pueda justificar que las personas estén en esas condiciones.
¿Le da la sensación que hay más xenofobia entre nosotros en Canarias?
Yo me siento muy afortunada de vivir en Canarias. Por suerte, Canarias es un pueblo solidario, y yo de eso no tengo ninguna duda. Ahora bien, que hay minorías. Siempre pongo ejemplos, hace dos días iba en un vuelo de Lanzarote a Gran Canaria, y me encontraba con una señora X, de unos 74 años y conejera autóctona. Hablamos un poco y me contaba sus preocupaciones y yo las mías. Casualmente iba sentada conmigo, y en esa conversación me preguntó a qué me dedicaba, y eso a veces me da miedo porque no sé a quién se lo voy a contar y de qué manera, pero fíjate que me señaló: “Mi niña, porque la dignidad es algo que tenemos todas las personas y tenemos que luchar por ellas”. No le preocupaba el inmigrante que venía, que fuese una llegada masiva, le preocupa tener que coger un vuelo porque no llega un especialista a Lanzarote para que le pueda valorar los ojos.
A mí eso me hizo ver que la realidad de las personas en Canarias no están preocupadas por la inmigración irregular. ¿Qué pasa? Que se ha vendido un discurso, obviamente por los partidos que ya sabemos que son los que tienden a crecer generando ese discurso de odio, de xenofobia, señalando que vienen inmigrantes de forma masiva, que es una invasión, y para mí todo ese discurso se combate con datos.
A Lanzarote, que es la isla a la que más han llegado este año, han llegado 2.800 personas,de las cuales no tenemos ni 1.000 ahora mismo. Las personas se están yendo, para ellos Canarias es un tránsito, únicamente porque está cerca del continente africano. ¿Cómo podemos luchar contra esas minorías que te sueltan discursos del tipo “entrada masiva, inmigración irregular = delincuencia”? Con datos.
Y por supuesto que hay inmigrantes que cometen hechos delictivos, pero igual que los hay conejeros, colombianos, dominicanos y de todas partes del mundo. Resumir eso a “llegada masiva = delincuencia” es injusto. Y es injusto porque los datos hablan. Solo un 4% del total de la población extranjera que entra es inmigración irregular. O sea el año entraron 41.000 personas de manera irregular, mientras que en avión lo hacían 748.000 personas.
¿Cree que los medios y el lenguaje que se utiliza en ocasiones terminan influyendo negativamente en la percepción de la sociedad?
Totalmente, el lenguaje cala en las personas. Lo de los MENAS, son menores que han venido solos. Independientemente de que este sistema, por cómo está conformado, finalmente no tenga una autorización de residencia, no tengan la posibilidad de trabajar, se vean frustrados, se vean alejados de la sociedad…al final se ven excluidos socialmente. Imaginaos lo que es ir como un menor, a un país que no conocéis, que no sabéis que va a pasar pero que tú sabes que quieres ir porque ahí puedes trabajar y puedes vivir bien. Y al final se ven frustrados todos esos sueños que tú tienes porque la normativa de extranjería les atrapa y se les encadena.
Cuando una persona migrante sale, igual que lo vivimos en su día cuando los canarios tuvieron que salir a la octava isla, Venezuela, sale con un fin migratorio para poder trabajar, para poder repercutir eso en su vida y su familia, porque al final todos tienen la misma carga y es que queremos transitar libremente por el mundo, mejorar nuestras condiciones de vida, y no se lo podemos achacar a los demás.
Realmente “no se le pueden poner puertas al campo” y la gente tiene derecho a mejorar su calidad de vida.
La inmigración aporta. Es algo que enriquece, que es cultura, puedes conocer la historia de otras personas. Yo invito a cualquier persona que quiera de verdad a que me acompañe para que puedan juzgar y que puedan ver si todo es real lo que les cuentan. La única forma que tenemos de poder saber qué pasa en su país, cuáles son sus preocupaciones, pues es acompañándoles. Y también ver cuál es su realidad cuando llegan, cuáles son sus sueños. Los jóvenes, cuando salieron para poder trabajar en Inglaterra, Francia, Australia, lo hacían porque tenían un pasaporte y podían, no necesitaban un visado. Y se les justificó como que era algo normal, y las personas necesitan trabajar, migrar y mejorar sus condiciones. Pero cuando lo hacen los migrantes, la realidad es que parece que no tienen el mismo derecho de salir del continente y de mejorar las condiciones.
Hasta que no entendamos un poquito todo esto, pues vamos a seguir cometiendo los mismos atropellos. Pero sinceramente la percepción que tengo trabajando con los colectivos que apoyan a los inmigrantes, como abogada e inmigrante, es que el pueblo canario, que es parte de mi identidad porque yo me he criado y llevo toda mi vida en Canarias; es un pueblo solidario , generoso, lo hemos visto con La Palma. Muy pocos pueblos son capaces de salvar a su propio pueblo, hacer un superávit de ropa y comida y Canarias lo hace.
Las redes sociales muchas veces sirven para impulsar esa solidaridad, pero ¿no cree que también pueden destrozar la convivencia con los bulos que se difunden?
Efectivamente, los bulos y los fakes, se sueltan en las redes con una doble arma. Para denunciar y utilizarlo como una buena herramienta pero también para los ‘hater’, es gente que quiere desahogar su odio. Un mecanismo que están usando para desahogar y me parece terrible.
Me parte el alma que personas que están siendo damnificadas por los desalojos del volcán en La Palma decían “yo pago mis impuestos y a mí nadie me ha garantizado una acogida digna después de abandonar mi casa y a los inmigrantes sí”. Y ése es el problema para mí, y es lo que me rabia, porque yo trabajo con las personas migrantes y la realidad no es esa.
Lo que tenemos que hacer, tanto los canarios como los migrantes en tránsito africano, es tener una visión amplia de que ese migrante, o ese autónomo que no llega y que se ha visto perjudicado, no son enemigos, son víctimas de una tragedia en la que lo único que pueden hacer es luchar en que él tenga las mismas condiciones que tengo yo. Fui a los hoteles y me recorrí todos cuando llegaron el año pasado, y créanme cuando les digo que ninguna de las personas migrantes querían estar ni en hoteles, ni en los campamentos que se les llevó después, ni en las naves. Quieren seguir su tránsito.