La edad media de la población de Lanzarote ha aumentado desde que la isla se declaró Reserva de la Biosfera en 1991. En concreto, hace 30 años, tenía una población "relativamente joven" entre los 15 y los 29 años. En la actualidad, la pirámide poblacional se concentra en las edades comprendidas entre los 40 y 54 años. Así lo recoge el informe Sistema de indicadores conjuntos de Lanzarote y Menorca, con motivo del aniversario de la declaración como Reservas de la Biosfera (1993-2023) de ambas islas.
Desde el comienzo de los 2000, la edad media de la isla ha envejecido. Tal es así que pasó de los 33 años hasta los 40. En el caso de Menorca, de los 38 a los 43. "En Lanzarote prácticamente se ha duplicado el porcentaje de personas mayores de 64 años", según expone la investigación. En las últimas tres décadas el número de ancianos en la isla canaria ha crecido desde el 7,7% hasta lograr el 13,3%.
A pesar de que la población ha envejecido, las coberturas de servicios sociales "no presentan mejoras acordes al desarrollo y composición sociodemográfica". De modo que la población mayor no está viendo cubiertas todas sus necesidades, lo que plantea desafíos en "atención médica, servicios sociales y bienestar". Por ejemplo, han decrecido los servicios de ayuda a domicilio para las personas mayores tanto en Lanzarote como en Menorca.
A pesar de que las migraciones suponen el rejuvenecimiento de la población, tanto Lanzarote como Menorca tienen estructuras de "población madura", donde disminuyen los jóvenes y aumentan los mayores.
De acuerdo con estos datos, la tasa de envejecimiento de Lanzarote (proporción de población mayor de 64 años sobre la población menor de 16) se sitúa ya en 83,1 y asciende hasta los 122,3 en Menorca.
Este envejecimiento de la población se une al aumento de los habitantes, al añadido de la presión antrópica de visitantes y turistas que suponen "verdaderos retos en términos de sostenibilidad, infraestructura, consumo de recursos, vivienda y protección ambiental".
En conclusión, el envejecimiento tiene implicaciones sociales y económicas porque requiere mayor atención y recursos para cuidar a los mayores. Desde los servicios de atención médica especializados hasta programas de apoyo social para garantizar la calidad de vida. Además, supondrá un impacto para el mercado laboral: a más envejecimiento menor tasa de participación en la fuerza laboral.