La Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias está financiando la restauración de las esculturas de San José y el Niño pertenecientes a la Iglesia de San Marcial del Rubicón, declarada Bien de Interés Cultural en 1985. Los trabajos de conservación y restauración llevados a cabo por la especialista en escultura Salomé Figueroa se deben al "deficiente estado de conservación de las piezas".
La talla, realizada en madera policromada y dorada, es una obra del siglo XVIII que representa la imagen de San José con El Niño en actitud andante, aunque se desconoce su autoría, al menos por el momento. En este sentido, esta intervención está abriendo una nueva línea de investigación acerca del autor de la imagen, puesto que a pesar de que en un primer momento se la ha asociado con Fray Marcos Gil, la directora del proyecto no contempla relación entre esta pieza de arte y otras del mismo escultor.
A medida que se ha ido descubriendo la técnica de esta estatua exenta de bulto redondo, a nivel de técnica constructiva y morfología anatómica, Figueroa difiere con la primera opción sobre su autoría. Después de revisar y analizar distintas obras de Marcos Gil como la pieza de San Vicente Ferrer del Museo Sacro de la Villa de Teguise, “ni las formas de las caras, los detalles anatómicos” como las manos, “la forma de los dedos, cómo se realiza el remate y las uñas, que es un dato muy identificador de un autor, no corresponde a Marcos Gil", continúa la restauradora, para añadir que “es una oportunidad para abrir esa línea de investigación sobre los artistas que trabajaron aquí en Lanzarote”.
En una visita al taller ubicado al lado de la misma ermita de San Marcial, en Femés, la directora general de Patrimonio Cultural, Nona Perera, resaltó que “las intervenciones en el patrimonio mueble sirven para conservar y también para proteger en este caso imágenes de contenido religioso”, pero también “para documentar mejor las piezas que en este caso tienen muchas posibilidades de ser una obra manufacturada en la isla de Lanzarote”. Se trata de “un caso único por ahora, y dada la excepcionalidad del dato, la Dirección General de Patrimonio Cultural está empeña en seguir esa línea de investigación para conocer más sobre estas dos imágenes”, adelanta Perera.
La manera de construcción de las estructuras ha condicionado mucho el proceso de restauración, de fijación y consolidación de estratos. De hecho, las esculturas presentaban una suciedad tremenda y grandes levantamientos con riesgos de pérdidas de policromía. Como dato curioso, en la novela Mararía del escritor canario Rafael Arozarena, se menciona que el cura le dice a Marcial que refresque con clara de huevo las esculturas, ya que antiguamente se usaba esta sustancia como barniz para darles brillo. Esta suma de refrescos “lo que ha provocado ha sido una costra muy compacta de un tono pardusco, muy oxidada, muy oscura, que era mucho más fuerte que la pintura original”, asegura Salomé Figueroa. “Eso ha dado como resultado que la pintura sea finísima, con lo cual todas las capas que estaban encima eran muchísimo más fuertes, y ha habido que tener mucha gestión, mucho cuidado, muchos tests de limpiezas previos para hallar el método más adecuado para conservar la pintura original”, concluye.
De ambas imágenes, la escultura del Santo, que ostenta en la mano izquierda la vara florecida y en la derecha tiene el gesto de coger la mano del Niño Jesús, es la que presentaba un mayor delicado estado de conservación. Los orificios de xilófagos de gran tamaño y los remates del propio volumen no fueron saneados en la parte trasera de la estatua, simplemente fueron rellenados con serrín. Al tratarse de una escultura hecha a partir de piezas de maderas encoladas, tablas, o sea, el recurso de las maderas que había en Lanzarote, muy duras y poco porosas, este relleno de serrín enseguida se despegó llevándose consigo la policromia, el oro y la preparación.
"Las actuaciones llevadas a cabo en la talla de San José y El Niño están justificadas en función de su estado de conservación, devenir histórico, características, su ubicación, etc.", explican desde Patrimonio. Al finalizar el tratamiento que procura devolverles su fuerza inicial, no solo se pone en valor este patrimonio sino que a través de unas pautas con las medidas necesarias para el mantenimiento preventivo de las imágenes (condiciones ambientales, mantenimiento, iluminación, etc.) se trabaja en su conservación futura. Para la restauradora, “en el momento que trabajas una obra, hay una información, hay un añadido muy discreto pero muy importante que es que la sociedad visualiza, lo hace más cercano, y reconocen más y hacen más suyo el patrimonio de todos nosotros”.