Los moriscos poblaron casi toda Lanzarote tras la conquista de Canarias

El intenso flujo inmigratorio, en especial de personas con poder adquisitivo superior al del canario medio y procedentes de grandes urbes donde priman el anonimato y el aislamiento personal, dificulta la "integración real y efectiva"

4 de abril de 2025 (07:24 WEST)
Imagen nocturna del exterior del MIAC Castillo de San José
Imagen nocturna del exterior del MIAC Castillo de San José

Tras la conquista, buena parte de la población de Gran Canaria estuvo conformada por esclavos negros y mulatos traídos desde el continente africano, y en Lanzarote había tantos moriscos que poblaban casi toda la isla. Era la realidad étnica y social del archipiélago en tiempos no tan lejanos.

Así lo indica Antonio M. López, promotor del Proyecto Tarha de investigación y divulgación de la historia antigua de Canarias, y que señala en una entrevista a Efe que, como la memoria "es muy flaca, y los canarios no estamos libres de este defecto, conviene de vez en cuando acudir a las fuentes documentales para conocer cómo era la realidad étnica y social del archipiélago".

Al respecto, precisa Antonio M. López que en más de 600 años de historia documentada el modo de vida insular solamente sufrió cambios de consideración durante el proceso de la conquista europea; luego, con la implantación de los cultivos de exportación; tras la Revolución Industrial y, a partir de la década de 1960, con la llegada del turismo de masas.

 

Esclavos para penosas labores 

En el caso de Gran Canaria, tras la conquista, había esclavos negros y mulatos traídos desde el continente africano para ocuparlos en el trabajo de los ingenios azucareros y el cultivo de la caña dulce, entre otras penosas labores, pero que tras el fallecimiento de sus amos quedaron libres, seguramente por manda testamentaria "como era cristiana costumbre entre los miembros de las clases pudientes".

Un número importante de personas negras, de los esclavos empleados entonces en las poblaciones de Ingenio y Agüimes, se trasladaron hacia el interior de la isla, a la caldera de Tirahana, donde conformaron varias comunidades vecinales; una en la parroquia del hoy turístico municipio de San Bartolomé de Tirajana.

Así lo testimonia en 1687 el historiador Tomás Marín de Cubas, quien asegura que de Guinea se "trajeron negros para los ingenios y poblaron en Tirajana, y quedaron libres por muerte de sus amos, donde hoy viven allí muchos en forma de pueblo, y son hombres de valor". 

En 1607, según el historiador y sacerdote Santiago Cazorla León, el matrimonio formado por los negros Antón Pérez Cabeza y Juana

García abandonó Agüimes y se asentó en el barranco de Tirajana, probablemente en el lugar después llamado barranco de los Negros.

En Tunte fundaron sus descendientes la cofradía de San Sebastián y consta que dos siglos después, en 1817, el párroco titular les impidió sacar la talla de su santo patrón en procesión "insultando así a los suyos", según denunciaron los indignados cofrades ante el Cabildo Catedral.

Bien entrado el siglo XVIII, el historiador Pedro Agustín del Castillo, padre del primer Conde de la Vega Grande, habla de Tirahana como lugar de "416 vecinos, muchos negros, que mantienen su color tan atezado como si vinieran ahora de Guinea".

Tal era la importancia de la población negra en Gran Canaria que el franciscano José de Sosa testimonió que en 1677 se había constituido una milicia de negros, mulatos y criollos para defensa de la isla.

En cualquier caso, del peso demográfico de estos colectivos poco favorecidos por la sociedad colonial –negros, mulatos, criollos y foráneos– se hacía eco una investigación ordenada por el rey Carlos I de Castilla en septiembre de 1536 a fin de atender la queja del gobernador Bernardino de Ledesma de que en la isla había más esclavos berberiscos y negros que vecinos.

 

Los moriscos mahoreros 

Explica también Antonio M. López que, a principios del siglo XV, el régimen señorial en Lanzarote y Fuerteventura acometió su expansión no solo hacia el resto del archipiélago, sino también hacia la vecina Berbería, de donde trajeron numerosos esclavos y camellos.

Estas incursiones esclavistas dieron origen a conflictos entre estos señores y las tribus asentadas en la costa continental frontera a Canarias y que, en represalia, asediaban el puesto de avanzada señorial en su territorio, la torre de Santa Cruz de la Mar Pequeña, y se atrevían a cruzar el agua y contraatacar las islas más a su alcance.

Así, el ingeniero Leonardo Torriani escribió que, alrededor de 1590, "de los moros muchos se bautizaron y quedaron con libertad" en Lanzarote "los cuales, labrando y cultivando la tierra como vecinos y habitantes, han aumentado tanto, que los tres cuartos son todos moros".

Se escandalizaba Torriani porque los moriscos canarios usaban la expresión "si Dios quiere", indudablemente traducción del insh Allah musulmán, y que ha sido de uso frecuente en Canarias hasta hace muy poco tiempo, prosigue el divulgador.

Para el promotor de Proyecto Tarha, el carácter cosmopolita de Canarias, a diferencia del de las grandes ciudades, se debe "a la feliz paradoja de que su propia condición de islas pequeñas dificulta la conformación de grupos humanos cerrados, algo innegablemente positivo y deseable", y también a la "inexistencia de una separación tajante entre el medio rural y el urbano".

Sin embargo, el intenso flujo inmigratorio de tiempos recientes, en especial de personas con poder adquisitivo superior al del canario medio y procedentes de grandes urbes donde priman el anonimato y el aislamiento personal, dificulta "la conversa y el reposo necesarios" para lograr, como en el pasado, una integración real y efectiva y evitar la conformación de "guetos" en las islas, por lo que López confía en que pervivan los tradicionales valores de empatía, solidaridad y hospitalidad sin diluir el rico patrimonio cultural canario. 

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