María (nombre ficticio) llegó a Lanzarote hace dos años buscando un futuro mejor. Nació en Colombia, pero la situación económica de su país le llevó primero a probar suerte en Argentina. "La devaluación de la moneda en Argentina y todo hizo que me volviera a Colombia", expone durante una entrevista concedida a La Voz y luego la llevó a cruzar el charco y a venirse a vivir a la isla de los volcanes.
Tras decidir salir de nuevo de su país natal, escogió Lanzarote porque es "un sitio muy seguro, es una isla muy tranquila". La situación de María en Colombia estuvo marcada por el secuestro y la desaparición de su madre hace veinte años por parte de un grupo armado. Durante su infancia fue su abuela la que luchó por sacarla adelante junto a su hermano y a sus primos.
María llegó a Lanzarote como solicitante de asilo. Sin embargo, la tardanza en el proceso, que según la Comisión Española de Ayuda al Refugiado es de entre cuatro meses y un año para conseguir la primera cita y que se va dilatando a lo largo de los años, la llevó a toparse con la explotación laboral en Lanzarote. "Trabajé en varios restaurantes y hacía entre 10 y 12 horas al día por 900 euros", revela durante una entrevista.
María entró en las redes de apoyo de la Asociación Mararía huyendo de la violencia machista que su expareja ejercía sobre ella. A través de esta entidad logró apoyo psicológico y también acceder al banco de alimentos para ella y su bebé, hijo de su maltratador. En la actualidad su bebé no tiene que realizar visitas con su padre porque tiene una orden de alejamiento y no puede acercarse a María.
"Para uno estar con alguien así es mejor ponerle límite de una vez a la situación porque si dejas que pase una vez, vuelve y pasa y yo no quería eso para mi vida", lamenta en un momento de la entrevista.
Según los datos de la Delegación del Gobierno de España contra la Violencia de Género, un total de 1.284 mujeres han sido asesinadas a manos de sus parejas o exparejas desde que arrancó el recuento oficial en enero de 2003 hasta este noviembre.
Dar el paso de alejarse de su maltratador fue muy difícil. "Fue un proceso muy triste, muy doloroso, porque es el papá de mi bebé y no pensé que iba a pasar eso", relata.
Bajo estas circunstancias, ha estado tirando del banco de alimentos y de la ayuda de la Renta Activa de Reinserción, prevista para reincorporar al mercado laboral a las mujeres víctimas de violencia machista. "Con la ayuda la verdad es que he podido sobrevivir, porque todos los ahorros llegan a un punto donde escasean", confiesa.
En la actualidad, vive en la vivienda que tenía alquilada con su expareja. Sin embargo, el banco le quitó la casa al propietario y ha sido adquirida por otra persona. "El señor vino hace dos meses y me dijo que había comprado esa casa. Él lo único que quiere es la casa y no me la quiere dejar en alquiler", narra a esta redacción.
Sin embargo, la joven expone que "hay un contrato de por medio" y que está pendiente de que le llegue alguna notificación del Juzgado para poder llegar a un acuerdo de alquiler. "Es muy difícil conseguir un alquiler e igual el juez podría ser más flexible y darme un año más de alquiler, mientras yo ahorro un poco ahora que empiezo a trabajar y tenga dinero para irme a otra isla donde pueda haber más vivienda", añade.
Los primeros tres meses del año 2024 concluyeron con 114 mujeres víctimas de violencia de género en Lanzarote. De ellas, 63 son españolas y 51 de origen extranjero. Las ciudadanas extranjeras, en proporción, siguen sufriendo más las consecuencias de las agresiones físicas, psicológicas, sociales y económicas de la violencia sobre la mujer.
A pesar de que las extranjeras solo representan el 24% de las mujeres de Lanzarote, según el INE, suponen el 44,7% de las víctimas de violencia de género. Así lo recogen los datos del Consejo General del Poder Judicial en Arrecife.
Explotación laboral
A la violencia de género se suman los meses que estuvo viviendo en Lanzarote sin contrato laboral. "Me quedaba cerca del trabajo porque trabajaba de partido, ni me venía para casa, me quedaba por ahí. Encima si había algo por limpiar, organizar, me tocaba quedarme y regalar más tiempo", narra su experiencia en un conocido bar de Arrecife "Fue algo muy duro, muy complicado, porque así estuve cuatro meses. Nos pasó a muchos con el anterior dueño del local", continúa María.
María esperó durante mucho tiempo que su antiguo jefe le pagara el dinero que le debía, pero no lo hizo. "Éramos la mayoría de Colombia y no nos atrevimos a denunciar para que no pensaran que lo hacíamos por los papeles, aunque ya todos teníamos papeles. Para que no vayan a decir. '¡ay, siempre los colombianos quieren denunciar para que les den papeles!' y en realidad nosotros no lo hicimos por eso", confiesa.
En aquella época estaba embarazada de su bebé y temía perderlo con el trajín del trabajo, "tanto trabajo y tan poco personal, éramos corriendo de un lado para otro y me caí".
En la actualidad, tiene un permiso de trabajo que le ha permitido acceder a condiciones laborales dignas, con contratos de ocho horas por 1.300 euros. María consiguió la autorización de residencia temporal tras el nacimiento de su bebé y desde entonces renunció a la solicitud de asilo.
Esperanza en el futuro
"Para mí es un privilegio poder estar acá y, sobre todo, estoy muy agradecida con España y con las personas de acá porque son muy humanitarias", expone al otro lado del teléfono. "Las personas que estamos aquí, cada uno a su manera, queremos salir adelante", añade. María está tramitando la documentación para empezar a estudiar Derecho a través de internet y ha ido sacando poco a poco los libros de la biblioteca.
"Quisiera ayudar a muchas personas en el ámbito de la violencia de género. Les agradezco mucho al Colegio de Abogados, a la Justicia, que me otorgó un abogado gratis, pero también a muchas personas. Quisiera ser de esas personas que van a ayudar a los que tienen pocos recursos y no tienen con qué pagar un abogado", confiesa María.
En la actualidad va a comenzar su nuevo trabajo y ya tiene pensado renunciar a las ayudas del banco de alimentos porque quiere le quiere "dar la oportunidad a otras personas que no estén trabajando".