Tatjana y Martin Žagar, madre e hijo, vinieron de vacaciones desde su Eslovenia natal este agosto, y entre muchos lugares de interés en la isla, también visitaron Timanfaya. Habían comprado las entradas por anticipado, para "ahorrar y minimizar la espera", pensaron. Sin embargo, se toparon con una situación que no esperaban, un problema que Timanfaya viene arrastrando desde hace años, en periodos de alta afluencia: la largas colas para acceder a este centro turístico. Sin información al respecto, su sorpresa fue mayúscula cuando fueron comprobando que alcanzar la guagua que los llevaría a dar una vuelta por el parque nacional se demoraría más de tres horas. Tomaron fotos de la experiencia, en las que quedaron marcados los tiempos de espera.
“Pensábamos que tardaríamos una media hora en entrar, máximo una hora”, dice Martin Žagar. “Incluso cuando llegamos y vimos la fila de coches, confiamos en que no tardaría demasiado. Entonces empezamos a ver varios coches que se daban la vuelta y se volvían por donde habían venido. Por un momento, pensamos que nosotros también deberíamos irnos”.
Tatjana explica que "decidieron quedarse porque no sabían cuándo tendrían otra oportunidad de ver un lugar tan hermoso como Timanfaya”. Pasada una hora, consiguieron llegar hasta la oficina de tickets y convalidar sus entradas. Entonces ya estaban atrapados. “La fila para acceder al aparcamiento no hacía más que crecer y ya no había espacio siquiera para dar la vuelta”, explica Martin. “Pasamos mucho calor, los coches se movían muy despacio, me sentí muy decepcionada, no teníamos ni idea de cuánto tiempo íbamos a estar así”, dice Tatjana.
También explica que durante ese tiempo vieron a muchas personas bajarse de los coches e incluso entrar en la zona protegida. “Mucha gente salió de los coches para estirar las piernas, sobre todo gente joven y padres con niños, para los que esperar tanto tiempo es incluso más complicado que para los adultos. Algunos se hacían fotos escalando rocas y sujetando piedras con las manos”. “Yo mismo salí un rato”, dice Martin, “nadie informó de que estaba prohibido caminar, algunos guardas estaban allí controlando el tráfico y no dijeron nada al respecto”, agrega.
Tatjana propone una solución que coincide con los planes del Cabildo, que ha anunciado que creará dos nuevos aparcamientos con guaguas lanzaderas. "Creo que el problema es que hay muy poco espacio en el aparcamiento de Timanfaya y sólo se puede aparcar cuando quedan espacios liberados. Quizá podría haber otro aparcamiento, y que la gente fuera transportada en autobús hasta el parque”. Sin embargo, esta solución no llegará al menos hasta el mes de septiembre, una vez terminada la temporada alta de verano.
Pese al larguísimo tiempo de espera y la incertidumbre, ambos quedaron encantados con la belleza de Timanfaya. Pero eso sí, recomendarán "evitar el Parque en temporada alta".