La lanzaroteña Dolores Campos de 59 años todavía no se cree lo que está viviendo. Una de sus mejores amigas lleva tres años ocupando su casa, de protección oficial en Los Alonso. La okupa que era cuidadora de su madre, le "tendió una trampa para traicionarla y quedarse dentro de su vivienda".
“Éramos amigas desde los 18 años, las dos somos de la isla y nos conocemos desde siempre”, ha destacado la mujer a La Voz. “Nunca me imaginé que fuera así”, ha relatado.
Una crisis sentimental fue la excusa que le puso para poder entrar en su casa. "Me dijo que quería separarse de su pareja y decidí dejar que se alojara en mi casa un par de meses". La buena fe de la mujer fue lo que impulsó a la okupa a encerrarse en la vivienda. "Hizo una copia de las llaves y salía y entraba cuando yo no estaba", reconoce. Tras la muerte de su madre en 2020, Campos que "estaba bajo tratamiento psiquiátrico", se dejó aconsejar por su mejor amiga. "Me dijo que me fuera con mi familia a Gran Canaria", momento en el que aprovechó para ocupar su casa.
Además, reconoce que se portaba muy bien con ella. "Yo le ayudaba mucho, hasta le dejé mil euros para que fuera a hacerse una revisión al dentista por una infección bucal”, confiesa al periódico.
Asegura que la que fuera su amiga, ha intentado engañarla en todo momento, hasta el punto de acabar fingiendo una enfermedad. “Me mintió diciendo que tenía cáncer de mama", ha desvelado con mucha tristeza. Destaca el perfil de su examiga como una persona "enredadora, manipuladora, peligrosa, y tergiversadora”, ha añadido. Además, relata que "no es la primera casa que ocupa". "Es la tercera vivienda que ocupa en el mismo edificio, uno para ella y otro para su hija", acalara.
Tras dos sentencias favorables, la okupa sigue sin abandonar la vivienda
La gran preocupación de Dolores Campos es no poder regresar a su casa. Después de ganar dos sentencias, lamenta que sigue "sin poder recuperar su vivienda" y la okupa "no la abandona", destaca. "Ya he ganado dos sentencias firmes tanto en Lanzarote como en la Audiencia Provincial de Gran Canaria, pero no sale de allí", muestra indignada.
El motivo por el que no consiguen echarla es que "los servicios sociales del ayuntamiento han hecho un informe y dicen que se encuentra en situación de vulnerabilidad", reconoce la mujer. Algo a lo que ella no da crédito. "En estos tres años, el juzgado de Arrecife le ha desestimado la situación de vulnerabilidad, ya que ella paga un abogado particular, una alarma en mi hogar, y demás recursos", apunta.
Una situación que se ha dado la vuelta y ha hecho que Dolores se convierta en víctima. "Estoy viviendo en un apartamento familiar en el barrio de Titerroy en malas condiciones, en una zona penosa", afirma."El techo de la casa es de madera y me mojo cuando llueve", ha resaltado. Afirma rotundamente que solamente hay una perjudicada. "La que tiene la situación de vulnerabilidad soy yo, no ella".
Además de encontrarse en esa situación, tiene que ver que se adueña de sus pertenencias. "Ha llenado de rejas las tres ventanas de las habitaciones y la puerta principal de la casa", revela. Una actuación en la que tiene todo medido. "Ha puesto el agua y la luz a su nombre y encima, se ha empadronado en el domicilio", añade la mujer desesperada.
La petición que hace Dolores es firme. "Yo no pretendo que pague, pero quiero que se vaya de mi casa". "Lo normal es que la ley haga que abandone mi casa", se queja devastada por la injusticia. Reconoce que "sigue sufriendo" después de años luchando por sacar a la mujer de su vivienda. "No llego a fin de mes, he tenido que faltar a mi trabajo, y encima pagando abogados, hipoteca, luz y agua", enumera.
Se paralizó el desalojo 15 minutos antes
Finales de julio de 2022 y el pasado 28 de julio de 2023, fueron las fechas de orden de alzamiento. En la última ocasión, 15 minutos antes del desalojo, se enteró de que se había paralizado. Una noticia que la okupa recibió felizmente. "Su abogada le llamó para decirle que se quedaba en la casa, ya que Vivienda del Gobierno de Canarias había alegado que se encontraba en situación de vulnerabilidad", destaca. Aunque ella ya estaba "preparada esperando y había desocupado la casa, ya había sacado sus cosas", recuerda.
Dolores, ha pasado ya por dos abogados. El último decidió abandonar el caso y ahora tiene uno nuevo, que ha decidido luchar con ella por buscar una solución. "Mi nuevo abogado volvió a hacer otro escrito para el alzamiento el pasado 7 de noviembre", asegura.
"Yo quiero creer en la justicia, pero no tengo ni esperanza ni aliento"
Lo que desea y pide es que se haga justicia. No entiende que tenga que estar viviendo una situación tan grave. "Ya he ganado dos juicios, la ley tiene que actuar y volverse a hacer el alzamiento", implora. "Nadie lo entiende, es un caso único, yo quiero creer en la justicia, pero no tengo ni esperanza ni aliento", dice entre lágrimas. Una situación que le ha llevado a sufrir depresión y a tomar medicación, ha confesado a La Voz.