La residencia de mayores Amavir en Tías dispone de un servicio de ayuda y asistencia a los residentes en su día a día durante su estancia en el centro. Su directora y los trabajadores del edificio se caracterizan por hacer amena la vida de los mayores en el interior del edificio.
La principal terapeuta ocupacional que trabaja en el centro se llama María de la Cruz, una canaria que realiza una rutina diaria con los residentes. "Lo que nos compete como profesionales es supervisar las actividades básicas de la vida de las personas", ha destacado la joven. Las actividades rutinarias de las que se encarga un terapeuta están relacionadas con dificultades motoras o cognitivas. "Los problemas de los residentes para llevarse la comida a la boca o para ducharse", ha resaltado María sobre su desempeño. Muchos de ellos experimentan "un deterioro por demencia o por la edad" que hace que surjan los impedimentos para llevar a cabo ciertas tareas personales.
Además, su papel de acompañamiento también se fundamenta en ofrecer talleres para los mayores. Unas ocupaciones con las que los residentes recuerdan actividades de su pasado y con las que se han familiarizado durante toda su vida: como son talleres de cocina o de costura. Unos talleres a los que se añade un tipo de rehabilitación preparada para algunos trastornos como la demencia más avanzada: disponen de un programa de rehabilitación funcional y de estimulación multisensorial con una sala multisensorial para afectaciones más pronunciadas.
"Lo que buscamos los terapeutas es una independencia y autonomía para que el residente pueda conservar su calidad de vida"
Desde la residencia impulsan las terapias de psicomotricidad para enfocarse en las capacidades de los pacientes. "Les permite ejercitarse tanto a nivel de movilidad o funcional, trabajar la memoria, la atención y la concentración", ha resaltado.
Una de las iniciativas que se está implementando en muchos ámbitos sanitarios es la terapia con animales. Amavir Tías no ha querido desaprovechar la oportunidad de implantarlo en su residencia. Su dueña y un perro de terapia asistida acude al centro una vez al mes para acompañar a los residentes que sufren un deterioro algo más avanzado. "Es una alegría para ellos, una sensación de bienestar y les permite focalizarse en una atención concentrada", ha reseñado.
Unos ejercicios que no podrían realizarse sin los materiales adecuados para lograr su eficacia. Desde Amavir ponen a disposición de sus terapeutas desde elementos básicos para un funcionamiento de actividades de la vida diaria, como esponjas y cubiertos adaptados con mangos extensivos, para que los pacientes puedan ducharse y comer, hasta calzadores para que puedan calzarse de manera autónoma. "Los materiales se destinan a personas con un deterioro motriz o dificultades físicas", ha concretado María. En lo que respecta a los materiales más avanzados como los tecnológicos, los usuarios de la residencia están familiarizados con altavoces y tablets, para escuchar música o contactar por videollamada con sus familiares. "A veces su entorno no se encuentra en la isla y resulta muy significativa esa comunicación", ha añadido.
Josué Perdomo, el actual trabajador social en Amavir, se convierte en el principal acompañante de los residentes y familiares a su llegada a la residencia. "Me encargo de concertar una visita previa para exponer la situación de la persona que solicita la plaza", ha señalado. Su función se fundamenta en dar una extensa información sobre la oferta de la residencia, recoger la documentación y hacer efectivo el ingreso en el centro. Una vez el residente ya ha ingresado, le da la bienvenida y lo conduce a las valoraciones del equipo sanitario.
Tras los primeros ingresos de los residentes, Perdomo se encarga también de mantener el contacto con los familiares, a los que les proporciona información sobre el proceso de adaptación de su familiar. El joven se encarga de transmitir las consultas de los familiares a sus compañeros respecto a temas sanitarios, es lo que "más les preocupa", ha resaltado. En el caso de las necesidades básicas de los residentes, hace de intermediario entre los trabajadores y las familias, en las que se ocupa por ejemplo de recoger la ropa o medicamentos que los usuarios necesitan. Además, la asistencia también se extiende en la telefónica, que complementa con la atención presencial del entorno de los 90 residentes que viven en el centro. "Somos en ocupación el centro más grande de Lanzarote, tenemos un volumen de residentes considerable, contando con los 34 usuarios de centro de día", ha puntualizado.
La realización del papeleo se convierte en su tarea principal en las jornadas laborales. Registrar la documentación para solicitar trámites con la Ley de Dependencia, ayudas técnicas o prestaciones económicas, apoyar en el inicio de esas solicitudes y encargarnos de la seguridad y adaptación de los residentes no acompañados y sin apoyo familiar. La facturación al residente también es una tarea que le compete al joven, con el control de las plazas públicas, privadas o servicios complementarios.
Cuando uno de los residentes fallece, desde su puesto como trabajador social, se responsabiliza de comunicarlo a la Consejería y organizar la retirada de pertenencias con los familiares. En el caso de que un residente pase de tener una plaza privada a una pública se encargan de esperar toda la documentación para reconvertir esa plaza y coordinar el traslado de perfiles a residencias anexas.
La importancia de ambas profesiones para la sociedad
Los dos trabajadores de la residencia conocen la importancia de sus profesiones para la sociedad. Una aportación que asegura años de vida a los residentes que viven en el centro. "Lo que buscamos los terapeutas es una independencia y autonomía para que el residente pueda conservar su calidad de vida", ha resaltado María. Sus terapias suponen un aliento para los pacientes y disponen de "beneficios" más que demostrados, ha desvelado. "Poco a poco parece que vamos ocupando más sitios", ha celebrado De la Cruz. Los profesionales de la terapia ocupacional han pasado de estar solamente a nivel geriátrico, a llegar a pediatría, salud mental y a situaciones de riesgo de exclusión social y privación de libertad como en los centros penitenciarios, ha recordado la joven.
Los terapeutas ocupacionales cuentan con la capacidad para devolver a sus actividades de rutina a los pacientes. María ofrece algunos ejemplos de ayudas específicas que se hacen desde la profesión: lograr que una persona en silla de ruedas pueda ser autónoma y conducir un coche o adaptar los espacios de la residencia como el jardín para seguir dando de comer a las palomas, unas tareas que los pacientes pueden tener por costumbre. "En ese momento es cuando entramos nosotros en acción, teniendo en cuenta la edad y los diferentes factores del paciente", ha revelado María.
Las claves principales de los trabajadores sociales en este ámbito es que la familia "pierda poco a poco el prejuicio del pensamiento negativo sobre los centros" como Amavir, ha concretado Perdomo. Es fundamental "eliminar esos prejuicios mediante el apoyo diario a residentes y familiares", ha añadido. El equipo de Amavir hace que los residentes y sus familiares se sientan cómodos, tranquilos y seguros, con un grupo de profesionales que responde de manera adecuada y positiva, basándose en los intereses de cada usuario.
"Es fundamental eliminar esos prejuicios que hay sobre las residencias"
Snorkel o paseos de perros con la protectora SARA
Con la llegada del verano, la residencia Amavir ha preparado actividades que harán salir de la rutina habitual a los residentes. En el periodo en el que el buen tiempo y los días largos acompañan, los usuarios tendrán la oportunidad de practicar snorkel, ir a la playa o pasear a animales al aire libre, como la colaboración con la protectora Sara. Sandra Llorente, la directora de Amavir Tías, ha adelantado a La Voz, su apuesta en las salidas preparadas para las vacaciones de 2024 es "extensa".
"Hemos tenido que adaptar las actividades dados los ingresos en edades más tempranas que estamos teniendo", ha subrayado Llorente. Y es que, los nuevos usuarios que se han instalado en el centro parten de los 54 años. "Este grupo de edad plantea nuevas actividades a las que se van apuntando los demás residentes", ha señalado.
Durante este periodo vacacional y los meses posteriores de este 2024, la residencia también pondrá a disposición de los residentes muchas otras actividades. Una nueva jornada de paseos en bicicleta con el proyecto Bicis sin edad colaborando con el Consorcio de Seguridad y Emergencias y un proyecto de voluntariado con personas en riesgo de exclusión social, en la que participarán presos de la prisión de Tahíche que están iniciando su reinserción social.