Algunos sienten que han vuelto a nacer después del Covid y otros lo pasaron como si fuera una gripe, pero casi todos coinciden en el miedo que sintieron tras contagiarse de esta enfermedad. Miedo a haber contagiado a otros, a que familiares también afectados empeorasen y a no saber cómo ellos mismos iban a evolucionar. Santiago, Enrique, Carmelo y Montse lograron vencer al coronavirus y ahora nos cuentan su experiencia con este "mal bicho", que ya lleva un año en nuestras vidas.
Carmelo Alemán, agente de la guardia civil y entrenador de baloncesto, fue una de las primeras personas que se contagió de Covid en la isla. "Me cuesta dormir por si cierro los ojos y no los vuelvo a abrir", señalaba en una entrevista a principios de mayo del pasado año, en la que relataba los momentos difíciles que había vivido hasta superar esta enfermedad, después de abandonar la UCI tras casi 40 días.
Este hombre estuvo hospitalizado durante dos meses ya que, además de los 36 que estuvo en cuidados intensivos, pasó 25 días en planta. Abandonó el centro hospitalario el 14 de mayo del año pasado entre aplausos de sanitarios y compañeros de la Guardia Civil, pero su recuperación aún no había terminado.
"Cuando sales, sales bastante perjudicado, sobre todo físicamente, en el sentido de que no puedes caminar bien, porque llevas mucho tiempo en cama", cuenta Carmelo, que afirma que tuvo que usar un andador durante "una semana o semana y pico" y hacer rehabilitación durante dos meses.
A su trabajo se incorporó en septiembre, pero afirma que a día de hoy aún no se siente al 100% recuperado. "A la hora de respirar noto que la capacidad pulmonar se me ha quedado bastante limitada. Mira, hace un rato estaba corriendo aquí con la chiquilla, del pasillo a la habitación, y parecía que había corrido una maratón y eran 10 metros", apunta.
Además, ahora está preocupado por la vacunación. Y es que, en su caso ya recibió la primera dosis, pero de la vacuna de AstraZeneca, cuya administración fue suspendida por Sanidad ante la posibilidad de que pueda estar detrás de varios casos de trombosis graves.
Santiago: "Me han devuelto la vida"
"Me han devuelto la vida", señala por su parte Santiago Torres, que hace tan solo "cinco o seis días" que salió del Hospital Molina Orosa. Allí, ingresó el pasado 27 de enero tras llevar días sintiéndose "medio raro, con dolor en el pecho y en la espalda" y faltarle "un poco el aire".
Cuando llegó al centro sanitario, este hombre de 70 años ya sabía que era positivo en Covid, porque ese mismo día se había hecho un test de antígenos y una PCR. Sin embargo, no esperaba que un día después ingresaría en la UCI. "Tenía neumonía bilateral con Covid, estaba fatal, me estaba muriendo y había tenido todos los cuidados del mundo. Iba a comprar una vez en semana con mi líquido de manos, nada más que estaba con al familia, no viajaba... No sabía cómo me podía haber contagiado", apunta.
Antes de entrar en la UCI le "durmieron" y despertó "casi a las dos semanas". "Cuando estaba despertando, no hacía más que llorar. Yo decía: Gracias Dios por haberme traído de nuevo", relata el presidente de Coros y Danzas de Arrecife, que recuerda a los que lamentablemente no pudieron sobrevivir al coronavirus.
"Había varios cerca que se marcharon, que no aguantaron el tratamiento. Yo no tenía ninguna patología y caminaba una hora diaria. Tenía una alimentación sana, no bebo sino algún día como todo el mundo, no fumo, y creo que todo eso influyó para estar contándotelo a ti hoy. Estoy contento, feliz y con ganas de vivir", señala.
Santiago Torres salió de la UCI el 20 de febrero. Allí perdió "once kilos y medio de peso" y "la voz" aunque, en cuanto la recuperó un poco, decidió hacer un homenaje a los sanitarios, en forma de canción. Ahora, y después de que pasara algo más de dos semanas ingresado en planta del Hospital Molina Orosa, ya se encuentra en su casa, aunque tiene que hacer rehabilitación. Y es que, afirma que apenas puede caminar, porque le "falta el aire" y se cansa.
"Me agobio, porque de estar tantos días acostado, los pulmones se han hecho gandules", dice con respiración agitada, aunque "ilusionado" y "preparando ya proyectos" con Coros y Danzas de Arrecife para cuando puedan volver a actuar. Eso sí, Santiago hace un llamamiento a la población, en especial a la gente joven.
"La vida no se acaba porque un año no se vaya de fiesta", manifiesta Santiago Torres, que también cree que todo el mundo debería vacunarse contra el Covid. "Es una enfermedad muy mala que, por la experiencia que tengo, no le desearía a nadie. Es un bicho muy malo, te mata. Como no acudas a tiempo, te lleva, esto está clarísimo", concluye.
Montse: "Sigo teniendo dolores por todo el cuerpo de vez en cuando"
Montse Toribio tiene 52 años y pasó el coronavirus en su casa, aunque llegó a hacer "una excursión" al hospital. Y es que, lo que empezó con "un dolor extraño de cabeza", continuó con un "dolor horroroso, pérdida de olfato, presión en los ojos y en la garganta, agotamiento extremo y problemas para respirar". "Me buscaron en ambulancia con los EPIs y todo, aunque afortunadamente me devolvieron para casa", apunta esta mujer, que no obstante estuvo más de dos semanas con síntomas.
Según cuenta, se contagió "a finales de octubre", después de que su cuñado viniera a visitarles desde Vitoria. "Él llegó un sábado y el martes le indicaron que su jefa había dado positivo, pero que no se preocupara, porque no se le consideraba contacto estrecho y que hiciera su vida normal", relata.
El fin de semana siguiente, el marido de Montse "empezó a sentirse mal" pero "se había puesto la vacuna de la gripe" y pensaron que sería "una reacción". Sin embargo, el lunes siguiente Montse ya tenía síntomas también y entonces decidieron llamaron al teléfono de atención al Covid y les hicieron la prueba, dando ambos positivo.
Para entonces, el cuñado de Montse ya se había marchado de la isla, aunque finalmente también le hicieron la prueba e igualmente estaba contagiado. Además, Montse y su marido habían comido días antes de saber que eran positivos con una amiga y su hija, de 20 años, que también resultaron contagiadas.
"Hay un sentimiento de culpabilidad. Primero tienes miedo, no tanto de lo que te pueda pasar a ti, sino por los que tienes alrededor, de haberles contagiado. Yo me quedé tranquila cuando vi que mi marido evolucionaba bien, mi cuñado estaba prácticamente asintomático, y mi amiga y su hija lo pasaron un poco más fuerte que mi marido, pero también estaban bien", apunta Montse. "Le das muchas vueltas a si has hecho las cosas mal", añade esta mujer, a pesar de que asegura que en su casa "se cumplían todas las normas" ante la Covid y que cuando les visitó su cuñado "se mantenían las distancias".
"Yo, hace un año, decía que no tenía miedo. Y era verdad, no tenía miedo al bicho, sino a las consecuencias económicas", añade Montse, ya que además trabaja en un hotel y ha sufrido un ERTE. Sin embargo, ahora sí tiene "mucho miedo" al coronavirus, ya que además ha visto cómo gente cercana a familiares suyos han fallecido.
Además, apunta que nunca pensó que "esto pudiera durar un año". "La tercera ola ha sido un horror y yo con mi madre no me quito la mascarilla para nada, porque no se sabe hasta que punto no lo puedes volver a coger", señala esta mujer, que además afirma que aún tiene "dolores por todo el cuerpo de vez en cuando".
Enrique: "Pasé cero dolor pero un 10 de miedo"
Para Enrique Rodríguez, el coronavirus "fue como una gripe", aunque lo vivió con miedo. "Primero por mi familia, por mis chicas", apunta, ya que su mujer y su hija de nueve años también se contagiaron. Después, "por si había contagiado a alguien y por la propia enfermedad", por "cómo podría evolucionar.
Este hombre de 49 años se contagió de Covid durante la tercera ola, tras haber ido a comer a un restaurante el 3 de enero. "Fuimos con otra familia y, respetando las normas, porque siempre las hemos respetado, salimos de allí las dos familias contagiadas", señala, afirmando que hubo más casos asociados al mismo local.
Seis días después de esa comida, el sábado 9 de enero, Enrique se despertó con dolor de cabeza pero al principio pensó que "era una resaca". Luego, se empezó a preocupar, porque se vio una picadura en el cuerpo y antes había estado "seis meses" enfermo con fiebre Q y hepatitis, después de que una garrapata le picara. Así, después de ir a trabajar el lunes y de que por la tarde le subiera la temperatura a 37,3, saltaron todas sus alarmas.
"Fui al médico pensando que tenía la garrapata otra vez y entonces decidió hacerme la prueba de antígenos, porque habían pasado cuatro días nada más, y di positivo. Entonces, me encerré en el sótano, y a mi mujer y a mi hija se la hicieron tres días después y también dieron positivo", cuenta.
A pesar de estar todos contagiados, Enrique decidió mantenerse en el sótano "por precaución", mientras su mujer y su hija estaban en la parte de arriba. "Porque algunos médicos me decían que desde que dieron positivo podía convivir con ellas, pero otros que mejor no, que mantuviéramos la mascarilla y la distancia", señala.
Así, Enrique pasó la enfermedad aislado de su familia. "Lo que más pesa son sin duda las horas de soledad, y yo estaba en un sótano de 100 metros cuadrados, con gimnasio, televisión, libros, Netflix, con todo; pero hay gente que lo pasa en una habitación y eso tiene que ser durísimo", apunta.
Por ello, considera que además de los daños físicos, la Covid es una enfermedad que causa "mucho daño mental". "Yo había tenido un año muy malo de salud, pero con lo de la garrapata pasé 10 de dolor y cero de miedo, supongo que sería por propia ignorancia, y con la Covid pasé cero de daño pero 10 de miedo", manifiesta.
No obstante, Enrique "pagaría" para que toda la gente pasara la enfermedad como ellos, ya que para él fue como una gripe y su mujer y su hija apenas tuvieron síntomas.