La Dirección General de Derechos de la Infancia y de la Adolescencia de la Consejería de Bienestar Social, Igualdad, Juventud, Infancia y Familias del Gobierno de Canarias se comprometió a cerrar en mayo el centro de menores migrantes de la Casa del Mar de Arrecife porque no cumplía con las condiciones para acoger a los niños y adolescentes. Sin embargo, el centro sigue abierto y acogiendo menores. Así lo ha adelantado el diario El País este viernes, con declaraciones de la Fiscal de Extranjería de Las Palmas, Teseida García.
En concreto, tras una inspección realizada por la Fiscalía de Menores el pasado 6 de mayo, el Gobierno de Canarias se comprometió a clausurar el centro en un plazo de quince días, pero no lo ha hecho aún. "La Dirección General había tomado la decisión de cerrarlo, pero no se ha cerrado porque no se ha encontrado un recurso alternativo", han asegurado fuentes de la Consejería a La Voz.
Esta situación ha salido a la luz este mismo viernes, cuando se dio a conocer el informe presentado por las abogadas Irma Ferrer y Loueila Sid Ahmed que denunciaba una situación de "desprotección infantil" hacia los menores del centro por las condiciones del recurso y el trato que se les da.
Una presunta agresión física a un menor, la falta de preparación de algunos empleados, castigos, cucarachas en la comida y en las instalaciones, suciedad, falta de mobiliario y cables sueltos fueron algunas de las razones que motivaron la denuncia presentada por las dos letradas ante la Sección de Extranjería de la Fiscalía Provincial de Las Palmas de Gran Canaria.
Además, en el citado documento señala que "está generalizado, por parte del equipo, tratar a los adolescentes con desprecio" y expone episodios racistas por parte del director del centro y de parte del equipo que "trata a los adolescentes con desprecio".
A ello se suma que la salud mental de los usuarios del centro se está viendo mermada por las adicciones y por cuadros de depresiones agudas. Las letradas exponen "el consumo de medicamentos como Rivotril o Diazepam. Varios menores consumen ansiolíticos con bebidas energéticas y alcohólicas como mecanismo para evadirse".
Para concluir, el documento también relata que los menores "no están escolarizados, no se controla su asistencia a clase y lo que no reciben formación, ni se promociona el acceso a actividades lúdicas, formativas, deportivas, culturales, etc".