El abandono y maltrato de perros, gatos y demás animales es una de las cuestiones más preocupantes de la sociedad. Según el Estudio de Abandono y Adopción 2024 de la Fundación Affinity, en 2023 se abandonaron en España más de 286.000 perros y gatos, por lo que es un problema estructural que lejos de mejorar, sigue dejando cifras alarmantes.
En Lanzarote, Sara es la protectora de animales por excelencia y lleva desde 1986 trabajando para rescatar y proteger a los perros y gatos de la isla que son abandonados y maltratados. Ocho trabajadores y entre 15 y 20 voluntarios forman parte de la protectora, a lo que se le añade aquellas personas que acuden de forma regular a pasear a los perros, una ayuda necesaria para un albergue que necesita una inyección de unos 300.000 euros al año para mantenerse.
En este sentido, aquellas personas que quieran realizar paseos deben pagar un seguro obligatorio de cuatro euros al año y rellenar una documentación en la oficina de la protectora. "Toda ayuda es poca porque tenemos 120 perros que desgraciadamente no salen todos los días e incluso solo lo hacen dos veces a la semana", declara Obelesa Hernández, voluntaria de la protectora.
Además, también tienen aproximadamente 250 gatos, con hembras de la calle que están preñadas. Y es que según la voluntaria, "en Lanzarote, la mayor problemática se centra en los gatos porque los perros están más controlados".
La situación del alto porcentaje de abandono y maltrato hace que la protectora esté desbordada. "Estamos por encima de nuestra capacidad, las gateras están a tope, las casas de acogida igual y hay gatos que se pasan un mes esperando en un transportín a que haya un hueco en las gateras", cuenta Hernández.
Y es que en este sentido, la voluntaria cuenta que muchas personas piensan que los animales "van a estar de lujo en la protectora", pero nada más lejos de la realidad. "Esto no es un hogar, un hogar es estar en una casa con una familia y con su camita, esto es un albergue donde hacemos lo que podemos velando por su bienestar porque hay que sanarlos por dentro y por fuera", asegura.
Un amor incondicional
Una capacidad que tienen los perros y gatos heridos y abandonados es que vuelven a confiar en el ser humano y no guardan rencor. "Siempre vuelven a confiar en nosotros, es precioso, ver cómo llegan destrozados y cómo en poco tiempo te demuestran muchísimo amor", dice.
Hay casos concretos que impactan y que marcan de por vida. Uno de ellos es el caso de Tyson, un pequeño perro bastante mayor que llegó a la protectora. "Llegó en unas condiciones horribles y ese mismo día por la tarde ya comía y al día siguiente ya estaba saltando, con un poco de atención y cariño ya son agradecidos", manifiesta.
Tyson llegó muy sucio y con mal olor porque dormía en el mismo sitio donde hacía sus necesidades y, además, sufrió una hernia perineal de la que logró recuperarse. "No tiene nombre llegar a ese extremo", sentencia.
Los gatos, en este caso callejeros, también son otros de los grandes olvidados. "Nadie se encarga de ellos y llegan en unas condiciones que te rompen el alma y es imposible no empatizar con tanto dolor", cuenta.
Winston es uno de esos ejemplos de gatos que han tenido una segunda oportunidad en la vida. "Literalmente fue cosido a trozos por el ataque de un perro y fue un gato que luchó muchísimo por sobrevivir y a día de hoy está vivo, fue un milagro porque su cuerpo era como un puzzle", recuerda Hernández.

El impacto psicológico
Ver tanto sufrimiento y tanto dolor en los animales que llegan al final pasa factura psicológicamente. "Aquí en la protectora creo que lloramos a diario porque son casos extremos", asegura.
"Hay trabajadores que lo han tenido que dejar de forma intermitente o definitivamente porque sus cabezas llegan al límite y lo que deciden es seguir aportando su ayuda con donaciones para no vivirlo de forma tan directa", continúa.
Algo más de conciencia social
Y es que según cuenta Hernández, "el maltrato y abandono de animales ha ido a menos si lo comparamos a largo plazo porque estamos más concienciados ahora que hace 20 años".
Muchos de los animales que llegan al albergue lo hacen bajo diferentes excusas como la imposibilidad de tenerlos en casa debido a alergias, a embarazos de uno de los miembros o cambios en el comportamiento del animal. Aquí entra en juego el papel de la protectora Sara, que en sus adopciones vela porque la adopción sea para siempre.
"Tenemos claro que cuando un animal entra en una familia tiene que ser para toda la vida, independientemente de los cambios que tenga que hacer pero todavía todo el mundo no es consciente en este aspecto", señala la voluntaria.
El proceso de adopción en Sara lleva su proceso, desde ir y conocer el animal, estar con él y pasearlo hasta conocer la situación familiar y el entorno para saber si el perro o el gato es el idóneo y puede adaptarse de forma correcta. "Hay que crear un vínculo entre la persona y el perro porque puede ser que vayas con la idea de alguno en concreto y finalmente puede ser que ese animal no sea para ti y en cambio conoces a otro que sí", expone.
Una de las principales ayudas de la protectora son las donaciones particulares. Lo que más demandan son productos de limpieza, bolsas de basura, toallas y arena de gato, todo ello para seguir luchando por la vida y el bienestar de los más peludos de la casa.
