El viaje de Jalou Algasir, de 19 años, hacia Europa comenzó hace cuatro años. Natural de Guinea (conocida habitualmente como Guinea-Conakri), el joven partió de su país natal cuando solo tenía 15, en plena crisis sanitaria por el coronavirus. Ese año, en 2020, más de medio millón de guineanos abandonaron el país, azotado por la crisis, la corrupción, la desigualdad y los efectos del clima. A los que hay que sumar cientos de miles de desplazados internos por las inundaciones que cíclicamente sufre este país de África Occidental.
En 2021, un golpe de Estado contra el que había sido el primer presidente elegido democráticamente en más de una década culminó con una situación de inestabilidad política. Al año siguiente, Mohammed, también de 19 años, decidió salir de Guinea en busca de una nueva vida.
Ninguno pisó territorio europeo hasta el pasado domingo 3 de noviembre de este 2024, cuando un barco de Salvamento Marítimo los rescató a él y a otro medio centenar de personas africanas de la lancha neumática en la que viajaban y los trasladó hasta Puerto Naos, en Lanzarote.
Ese mismo día se recuperó el cuerpo de una joven marroquí de unos veinte años que falleció tratando de llegar a Canarias. Por suerte, la embarcación de Jalou Algasir y Mohammed no tuvo que lamentar ninguna muerte en la ruta más mortífera del mundo. También naufragó otra embarcación que dejó a decenas de familias con la incertidumbre de no saber dónde estaban sus seres queridos.
Ambos decidieron salir de su país huyendo de la falta de oportunidades y de la represión. "Allí éramos niños y nuestras familias no tenían los medios para pagar el material escolar ni para llevarnos a la escuela", expone Mohammed, "esto nos empujó a salir del país y venir a buscar una oportunidad aquí". Según el Índice de Desarrollo Humano, que realiza anualmente Naciones Unidas y donde se mide el desarrollo económico de un país, la salud, la educación y los ingresos, Guinea es uno de los países del mundo con peor calidad de vida, ocupando el puesto 182 entre 190 países.
Guinea, conocida como Guinea Conakri para diferenciarlo de Guinea Bissau y Guinea Ecuatorial, está rodeada de países como Sierra Leona, Costa de Marfil, Mali, Guinea Bisau y Liberia.
Jalou Algasir salió de Guinea cuando tenía solo quince años. En su viaje hacia Europa, primero cruzó hasta Mali acompañado de su tío. Tras ello, continuó su travesía hasta llegar a Argelia y finalmente pasó la frontera hasta Marruecos. Dos años después, Mohammed realizó el mismo recorrido. "Somos como hermanos, nos conocemos del campo de Guinea, pero no salimos juntos del país", aclaran durante una entrevista con La Voz.
En su viaje rumbo a Europa, los dos jóvenes guineanos se toparon de lleno con el racismo y la peligrosidad del viaje. Tras pasar por Mali, se enfrentaron a duras condiciones de vida en Argelia. "La vida en Argelia no es nada fácil, la gente que está allí no está bien alojada, no está bien alimentada", continúan, "dormimos en el desierto o en casas que no tienen refugio ni techo. Siempre estábamos huyendo de la policía".
La situación para las personas negras que migran a los países del norte de África es peligrosa y suelen enfrentarse con frecuencia al racismo. "Allí sufrimos demasiado, de hecho no hay libertad, sufrimos demasiado racismo", expone Algasir. "Ellos tienen la piel un poco más clara, por eso nos tratan así. Allí nos dicen que somos animales, te pueden ver en la calle y te aplastan como a los bichos e incluso te tiran piedras", resaltan.
Esta represión hacia las personas negras que migran se extiende por "todos los países del Magreb: Túnez, Argelia, Marruecos y, especialmente Libia", narran.
Jalou Algasir y Mohammed volvieron a reencontrarse en la costa de Tan Tan, en Marruecos, cuando iban a subirse a la lancha neumática con la que llegaron a Lanzarote. "Al llegar cerca de la costa se nos acabó el combustible. Entonces pudimos conseguir cobertura y nos dijeron que esperáramos allí".
"En la patera tienes un pie en la vida y el otro en la muerte. Pones un pie en el mar y puedes morir y vuelves a la patera y puedes vivir. No fue fácil, no tienes qué comer, de hecho no tienes nada, así que solo Dios puede ayudarte a sobrevivir", resalta Mohammed.
Según el Monitoreo del Derecho a la Vida de Caminando Fronteras, en 2023 un total de 6.007 personas fallecieron en neumáticas y cayucos rumbo a Canarias en 128 embarcaciones.
A pesar de las condiciones de vida en el lugar, en 2023 España solo aceptó 50 solicitudes de refugio y tres de protección subsidiaria de personas nacidas en Guinea. Mientras que denegó 237, según cifras del Ministerio del Interior.
Algasir y Mohammed creen que su camino migratorio no acabará en España y esperan llegar a Francia, en concreto a la ciudad de París, para empezar una nueva vida. "Cuando llegue a Francia lo primero que quiero es estudiar. En mi país no tenía la oportunidad de hacerlo, así que cuando logre ir a allí quiero continuar mis estudios", expone Mohammed.
Mientras tanto, Algasir añade que "lo primero que hay que hacer es estudiar porque no se puede hacer nada sin estudiar. Quiero ser empresario y trabajar en el sector inmobiliario".