Lanzarote, a pesar de su aridez, es una de las tierras más agradecidas desde que caen las primeras lluvias en los meses de invierno. Tras las últimas precipitaciones que cayeron repartidas por toda la isla, un manto verde y colorido ha cubierto muchas zonas, una estampa primaveral que desde hacía unos años no se hacía notar de forma tan intensa.
Entre las especies de flora que se encuentran especies como las amapolas, la margarita canaria, el cerrajón de risco, la lengua de vaca, la barrilla o la vinagrera, estas dos últimas comestibles y con propiedades medicinales que antiguamente usaban los lanzaroteños y que muchos desconocen en la actualidad.
En este sentido, existen dos libros principales de flora de Lanzarote, donde se explica los usos de las especies antiguamente a través de la información recogida por los testimonios de pastores y agricultores de la isla. Son Flora Vascular de Lanzarote, de Jaime Gil y Marta Peña, y Usos culturales de las yerbas de los campos de Lanzarote, también de Jaime Gil, Marta Peña y Raquel Niz, que sirven como guía para conocer mejor la vegetación de la isla.
Sin embargo, a pesar de sus posibles usos alimentarios y medicinales, hay que recordar que muchas de esas especies están protegidas y está totalmente prohibida su recolección, ya que Lanzarote es una isla con una rica biodiversidad y, además, su fauna y flora es muy sensible a cualquier acción del ser humano.
Especies comestibles
Parte de la flora que germina en Lanzarote con las lluvias de esta época son comestibles y eran utilizadas por los campesinos lanzaroteños para alimentarse o como uso medicinal. Es el caso de la barrilla (Mesembryanthemum crystallinum), es una especie nativa de Canarias de color verde aunque sus hojas se vuelven rojizas justo antes de marchitarse. Es una planta que crece a ras del suelo y contiene una gran cantidad de agua en sus hojas. Durante la segunda mitad del siglo XVIII y comienzos del XIX, se extendió su uso para elaborar sosa cáustica secando la planta y luego se quemaba en hornos creando con sus cenizas lo que se llamaba 'piedra de barrilla'.

Este material se exportaba a diferentes países de Europa, sobre todo a Inglaterra, pero con el descubrimiento de elaborar la sosa cáustica a través de procesos artificiales, su uso decayó. Además, sirvió como alimento ante la falta de cereales después en la posguerra española. Con la barrilla se hacía el 'gofio de vidrio', una especie de harina de la que la gente más pobre se alimentaba y que se elaboraba a partir de las semillas molidas de la planta. "También se usaba como combustible en las casas, como alimento para los animales e, incluso, como jabón para lavar la ropa", explica Matías Hernández, ambientólogo y coordinador de la Asociación Ambiental Arrecife Natura.
Además, su uso iba más allá, ya que se usaba como tratamiento para algunas enfermedades pulmonares y genitales, así como problemas hepáticos, renales y para la inflamación intestinal. En la actualidad, la alta cocina moderna la utiliza como un ingrediente más para muchos platos como ensaladas.
Otra de las plantas que crecen en cada rincón tras las lluvias es la conocida como vinagrera (Rumex vesicarius), una planta de pequeño tamaño de color verde cuando tiene abundante humedad y que cambia sus hojas a un tono rojizo cuando está más expuesta a un clima más seco. Sus hojas son comestibles y tienen un sabor ácido pero agradable que puede recordar a un sabor cítrico. "Los pastores la consumían antiguamente para aliviar la sed y era un recurso que le gustaba al ganado, sobre todo cabras, y hay personas mayores en el sur de la isla que usaban la vinagrera, junto a la ortiga y la brotona, para tratar la pulmonía", apunta Hernández.

Por otro lado, el cerrajón de risco (Sonchus pinnatifidus) también era un alimento más que se consumía. "En la finca de mis tatarabuelos crece de forma natural y mi tío me cuenta que ellos se comían las hojas verdes mezcladas con la pella de gofio", asegura. Asimismo, los brotes tiernos se usaban para alimentar al ganado.
Especies como forraje para los animales
Muchas de las especies de flora que germinan con las pocas lluvias servían como alimento para el ganado. Una de esas especies es la margarita canaria (Chrysanthemum frutescens), originaria del archipiélago, aunque también se usaba como tónico estomacal y para combatir el asma. También encontramos en la isla otro tipo, la margarita de Famara (Argyranthemum maderense), una especie endémica.
El tajasnoyo (Ferula lancerottensis) es una de las especies que muchas personas suelen confundir con el hinojo debido a su gran parecido. A pesar de que no se solía usar ni para el ganado ni para el consumo humano, el pequeño fruto después de su floración podía llegar a ser aprovechado por el ganado.
Por su parte, una de las plantas más comunes y conocidas por los lanzaroteños es la llamada comúnmente como 'yerba múa' (Lotus lancerottensis). "Es de la familia de las leguminosas y este tipo de plantas suelen ser más interesantes desde el punto de vista nutricional", explica el ambientólogo. Esta especie se usaba para alimentar a los animales del ganado, algo que sigue vigente en la actualidad. Sin embargo, "cuando sus brote están tiernos, tienen un componente tóxico, el ácido cianhídrico, por lo que cuando está muy tierna no es muy apetecible", continúa.

Otra de las flores que podemos ver cubriendo diferentes zonas de Lanzarote es la famosa cerraja (Reichardia tingitana), la cual también era muy apreciada por el ganado y por los pastores, ya que "consideraban que favorecía la producción de leche".
Las amapolas son una de las flores que también decoran los campos de la isla después de las lluvias aunque hay distintas variedades. "Algunas las usaban para la alimentación de ganado, como de los camellos o las cabras, pero otras se usaban sus semillas para fumar porque tenían efecto estupefaciente conocida como la 'majapola borracha'", concluye el ambientólogo.








