La apertura de El Almacén de Césár Manrique fue un "acontecimiento sin precedentes" en una Lanzarote aún asediada por los últimos coletazos de la dictadura franquista. Corría el año 1974, cuando el artista más internacional de la isla abrió este espacio polidimensional junto a Luis Ibáñez, Pepe Dámaso y Gerardo Fontes.
Desde su apertura y hasta 1988, este lugar, localizado en Arrecife estuvo gestionado por el propio Manrique y fue un espacio "de libertad y encuentro" para la gente "más abierta, curiosa y deseosa de la cultura", señala el coautor de la obra El Almacén de Manrique: 50 años, 50 voces, Fernando Ruíz en una entrevista con La Voz.
Su creación en una sociedad aún en "blanco y negro" por las consecuencias del franquismo "catapultó y aceleró el proceso de la integración de la isla en el ámbito de la cultura moderna y, no solo de la cultura moderna, sino en el sentido antropológico", una Lanzarote, "más abierta y universal".
En su interior se abrieron debates tan importantes como la concienciación de la identidad de Lanzarote como isla y la defensa de su territorio y su paisaje. "Ahí se generó El Guincho, nació allí, creció allí", explica.
Los hitos en torno a su apertura son muchos: se produce en plena dictatura, con un carácter moderno, polidimensional y vanguardista y donde se creó un lugar de conversación para atajar debates pioneros en la isla.
Ruiz define El Almacén como "un espacio de libertad y de apertura al mundo". Uno de los responsables de que esta obra salga a la luz, junto a José M. Parrilla y Mario Alberto Perdomo, defiende que "la creación de El Almacén fue una experiencia inédita. Su importancia es aún mayor porque se genera en un espacio alejado de las centralidades, tanto de Canarias como del Estado", continúa. Algo que también le ayudó a pasar más desapercibido ante la dureza del régimen.
Un espacio para la libertad sexual
En una época de represiones y donde las personas del colectivo LGTBIQ+ estaban perseguidas por el régimen de Franco, El Almacén fue un espacio abierto a la diversidad sexual, un "oasis" en medio de una España intolerante.
Tal es así que no fue hasta tres años después de su apertura en la isla cuando se celebró la primera manifestación del colectivo en Barcelona, en 1977. Al año siguiente, en 1978, "se despenalizó" la homosexualidad en España. Mientras tanto, no fue hasta 2007 cuando se aprobó una ley estatal que permitía a las personas trans cambiar de sexo en documentos oficiales como el DNI o pasaporte.
"Cuando hablo de libertad sexual no es que allí se practicara ninguna actividad sexual, simplemente que la gente que tenía diversidad sexual o, las personas trans, se expresaban con libertad", indica Ruiz, quien expone que "no había un espacio en Lanzarote donde se podrían sentir más protegidos y, por tanto, con más capacidad de expresarse con libertad".
En una Lanzarote mucho menos plural que la de ahora, parte de la población local tuvo reticencias a que sus hijos disfrutaran de este espacio cultural. "Tenía amigos que contaban que sus padres les decían: "Ni se te ocurra ir al Almacén, que es un sitio malo". Me imagino que creían que era un sitio malo por ese tipo de posibilidad. Por supuesto, basta que te digan que no, para que fueran corriendo", bromea.
Sin embargo, Ruiz reivindica el "valor y el orgullo" de que "en fechas tan tempranas" en la isla "se tuviera clara" la aceptación y "el derecho que tiene cada persona a expresarse afectivamente como le parezca oportuno".

Un libro, cincuenta historias
La obra recoge cincuenta testimonios, de 25 mujeres y de 25 hombres, de distintas edades y sensibilidades para mostrar "la pluralidad de las experiencias" vividas en El Almacén desde su apertura hasta que en 1989 dejó de ser propiedad de Manrique y pasó a ser de titularidad pública. "Existieron tantos Almacén como personas que lo disfrutaron, porque cada cada individuo es la expresión de su subjetividad", resalta Ruíz.
"A cada uno le resonó de alguna manera y se interesó más por unos asuntos y nos interesaba mostrar cuán diferente fue El Almacén para la vida de mucha gente y, al mismo tiempo, los elementos comunes para todos", añade el coeditor.
Además, este espacio multidisciplinar era un lugar donde disfrutar y compartir cualquier rama artística. Entre ellas, se combinaban personas interesadas por el cine, las artes plásticas, la fotografía o simplemente la posibilidad de "hablar y encontrarse".
Sin embargo, el paso del tiempo no ha mantenido la esencia de este lugar tan significativo para la historia cultural de Lanzarote. Ruíz destaca "un hecho muy significativo" y es que la antigua entrada a la galería de El Aljibe de El Almacén, que estaba en el restaurante, ahora está cerrada al público y tapada por cajas de botellines de cervezas y ahora se entra por detrás. "Lo que antes se entraba y señalaba que era cultura, hoy señala que está entrando a un restaurante turístico, pero no a uno cultural y artístico".
En época de Manrique, este espacio tenía las paredes llenas de carteles artísticos de "un valor extraordinario", traídos por el artista desde el MoMa en Nueva York o del Reina Sofía. Además se exponían obras del artista como los Jameos del Agua, la Cueva de los Verdes o su propia casa.
La obra El Almacén de Manrique: 50 años, 50 voces solo podrá adquirirse en la librería El Puente y si se obtienen beneficios de su venta serán destinados a la Asociación de Familias Oncohematológicas de Lanzarote (AFOL). Su publicación es "reconocer a tanta gente que en esta isla participó y fue testigo de una coyuntura extraordinariamente creativa y que aportó su granito de arena".
