Se puede decir que Cintia Machín es una artista que tiene un pedacito suyo en casi cada rincón de Lanzarote. Nacida y criada en las Salinas del Janubio en 1995, su amor por el arte comenzó a fraguarse cuando estudiaba y se dio cuenta que lo suyo era la creatividad.
Machín es pionera en su familia en dedicarse al arte porque el único referente que ha tenido es César Manrique. "Mi curiosidad por el arte se inicia cuando me doy cuenta de que en mis estudios soy totalmente pésima pero sí era buena en la parte artística porque como mejor me comunico y me expreso es a través de las imágenes", cuenta.
"Los apuntes de lengua los dibujaba y ahí es cómo yo recordaba en los exámenes lo que tenía que responder, y de esta manera, poco a poco, fui desarrollando esa vía de comunicación a través de las imágenes donde yo entendí que mi mente trabajaba a través de lo visual y se expresaba y retenía la información a través de esa forma", dice.
Gracias al apoyo y al ánimo que le brindó un profesor del instituto donde estudiaba para que se matriculara en la Escuela de Arte Pancho Lasso e hiciera el Bachillerato de Artes, la escultora decidió hacerle caso y dedicarse a lo que más le gustaba. "Ahí empieza mi lado artístico donde demuestro a los demás y a mí misma que el don con el que nací era el de expresarme a través del arte", declara.
Además, distintos profesores le despertaron la curiosidad por la rama escultórica, por la tridimensionalidad que, para la artista, "reúne los tres pilares básicos de las Bellas Artes, que son el dibujo, el volumen y la pintura".
El proceso para crear una escultura
Las esculturas que hace la artista suelen estar destinadas a homenajes y recuerdos, es decir, para el propio pueblo. Estas propuestas llegan desde las administraciones públicas o privadas, dependiendo del caso. "Mi misión es dar imagen a ese recuerdo u homenaje que se quiere hacer, y a través de mi habilidad con las manos y de mi entendimiento en el arte doy vida a esa persona o recuerdo", explica.
Después del proceso burocrático de las administraciones que incluye el presupuesto, una propuesta, varios bocetos y un diálogo con la entidad competente, se establece la idea de cómo debe ser la propuesta. "A partir de ahí comienza la parte de 'laboratorio', como digo yo, donde me meto en el taller", indica.
Ya en el lugar de trabajo, Machín da rienda suelta a su talento y crea, desde la nada, las esculturas que podemos contemplar en diferentes municipios de Lanzarote. "Se inicia con un armazón de hierro, un esqueleto, lo que va a ser la obra para sostener el barro, una arcilla que yo modelo de tal manera que llego a la figura que quiero representar", desvela.
"Cuando ya tengo el armazón y el barro puesto, creo la escultura y le doy la forma que yo quiero, hago un vaciado negativo en escayola", explica Machín. La artista lo define como si hiciera "el molde de una magdalena". Después de este paso, el proceso continúa por rellenar ese molde, cuyo material depende del presupuesto. "Si hay suficiente se puede bañar en bronce y si el presupuesto es menor pues lo hago en el taller con resina de poliéster, el mismo material con el que se fabrican los barcos", aclara.
El tiempo de creación le lleva meses a Cintia Machín, ya que el proceso debe ser cuidadoso y, además, son esculturas, por lo general, de gran tamaño. "Suelo tardar dos meses o dos meses y medio", asegura. Sin embargo, esto depende del tipo de escultura. "A nivel de tiempo fue un reto hacer el conjunto escultórico de San Bartolomé en homenaje a la batata, en el que tardé ocho meses", recuerda.
Una de las cosas más bonitas que le ha dado esta profesión a la artista son las anécdotas con las personas a las que sus esculturas homenajea. Una de esas anécdotas ocurrió con el busto en homenaje a José María Espino, que fue maestro en Mácher y alcalde de Arrecife. "Sus alumnos quisieron hacerle un homenaje y ahí involucramos a la familia, y resulta que uno de sus hijos fue mi profesor de inglés y en el discurso de inauguración hizo hincapié en el círculo de yo haber creado una escultura de su padre y de él haberme enseñado a mí", cuenta.
"Los dos nos pusimos a llorar en medio de la inauguración y haber conocido a José María Espino a través de la familia y que me diese el regalo de la parte humana de involucrarme ha hecho que sea una de las esculturas más emotivas que he realizado y que, además, tiene un sentido terapéutico para la familia", reflexiona la artista.
Un talento distribuido por toda la isla
Las esculturas de Cintia Machín las podemos encontrar casi en cada rincón de Lanzarote. Una de esas esculturas es la que se encuentra en Femés en homenaje a Mararía del escritor canario Rafael Arozarena. También la obra que recuerda y pone en valor a los pescadores y marineros en una de las rotondas de Playa Blanca o el reconocimiento a los salineros de Janubio.
Asimismo, el homenaje a las víctimas y resilientes de violencia de género que se encuentra en Playa Honda, entre muchas otras obras que ha hecho que el talento de la escultora no solo esté presente en Lanzarote, sino que también lo esté en otras islas como La Gomera.
Su forma de trabajar y su habilidad con las manos ha hecho que las administraciones confíen en Cintia Machín para dar vida a personas y recuerdos que merecen ser reconocidos para que el pueblo nunca olvide su historia ni sus raíces.